Subíamos al Teide en el SEAT 1430 de mi padre, mal pertrechados, con varias capas de ropa, sin cinturones en los asientos de atrás y algún XXX Súper Filtro que él se encendía con total naturalidad. Marear era habitual y no solo por las curvas o la altitud.
Estoy seguro de que el 90% de quienes critican el borrador del nuevo Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) de Las Cañadas del Teide ni se han leído ni tienen idea del actualmente en vigor. Se sorprenderían. Ahora se trabaja en un nuevo PRUG y el primer borrador lleva la impronta del equipo que lo redacta, claro está, escorado a la conservación o a la divulgación, según el caso, ambos extremos de obligado cumplimiento por la condición de parque nacional. Por eso la exposición pública y las aportaciones son necesarias, imprescindibles para centrar el péndulo.
Para aportar hay que tener algo que proponer. Criticar es mucho más fácil y ahí están todos los adversarios políticos del Gobierno de Canarias a dos carrillos, encuentran cosas que no les gusta y vomitan. Y seguro que llevan parte de razón: nadie niega que el documento borrador tiene mucho que discutir. Vilipendiar al promotor de la revisión del PRUG es más fácil que buscar alternativas a organizar las visitas a Los Roques de García o a proteger su flora y su fauna.
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