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ENTREVISTA | Mari Paz Gil: «El futuro de la viticultura de la Comarca de Tacoronte Acentejo pasa por no perder ni un metro más de viña»

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La gerente de la Denominación de Origen Tacoronte Acentejo advierte: «Arrancamos las parras por un producto que se vende a 5 euros el kilo, pero cuando todos tengamos un aguacatero en casa, ya veremos qué pasa con los precios«

EBFNoticias | Tachi Izquierdo | 

El presente 2020 será recordado como un año malo, en términos generales, pero también como un ejercicio de los que podemos considerar buenos en el terreno vitivinícola. La añada de vinos en la Comarca Tacoronte Acentejo ha contado las condiciones óptimas, para alcanzar una cosecha que mejora mucho los resultados de 2019. Desde la Denominación de Origen, a la que pertenecen más de tres decenas de bodegas, se valora de manera muy positiva que se haya obtenido un tercio más de buenos vinos, pero también se observa con cierta incertidumbre su futuro más inmediato. 

Mari Paz Gil, persona vinculada al sector desde hace casi tres décadas y gerente de esta Denominación de Origen consolidada y reconocida internacionalmente, profundiza en la realidad actual del mercado del vino local, cuya defensa asegura «está en manos de los consumidores más que nunca», a los que hace un llamamiento para defender nuestra producción, frente a la competencia desmesurada y descompensada de los caldos peninsulares.

Gil apuesta por el valor añadido de nuestra viticultura, por lo que representa para nuestro paisaje y cultura popular, realidad en la que considera se debe producir una respuesta social para conocer mejor la calidad y las ventajas de nuestros productos, cuya singularidades no pueden competir con las grandes explotaciones, pero sí en calidad y en la ventaja de ser productos “kilómetro cero” que redundan directamente en nuestra economía.

La gerente de la denominación de Origen Tacoronte-Acentejo lamenta la pérdida de superficie de viñedo en favor de otros productos sobre los que ni siquiera se hace una valoración real de su implantación, y también se muestra crítica con la ausencia histórica de una legislación que proteja al sector.

¿Cómo ha ido el año vitivinícola en la Denominación de Origen Tacoronte Acentejo en este aciago 2020?

La campaña vitivinícola ha sido buena, en el marco de un año nefasto. Climatológicamente hablando y en lo que respecta a la cantidad, ha sido una añada muy buena después de las tres últimas cosechas que podríamos considerar escasas. Hemos incrementado en un 30% la cantidad cosechada respecto a 2019 y, sin duda alguna, podemos calificar de excelente la calidad de lo cosechado. 

¿Qué ha influido en esta mejora?

Para obtener una uva de calidad, el factor climático debe incidir en el 50% de ese producto, y este año hemos disfrutado de una primavera benévola, en la que no padecimos las panzas de burro de otros años, ni una incidencia climatológica que haya perjudicado a la uva, ni tampoco por hongos, ni por vientos ni por nada. El estado sanitario ha sido excelente. El verano también ha ayudado, pues la insolación ha sido bastante acentuada, lo que ha provocado una maduración perfecta, con la única nota destacada de que se ha adelantado la cosecha en un mes, respecto al histórico recogido en vendimia. Nunca se había dado la comarca el hecho de que comenzaramos a vendimiar a principios de agosto y finalizáramos en la tercera semana de septiembre. Sanitaria y climatológicamente, ha sido un año excelente.

Pero, eso contrasta, lamentablemente, con la situación económica desatada por la pandemia. ¿En el mundo de la agricultura, parece, lamentablemente, que siempre tiene que haber un pero, no?

Históricamente somos supervivientes de todo. La situación y el pulso que nos está tomando esta dichosa pandemia ha puesto de manifiesto que se ha pasado de una situación de ventas en multitud de puntos de hostelería o restauración y hoteles, con millones de potenciales clientes, hacia las grandes superficies y al sector de la alimentación. Eso ha dado origen a una reducción drástica de las ventas.

¿El sector ha cuantificado el daño en esta etapa?

El análisis que tenemos sobre la mesa, curiosamente, demuestra que las situaciones pueden dar giros importantes en cuestión de minutos. El sector, en el pasado mes de enero, estaba preocupado por cómo iba a llegar con la cosecha escasa de la que veníamos, la de 2019, a empatar con la nueva de este año. El sector pensaba que, a lo mejor, no iba a tener producto para llegar. Pero esto se torció completamente, ya que, al venir de dos añadas muy escasas las bodegas no tenían excedente. Ahora, están prácticamente vacías de las cosechas pasadas, y se han incrementado las ventas en las grandes superficies, superercados y ventas locales, debido a un cambio en el mercado. Eso ha equilibrado las cifras hasta ahora, pero el problema vendrá a partir de ahora.

«Los vinos de fuera no pueden venir como vienen, con las puertas abiertas y la alfombra roja para nuestros competidores»

¿Imagino que ya están pensando en las Navidades?

