FIRMAS Francisco Pomares

OPINIÓN | Por fin abrirán los hoteles (parece ser) | Francisco Pomares

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Llevamos ya casi tres meses hablando de lo que va a suceder con el turismo en Canarias, de cuándo se va a producir el comienzo de la llegada de visitantes, cuántos vendrán y de lo que puede suponer esa reactivación para nuestra maltrecha economía. Lo que nadie nos ha explicado es por qué durante todo el confinamiento han permanecido cerrados la práctica totalidad de los hoteles de Canarias, con la excepción de un par de establecimientos familiares, y eso a pesar de que la apertura era factible desde el 11 de mayo, día fijado por decreto para que los hoteles pudieran reiniciar su actividad dirigida al público.

Es cierto que el tráfico aéreo estaba muy restringido, y no habría tenido ninguna lógica económica la apertura de una mayoría de establecimientos. Pero durante estas últimas semanas, muchos viajeros interinsulares, gente del mundo de los negocios, empresarios, profesionales y dirigentes públicos, han tenido que acudir a la vivienda vacacional como último remedio para hospedarse en sus viajes, porque no había hoteles disponibles. Incluso hoteles de titularidad pública, como el Mencey en Santa Cruz de Tenerife, propiedad del Cabildo, o el Santa Catalina, en Las Palmas de Gran Canaria, propiedad municipal, que en tantas ocasiones difíciles mantuvieron abiertas sus puertas, han permanecido clausurados.

La explicación no es otra que la incapacidad del Ministerio de Trabajo para corregir con diligencia y rapidez un error en la redacción de la orden reguladora de los ERTE: cuando el Ministerio aprobó las regulaciones temporales de empleo en el sector turístico, se hizo no en base a criterios territoriales o de evolución sanitaria de la pandemia, sino en base a la compañía a la que pertenecen los hoteles. Eso ha provocado que las empresas propietarias o explotadoras no pudieran abrir ninguna instalación, al margen de la situación sanitaria o las necesidades del negocio, porque si se abría un establecimiento, las empresas tenían que renunciar al ERTE de todos sus establecimientos.

Imaginen, por ejemplo, que para abrir el Mencey, explotado por Iberostar, la compañía mallorquina tuviera que abrir al mismo tiempo sus 38 hoteles en España. Este dislate, cuya solución se intentó por las compañías negociando un arreglo con el Ministerio, ha tardado más de un mes en resolverse.

Ayer, el Ministerio comunicó por fin que a partir de dentro de diez días, el 15 de junio, más de un mes después de detectarse el problema, la decisión de abrir un hotel no condicionará la pérdida de ERTE en todos los demás hoteles de esa compañía.

El retraso del Ministerio ha provocado no sólo la pérdida de mucho dinero público –conviene recordar que los ERTE no los paga la ministra de su bolsillo, los pagamos todos los ciudadanos españoles con nuestros impuestos–, sino también el retraso en la recuperación de un sector imprescindible para toda España, y muy singularmente para Canarias.

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