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OPINIÓN | Pirámide de la discrepancia | Momo Marrero

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‘Lo sabes bien, todo lo que nos desune es en el fondo lo que nos deja vivir tan bien juntos’ – Julio Cortázar

Disentir es un acto de enriquecimiento intelectual, mientras que gritar por simple desacuerdo es un acto de mala educación, además de una intolerable falta de respeto. Una buena discusión debe aportar valor a quienes participan en ella, ya que permite conocer los argumentos, los sentimientos y las ideas de otras personas y eso nos enriquece y nos hace mejores. En no pocas ocasiones cuando se discrepa sin disponer de conocimientos suficientes, de criterios propios o de argumentos sólidos, se alza la voz y se adopta una actitud airada que propicia situaciones de tensión absolutamente innecesarias.

Según la definición de la RAE discrepar es “disentir del parecer o de la conducta de otra [persona]” y para hacerlo es preciso argumentar, construir respuestas sólidas que fundamenten nuestra posición o la opinión que tenemos al respecto. Sobre este tema, Paul Graham, programador y ensayista de origen británico, publicó en 2008 un interesante ensayo titulado “How to disagree” (Cómo discrepar) en el que presenta en forma de pirámide lo que denomina la jerarquía de la discrepancia, en la que se definen los diferentes niveles en que las personas manifiestan su desacuerdo.

El autor afirma que con la socialización del mundo digital y el acceso masivo a las redes sociales se ha producido un cambio de paradigma en el que la escritura se ha convertido en conversación, mientras que hace algo más de veinte años los escritores escribían y los lectores leían. Si las discrepancias forman parte de nuestro día a día es preciso afrontarlas con garantías. Porque discrepar implica saber defender nuestras opiniones, nuestras creencias o nuestras conductas, encontrando un punto común de equilibro entre ambas posiciones y dando una solución satisfactoria para ambas partes. Para hacerlo, una buena referencia es la pirámide de la discrepancia, que nos permite aprender a argumentar y sostener un diálogo productivo y enriquecedor, utilizando la estrategia adecuada para cada circunstancia y respondiendo de forma acertada a los planteamientos ajenos.

Pirámide de la discrepancia

Paul Graham crea una representación gráfica piramidal en la que enumera los diferentes niveles de discrepancia partiendo desde la base de la pirámide hasta su cúspide. Cuanto más alto es el nivel, mayor es la capacidad de argumentar y por ende, más fuerte es la posición propia y más constructivos y enriquecedores los argumentos y las opiniones.

Los niveles de esta pirámide o jerarquía de la discrepancia son los siguientes:

Nivel 0. El insulto

Es la forma más baja y común del desacuerdo, aquella que recurre a la ofensa fácil, al desprecio y la descalificación. Se utiliza cuando no hay argumento ni capacidad de exponerlo.

“eres un inútil”

Nivel 1. Ad hominen

Es una forma ligeramente superior al simple insulto, en la que el desacuerdo y la falta de argumento se complementa con características o circunstancias de una persona o un grupo, expresándolas de forma despectiva.

“eres más inútil que un político”

Nivel 2. Respondiendo al tono

En este nivel se elude el argumento y se pone el foco en el tono en que ha sido expresado, restando valor al mensaje.

“es imposible discutir con alguien tan arrogante”

Nivel 3. Contradicción

En este nivel la persona expresa una idea opuesta, una opinión sin argumento, dando por veraz algo que no puede demostrarse o expresándola como una verdad absoluta que no admite discusión.

“todo el mundo sabe que esto es así”

Nivel 4. Contraargumento

Este nivel, a partir del cual se genera una mayor riqueza y se aporta valor, se alcanza cuando la persona recurre a argumentos, ideas u opiniones de terceros para reforzar su posición.

y como dijo Einstein, hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana”

Nivel 5. Refutación

En este nivel la persona se centra en los argumentos del contrario pero sin afrontar el tema central de la discusión. Generalmente se toma un lapsus argumental de la otra parte para no dar respuesta a lo realmente importante.

“no siempre llego tarde al trabajo, el lunes fui puntual”

Nivel 6. Refutar el punto central

Es el nivel más alto de discrepancia y, en consecuencia, el menos frecuente. Es el de más valor, el más constructivo y el que mayor valor aporta. Se da cuando la persona tiene conocimientos sólidos sobre el tema objeto de discusión y, por tanto, tiene la capacidad de argumentar todo lo expuesto por su oponente, dando respuesta a la raíz del problema y construyendo su posición a partir de cada una de las exposiciones de la otra parte.

“no siempre llego tarde al trabajo, si analizas los datos de control verás que siempre llego con 10 minutos de antelación y hoy mi retraso se debe a un accidente de circulación que puedo demostrar con el atestado de tráfico”

Imagen: Momo Marrero

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