Claro. Los datos reflejan que va a ser una Navidad triste, desde el punto de vista del sector, ya que el consumo estará condicionado por las cenas de empresa o encuentros entre amigos, los regalos o esa multitud de contactos sociales que siempre giran entorno al vino, que no van a tener lugar, lamentablemente. Eso se reflejará en las ventas, pero, además, hay un grave problema con el que nos vamos a encontrar, y es que la Península está llena de vino. Es todo lo contrario de lo que le ha pasado a nuestras bodegas,  y ya está llegando vino regalado. 

¿Entonces, ahí tendrían que actuar de manera inmediata las administraciones canarias, para proteger a nuestros vinos?

Esa es una demanda histórica del sector. Preservar nuestras producciones, ya sean papas, vinos o cualquier otra producción, frente a lo que viene de fuera, eso ha sido urgente siempre. Los vinos de fuera no pueden venir como vienen, con las puertas abiertas y la alfombra roja para nuestros competidores. Pero este año me he planteado que quienes tenemos el poder, somos la sociedad, en todo. En la pandemia, se está demostrando, porque no podemos pretender que tanto el político como el sanitario sea el que nos salve. La conciencia social está demostrando que es la vía de solución y, en el consumo de nuestros productos, también creo que la herramienta principal está en manos de los consumidores.

¿Pero, y de qué manera deberá actuar el consumidor?

Si todos apostamos por impulsarnos, por ejemplo, comprando en la esquina de mi casa, ese negocio no cerrará. Si los zapatos los compro en el municipio, en vez de ir a las grandes superficies, con precios imbatibles, esa zapatería tampoco cerrará. Creo que la conciencia social es fundamental para paliar esta situación de crisis y de compra. Entiendo que el factor precio, evidentemente, puede ser limitante. Pero, no podemos olvidar que al final es lo que está enriqueciendo de manera desmesurada a tres. Habrá que hacer el esfuerzo, de manera que, en vez de tomar tres botellas de vino a la semana, tomar una de aquí.

Es evidente que nuestros vinos no pueden competir en precios con los que se importan, por lo que imagino que, ¿plantear una bajada de precios a los vinos canarios sería imposible?

«Cuando nos tomamos una botella de vino de Tacoronte-Acentejo, no solo disfrutamos de la calidad, sino que estamos contribuyendo a una cadena humana que está detrás y también de cada metro de paisaje»

Este año ha habido zonas en la Península en las que se ha vendimiado sin saber lo que se les iba a pagar por la uva. Si compramos esa botella damos pábulo para que eso siga ocurriendo. Aquí es imposible competir en precios, porque hay singularidades como la superficie, la mano de obra o la insularidad y el agua, entre otras. También tenemos que valorar que la viticultura es una parte importante de nuestro paisaje. Cuando nos tomamos una botella de vino de Tacoronte-Acentejo, no solo disfrutamos de la calidad, sino que estamos contribuyendo a una cadena humana que está detrás y también de cada metro de paisaje. Otros productos, como la papa, y la superficie que se utilizó, ha quedado donde ha quedado, porque los precios son imbatibles y la gente dejaba de cultivar. Ahora lo que hay donde estaba la papa plantada es zarza y no hay cultivo alternativo. No hay que repetir los errores después de esas malas experiencias.

¿Pero, por qué no ha calado de manera clara y comprometida ese mensaje del sector en la sociedad canaria?

No me gustaría considerar que forma parte de nuestra idiosincrasia, en el sentido de que se valora mucho más todo lo que viene de fuera. Me parecería muy triste que esa fuera la respuesta que habría que dar. Por otra parte, creo que es difícil dar otra respuesta, porque creo que lo que digo es que es tangible y puede comprobar que cuando observamos nuestros campos, lo más que se ve es el abandono. Tuvimos la experiencia de esta pandemia y confinamiento de la dependencia que tenemos de todo lo que nos viene de fuera. es tremenda esa dependencia para que nos llegue todo. No tenemos autoabastecimiento, ya que no supera el 10%, algo que es muy triste teniendo la superficie de la que disponemos para cultivar. ;Mientras, lo que se está haciendo, es abandonar nuestros campos.

¿En la anterior crisis se dijo que el regreso a la agricultura se había puesto en marcha, algo que también se repite ahora, pero parece que no acaba de cuajar?

Esa idea no es así. Ahora está la moda del “oro verde”, el aguacate, que se hace por réplica de lo que hace el vecino, pero sin analizar. No se hace una verdadera valoración del territorio o la escasez de agua. No está lloviendo y nuestro paisaje está triste, mientras se arranca un cultivo que es bastante sobreviviente a cualquier situación, porque la viña supera sequías, lluvias y todo lo que sea necesario. Arrancamos las parras por un producto que se vende a 5 euros el kilo, pero cuando todos tengamos un aguatero en casa, ya veremos qué pasa con los precios. Desgraciadamente, la vuelta al campo no la vi ni en la crisis del ladrillo ni ahora. La viticultura tiene sus cifras, y desde el Consejo Regulador hemos dado los datos reales, y esos reflejan que en los últimos 10 años se han perdido más de 200 hectáreas de cultivo de viña. 

