Algunos amigos me consideran un pesimista enfermizo. Unos dicen que desde que empezó la pandemia se me ha agriado el carácter, otros que solo veo oscuridad en el futuro y los hay que me aconsejan que revise mis pronósticos, porque no es posible que todo vaya a ir tan mal. Probablemente tengan razón en que hace casi un año que me cuesta tomarme las cosas a risa. Pero no creo ser un pesimista. Más bien todo lo contrario: estoy seguro de que de esta saldremos, y teniendo en cuenta lo rematadamente mal que se está haciendo casi todo, tener esa seguridad es un acto de optimismo casi beligerante.
En fin, que la buena noticia del día es que la OCDE ha asegurado que la recuperación global del planeta va a ser más rápida de lo estimado en un inicio por sus propios analistas. No así por las consultoras españolas, que hace un año planteaban como el peor de los supuestos una recuperación a un año vista, para ayer, vamos.
La mala noticia (siempre hay una, y casi siempre nos toca) es que de las 45 economías nacionales analizadas, la nuestra –la española– sufrió una mayor recesión –el 11 por ciento– y eso impedirá que alcance a lo largo de todo este año los niveles de PIB previos a la crisis. Para agravar la situación, podemos vernos con una crisis fiscal sin precedentes en la historia española: el Gobierno Sánchez presentó sus presupuestos considerando un crecimiento del 9,8 por ciento, más de cuatro puntos por encima del 5,7 que la OCDE dictamina para España. El Gobierno intenta ya justificar en la dependencia extrema del turismo la lentitud de nuestra recuperación. Sin duda, eso no favorece nuestra salida de la crisis, pero hay países con una dependencia turística superior a la nuestra –Grecia, Portugal, Islandia, Nueva Zelanda o México– que van a recuperarse mucho antes.
Porque han hecho otras cosas mucho mejor. Y es que hay otros factores aparte del turismo: uno es sin duda la atomización empresarial. Y también la catastrófica gestión sanitaria –conviene recordar que somos también el país que peor ha gestionado la pandemia en el mundo–, y los disparates en la gestión económica, y la crisis política recurrente, que influye lo suyo… La mayoría de las economías de Europa recuperarán su producción precrisis entre el tercer y el cuarto trimestre de este año. Al acabar 2021, España seguirá seis puntos por debajo. ¡Seis puntos! Eso significa mucha desesperación, injusticia social y hambre pura y dura.
Y si esa va a ser la situación en España durante todo 2022, me pregunto qué ocurrirá en Canarias, con datos de retroceso en el PIB que casi duplican los de la media española… Mientras, aquí seguimos sin reaccionar, entretenidos en asuntos como el culebrón senatorial de Santiago Pérez o el nuevo empleo de Blas Acosta.
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