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TACORONTE | Berta no volverá más al 102 de Ismael Domínguez

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Berta Ferrera Rodríguez, la octogenaria de Tacoronte que, junto a su marido, Antonio Méndez, vivió un controvertido desahucio hace unos años, se cansó, lamentablemente, de luchar, contra las injusticias y la enfermedad

EBFNoticias | Tachi Izquierdo

Berta Ferreira fallecía el pasado domingo en su domicilio, ubicado por solidaridad en el número 100 de la calle Ismael Domínguez, justo antes del número 102, en la que había sido su casa y de la que se tuvieron que ir como consecuencia de un proceso judicial plagado de dudas, errores y rencores. 

El estado de salud de Berta, que en los últimos tiempos se había complicado, y que ya arrastraba desde la época en la que tuvo que abandonar su domicilio, la convenció, de manera definitiva, de que ya debía dejar la lucha y dedicarse a descansar después de tantos sinsabores. 

Berta Ferrera fue un ejemplo de lucha para muchos vecinos del municipio, pues en el ocaso de su vida, enferma y sin expectativas de futuro, se tuvo que adaptar a una forma de vida que se dedicaba de manera plena a luchar contra el lanzamiento de su hogar. Antonio, su marido, es otro luchador incansable, quien, al igual que ella, pedía justicia para poder hacer frente a un procedimiento más que dudoso que llegó a reclamar la atención de los medios nacionales. 

Antonio y Berta, frente al 102 de Ismael Domínguez.

La sola idea de ver salir a dos ancianos de su casa, en el final de sus vidas por un conflicto legal con el vecino, a quien la vida también impartió su ley, ya que falleció hace escaso medio año, es algo que dejó mella en todos los que siguieron su caso. La pareja suscito una cadena de solidaridad más allá de las fronteras de su municipio, con organizaciones y una opinión pública volcados en su caso.

Al lado de Berta y Antonio se formó un escudo humano de solidaridad conformado por vecinos de su entorno más cercano, que se denominó como Plataforma 102, de la que muchos habitantes del resto del municipio se sintieron partícipes y colgaron su cartel en las puertas de sus casas, generando un movimiento social sin precedentes en Tacoronte, y que ahora, con este fallecimiento, “y ante la soledad de Antonio, tiene sentido que se reactive para ayudarle en lo que haga falta”, dijo Ángel Guanche, miembro fundador de este movimiento ciudadano. 

Guanche recordó que la Plataforma del 102 “no hizo más que devolver toda la ayuda que Berta prestó en su entorno más cercano a las personas más desfavorecidas durante tantos años”.  

Este vecino, quien en la época del desahucio también formaba parte del consistorio local por la formación Sí se puede, manifestó que el fallecimiento de Berta Ferreira, “es una puñalada más, a ella y a Antonio”. 

Recordó que, tras la salida de su casa, ambos se fueron a Holanda, donde viven sus hijos, “y a su regreso, para residir en la casa actual, que les fue cedida por un vecino al que cuidaron, y que rehabilitaron los vecinos de la Plataforma 102, Berta ya vino enferma”, un estado de salud en el que no dudó “tuvo mucho que ver el episodio que vivieron ambos y fue con esa enfermedad con la que, lamentablemente ha pasado sus últimos años”. 

La justicia es ciega y lo seguirá siendo. Eso fue lo que pensaron muchos en aquella oscura mañana en la que los dos ancianos salieron de sus casa, que jamás volvió a ser un hogar, y difícilmente lo será, porque simplemente era un trofeo de juzgado y la memoria colectiva no olvida lo ocurrido. 

Tacoronte le ha dicho adiós a su vecina del 102 de Ismael Domínguez, quien no volverá a pasear su sonrisa por esta popular calle, ni sentarse en las tardes de verano en la terraza de la asociación de vecinos El Casco que tantos los arropó.

Este lunes, día 19, un 19 como el día que se fijo su desahucio, su pueblo le ha dicho adiós, una despedida adaptada a los tiempos que corren, sin un sepelio multitudinario como le habría gustado a sus vecinos y marcado por la doble amargura de una pérdida y lo inútil de algunos conflictos, que cuando se enredan, acaban arruinando vidas.

La de Berta fue una vida de lucha, que será recordada al pasar por la que fue su casa, junto a la que aún seguirá su compañero de fatigas, un incombustible Antonio que tampoco se merecía lo vivido.

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