Esa superficie es equivalente a 200 campos de fútbol.

Si no potenciamos o conservamos lo que tenemos, es difícilmente recuperable. La situación actual de abandono es muy triste.

Frente a esta realidad tan pesimista, ¿cómo valora el esfuerzo que están haciendo algunos productores?

No hemos sabido poner en valor a esas personas. Me gusta llamarlos jardineros del paisaje, y no hemos sabido transmitir que el viticultor que tiene una superficie decente y la bodega que produce con una calidad estándar, pueden vivir de esta actividad. eso es importante resaltarlo, porque se piensa que de esto no se puede vivir. Está demostrado que hay viticultores que viven dignamente de su actividad y bodegas que viven de esto. Es cierto que hubo una etapa en la que nuestros padres no querían que sus hijos se dedicaran al campo, y preferían que trabajáramos en el turismo o la construcción. En nuestra comarca, una serie de viticultores jóvenes que pueden ser quienes pueden transmitir de la experiencia de que se puede vivir dignamente de la agricultura. Hay gente que está haciendo viticultura de precisión y que se basa o sustenta en establecer los procedimientos adecuados y la tecnología adecuada. No tenemos que hacer todo lo mismo, pero si con la calidad adecuada.

«Desde el Consejo Regulador hemos dado los datos reales, y esos reflejan que en los últimos 10 años se han perdido más de 200 hectáreas de cultivo de viña»

«Este año contamos con 33 bodegas que van a sacar al mercado 1.200.000 kilos de uva de la comarca, lo que se traduce en un millón de litros y 1.100.000 botellas»

Cada vez es más frecuente la incorporación de actividades complementarias a la viticultura.

Soy partidaria de que se hagan las cosas programadas y controladas, pues esa es una vía muy interesante. Cuando se habla de enoturismo se piensa en el turista, cuando hay mucha gente a la que se le puede enseñar esta actividad. Hay mucha gente en nuestro territorio que no tiene la oportunidad de conocer una viña o visitar una bodega, mientras en otros lugares forman parte de su oferta. Aquí no lo hemos sabido transmitir, cuando en una actividad complementaria y salida del producto.

Vamos a hablar de datos. ¿Cómo ha ido la cosecha de este año?

Este año contamos con 33 bodegas que va a sacar al mercado 1.200.000 kilos de uva de la comarca, lo que se traduce en un millón de litros y 1.100.000 botellas, lo que representa el incremento de un 30% respecto a lo cultivado en 2019.

¿Y una buena cosecha, de las que podemos calificar de referencia, cuántos kilos de uva puede dar como resultado?

Suelen estar por encima del 1.600.000 kilos, lo que representa que, el resultado de 2020 no esté tan mal, puesto que los últimos cuatro años, excepto de por la caída de 2019, el resultado ha estado por encima del millón de kilos. Tenemos que intentar estabilizarnos y que la cosecha sea entre 1,5 y 1,6 millones de kilos de uva en toda la comarca de tacoro0nte Acentejo.

«La meta la hemos fijado en el relevo generacional que se ha empezado a dar en esos viticultores jóvenes y bodegueras jóvenes»

¿Cuál es el estado de salud de la Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo?

Contradictoriamente, por el año en el que estamos, ahora mismo, nuestro estado como marca, como posicionamiento del vino, como calidad y reconocimiento hacia los consumidores, diría que pasamos por un buen estado saludable.

¿Y una vez que pasemos de la actual realidad en la que estamos, cuál va a ser el futuro de las 33 bogas que acompañan al proyecto de la Denominación de Origen?

El futuro estaba encaminado, y ahora solo estamos en un paréntesis. Estamos en una estabilidad y la meta la hemos fijado en no perder ni un solo metro de viña y, sobre todo, en el relevo generacional que se ha empezado a dar en esos viticultores jóvenes y bodegueras jóvenes, para que sean ellos los que sigan desarrollando el testigo que han tomado. Ellos son los protagonistas de esos vinos adaptados al Siglo XXI, al consumidores de este siglo y con una producción que pueda llegar hacia cada casa y tecnificando el modelo de acceso al vino. Se ha demostrado que quien más adelantado está en eses  sentido, ha sufrido menos esta situación. Ahora mismo creo que los vinos de Tacoronte-Acentejo se les entiende por su calidad y no hay ninguna duda al respecto, y ese es un logro lo hay que mantener. El reto también está en potenciar ese cultivo más sostenible y adecuado a las actuales circunstancias. La comercialización en todos los canales también hay que adaptarla, porque hay pensar no solo en que ese canal para alguien que está en cualquier país, sino que hay que canalizarlo hacia quien está en el mismo pueblo.

 

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