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OPINIÓN | Luz de gas | Adán Suárez

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De pequeño, una de las frases más repetidas por mis padres y hermanos mayores era ‘apaga la luz’; estaban intentado concienciarme de que, si no estaba en un sitio, no era necesario tener la luz encendida, porque costaba mucho dinero. Tardé varios años en entender el concepto, simplemente cumplía con lo que me decían. Un razonamiento lógico: si ellos lo dicen, es porque será cierto y es bueno.
Mandatos o frases aleccionadoras como la anterior a lo largo de la infancia y adolescencia, hay miles de ejemplos. Con el tiempo y el desarrollo de la mente, vas comprendiendo que aprendiste muchas cosas por imitación y que otras, simplemente, están en tu cabeza grabadas como leyes inmutables de la naturaleza.
Cuando ya nos independizamos y empezamos a sentir en nuestro bolsillo los efectos de los excesos o ‘despistes’ -siempre me gustó el concepto, te vas dando cuenta de la razón que tenían y cómo con un pequeño gesto puedes evitar muchas situaciones.
Si me preguntan quién inventó la conciencia ecológica, respondería sin duda que nuestros mayores. Ellos no gastaban sin necesidad, cuidaban sus bienes y enseñaban sus experiencias a quien quisiera oírlos. Su experiencia era tan real que sólo mirarlos, te estaban transmitiendo su sentir, su vida. En la actualidad, todo eso ha pasado de moda; parece que lo que más nos gusta es esconder nuestra verdadera realidad y mostrar al mundo una versión mejorada.
Probablemente, todos tengamos en la cabeza una definición de ‘luz de gas’; pero a día de hoy su uso no tiene que ver con una forma de iluminación; sino con un tipo de manipulación en la que se hace a alguien cuestionar su propia realidad. Es una forma de abuso psicológico que consiste en negar la realidad o presentar información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su memoria, de su percepción o de su cordura. ¿Creen que actualmente lo podríamos aplicar en alguna vivencia?
Los conceptos energía, gas, petróleo, luz están cada vez más vinculados. Qué curioso que uniendo dos de ellos, podamos sumergirnos en la psicología del engaño intencionado. Esa ‘luz de gas’ que nos envuelve no nos deja tener nuestras propias opiniones, pensamientos o razonamientos; todo está contaminado por algún concepto o idea predeterminada y que nos viene de una educación socializadora e integradora.

Me pregunto qué dirían nuestros abuelos de todo esto, esas mismas personas que vivieron muchos años con velas y quinqués; que sufrieron los rigores de los inviernos más duros y que sólo se podían alimentar de lo que les daba su campo. Quizás una de las frases más usadas sería: ‘niño, apaga la luz cuando salgas que la pagamos nosotros’.  Creo que estamos pagando esa factura entre todos, esa luz que otros han gastado y no supieron guardar.

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