La erupción volcánica de La Palma nos tiene a todos consternados. Desde el pasado domingo andamos pendientes de las vicisitudes que depara cada día el incesante fluir de lava, el ruido atronador y los temblores que sacuden la isla.

Creo que todos en algún momento nos hemos puesto en contacto con aquellos familiares o amigos que tenemos allí para saber cómo se encuentran. Desde el punto de vista personal, es lo menos que podemos hacer. Además de colaborar en aquello que esté dentro de nuestras posibilidades.
Otro cantar es en lo tocante a lo profesional. Como periodista, quiero romper una lanza en favor de todos aquellos profesionales que han hecho y están haciendo una cobertura impecable de los acontecimientos. Como es el caso de la Radio Televisión Canaria, que el día que estalló la primera boca volcánica ofreció unas imágenes espectaculares e hizo un seguimiento muy completo.
Sin embargo, también tengo que admitir que me da vergüenza ajena ver a todas estas “estrellas” televisivas de las distintas cadenas nacionales que sólo se han desplazado a La Palma para figurar y mostrar ante la cámara como el pelo se les manchaba de ceniza volcánica. Tres cuartos de lo mismo para todos aquellos políticos de todos los colores, que han ido a hacerse la foto a una isla, que si me apuran, no saben ni situar en el mapa.
¿Qué hay de las buenas prácticas? Hemos pasado a un momento donde el exceso de información nos satura, donde no hay filtros, ni se contrasta la información, donde cualquier “canchanchán” con un móvil y cierto desparpajo se “autoproclama” periodista y acumula seguidores como churros.
Por encima de todo, lo que no hay que olvidar es que este acontecimiento histórico e interesantísimo laboratorio natural para el estudio geológico, supone la mayor catástrofe para cientos de familias palmeras que lo han perdido absolutamente todo.
Seriedad, respeto y profesionalidad.
Añade un comentario