Hilario acababa de entrar en su despacho cuando comenzó a sonar el teléfono. Antes de que pudiera desembarazarse de la caja llena de artilugios y hierbas aromáticas que llevaba entre las manos el teléfono dejó de sonar y no habían pasado ni treinta segundos cuando Bermúdez abrió de golpe la puerta.
– ¿Estás sordo?, le preguntó de forma agria.
– ¡Coño, Arcarde!, no me has dado tiempo para descolgar.
– Pues ándate con ojo. Él te va a llamar.
– ¿Otra vez?
– ¿No has leído la prensa de hoy?
Hilario, pillado en un renuncio, negó con la cabeza.
– Soria se ha vuelto a meter con Él. Bueno, con todos nosotros quiero… No pudo terminar la frase porque justo en ese momento empezó a sonar el teléfono.
Hilario descolgó con aprensión…
-¡Hilario!, ¡Hilario!, tronaba una voz al otro lado del auricular.
– Sí, Paulino, soy yo. Dime…
– Vamos a ver, no decías que podías controlar al tipo ése del PP que no tiene otro entretenimiento que meterse conmigo…
– Verás, Arcarde, quiero decir Presidente, corrigió enseguida Hilario, las Orishas no nos están siendo favorables.
– Qué no nos están siendo favorables, dices. ¿Pero tú qué clase de santero eres? ¿No decías que podías solucionarlo?, gritaba Él desde el más allá del teléfono.
Hilario miró a Bermúdez buscando apoyo y el arcarde le animó –o eso parecía- a seguir adelante.
– Verás Arcarde, quiero decir Presidente –¡mierda, pensó Hilario, otra equivocación y me manda para La Aldea!- la moyugba no está dando mucho resultado porque no tienes armonía entre el Emí, el Orí y el Ará.
– ¿Armonía?, ¿armonía?, bramó Él desde el otro lado del teléfono. Los bramidos asustaron a Bermúdez que, sin querer, retrocedió y se colocó justo al lado de la puerta.
– Presidente-Arcarde, preguntó tímidamente Hilario, ¿llevas puesta la idefá de orunla?
– ¿El qué?, respondió Paulino más calmado.
– La pulsera de cuentas verdes y amarillas…
– ¡Ah!, sí, sí, no me he quitado de encima el abalorio este. Y no veas el cante que he dado con la ministra, que me ha mirado de forma rara.
– Esto, Presidente-Arcarde, ¿en qué mano la llevas puesta?
– En la mano derecha, dónde va a ser… contesta Él, otra vez enfadado.
Hilario mira a Bermúdez, se santigua tres veces y le dice a Él:
– En la izquierda, debes llevarla en la izquierda, Presidente-Arcarde.
– Ya está, contesta Él.
– No cuelgues Arcarde, quiero decir Presidente, que voy a echarte una bendición. Cuando mi Padre que está en los Cielos, Olófi, mi Señor Agwá Olórun, quiso diversificar su proceso creativo, estas Dieciséis Evoluciones Primordiales recibieron la orden de mezclarse. Y se mezclaron sabiamente sin confundirse, para dar lugar a 240 Aspectos de Dios, cuya representación abstracta individual son los Óddun Omólúos, Óddun Hijos, o Signos Hijos de los 16 Óddun o Signos Primordiales. Moyugba Olofín, Moyugba Olorún, Moyugba Oloddumare Olorún Alabosudayé, Alabosunilé Olorún Alayé, Olorún Elemí Moyugba Ashedá, Moyugba Akodá Moyugba ayaí odún, oní odún, odún olá
Moyugba babá, Moyugba yeyé.
– ¿Yeyé?, preguntó bajito Bermúdez.
Hilario, concentrado como estaba, no le prestó atención.
– Presidente, ya está. Quédate tranquilo…
– Vale, vale, dijo impresionado Él. Ya te volveré a llamar. Y colgó.
– ¿Y….?, preguntó Bermúdez.
– Llevaba la idefá de orunla en la mano equivocada, respondió Hilario.
– ¿Y ahora va a funcionar?
– ¡Claro que sí!, contestó indignado Hilario.
– Pues apúrate con el conjuro que tenemos que empezar el de Julio Pérez.
Para un guión de película, oye… y, ¿seguro que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?
Jajajajajaja….Un diálogo que lo firmaría el guionista de la serie Los Soprano. Lo del paso atrás de Bermúdez es difícil de creer. Lo de un «pasito» atrás es otra cosa.
Considero nada correcto mofarse de las creencias religiosas de nadie, por muy diferentes que puedan ser de las mias, de hecho yo soy budista y no creemos en ningun dios omnipotente, y que mis creencias choquen frontalmente con la santeria, JAMAS se me ocurriria meterme con ellos, no por temor, sino por respeto hacia las personas y sus creencias, por equivocadas que yo crea que son. Me gustaria ver si alguno tiene los atributos viriles de hacer lo mismo con un musulman en Iran… Lo dicho, toda persona merece un respeto elemental, aunque sea el peor bicho del mundo.
Si lee atentamente verá que no me meto con ninguna creencia, soy muy respetuosa con toda ellas, con quien me meto es con la clase política y sus peleas sin sentido. Un saludo, Carmen Ruano
Estimada Señora Ruano: No basta con querer ser respetuoso con las creencias de todo el mundo, tambien hay que parecerlo, y desde luego, su mordaz critica a la clase politica utilizando, lo que aparenta ser frases de santeria, resultan, como poco, nada respetuosas con dicha religion. Mi nada entendida opinion sobre la materia en concreto, es que si desea usted criticar la gestion de un politico, resultaria de lo mas apropiado que mencione usted las carencias profesionales del mismo, y no las personales, porque habria que empezar a votar a los politicos en funcion de sus habilidades como gestores de los bienes publicos, y no en funcion de lo simpaticos que sean… y menos aun, de a quien o como recen en su vida privada. Le repito que no me interesa para nada la santeria, ya que yo soy budista, solo que creo que cualquier religion es merecedora del respeto que cada uno desee para la suya propia. Por supuesto que yo no le rezare a ningun santo, ya que no creo en ello, pero no me vera criticar a nadie por hacerlo, si que me vera explicandole algun dia, cuando sea conveniente, que existen mejores formas de invertir su tiempo, pero no criticarle. Reciba un afectuoso saludo, de un taxista de S/C que aprecia todo lo que ha hecho el blogo feroz difundiendo nuestra problematica, quedandole agradecido de antemano por el tiempo que me ha dedicado, espero que le haya transmitido mi sentimiento, que no es una critica a su articulo, sino un intento para que reflexione sobre las posibles lecturas que deja su articulo, que salvo por lo irrespetuoso hacia esas creencias, efectivamente, es una mordaz critica a como se hacen las cosas en esta tierra, que efectivamente, es lamentable que sucedan las cosas como suceden.