Ética, estética, respeto, derecho a la información, violación de la intimidad, límites de la privacidad…¿dónde empieza y dónde termina todo eso?. Las fotos del bailarín Antonio Canales en una playa de Stiges, icono gay, con su pareja en inequívocas posturas sexuales han soliviantado al personal. A mí, y lo digo con total sinceridad, no me han soliviantado pero en cambio si lo ha hecho Antena 3, cadena televisiva que para tratar de salir de la cola de su audiencia difundió una buena parte de las imágenes de Canales aunque luego haya querido “disfrazar” la no emisión de su total argumentando “respeto” a Canales y a los espectadores”. Menos Lobos, Caperucita. Menuda mierda de tíos los de DEC y menudos carotas sus palmeros.
De la misma manera que digo eso, digo también que a mi entender la “pillada” a Antonio Canales y a su pareja son las imágenes más crudas, por irrespetuosas, que he visto en un programa de televisión generalista sobre un personaje popular. No hablo de canales porno; no, hablo de otra cosa, de canales que ven menores. Creo que la basura llamada de “Sálvame” ya las ha emitido. Ni que fueran bobos. Basura que se cae del basurero la recogen ellos.
Entiendo que en el terreno de la intimidad cada cual puede hacer lo que quiera y que, incluso, el Canales pudo buscar una calita más discreta para sus arrumacos (vamos a ser benevolentes o al menos, no tan groseros como otros) pero aún así, recriminándoles su exhibición… ¿quién es nadie para poner voz, cara y jadeos a unas relaciones íntimas por muy en la calle o en la playa que estás se hayan grabado? No sé. No creo que tengamos derecho ni usted ni yo a difundir fotos de este calibre.
En fin he aquí un tema para el debate: ¿Se debieron emitir esas imágenes?, ¿Canales fue un imprudente?, ¿qué derecho o protección tienen mis amigos, yo misma, a ver invadido o no el salón de mi casa con este bochorno? En la alcoba, todo, pero… ¿en la calle, en la playa?… Creo que ni el vapuleado y desquiciado Antonio Canales ni nosotros nos merecemos ese bochorno. Así lo pienso y eso escribo.
Marisol Ayala
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