FIRMAS Salvador García

OPINIÓN | La enfermería, abnegación y entrega | Salvador García Llanos

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Ayer, el Día Internacional de la Enfermería tuvo un significado especial. En todos lados. La pandemia ha dejado en nuestro país suficientes pruebas del enorme esfuerzo que ha hecho el conjunto del personal sanitario –sostén del sistema público sanitario- para paliar sus efectos, para ayudar y atender a todos los que lo precisaban, incluidos compañeras y compañeros contagiados. Muchos dejaron la vida en el largo y tortuoso camino.
Cualquier reconocimiento que se exprese es más que merecido. Debemos reparar en una actuación profesional determinante para superar el desastre. Por eso, hasta tememos quedarnos cortos. La enfermería ha estado presente, se ha volcado, no ha escatimado esfuerzos, ha dado lo mejor de sí, ha ido más allá y hasta ha prestado el calor humano tan necesario cuando se está en el lecho del dolor y la impotencia.
De ahí el valor de los aplausos que el pueblo español ha venido dedicando diariamente por las tardes a las personas que, a título individual y colectivo, se han venido esforzando, contra viento, marea y carencias, para luchar contra el virus, los contagios y sus efectos. Esos aplausos, compartidos o intercambiados con otros cuerpos profesionales, desde los balcones y ventanas, desde las calles y desde los accesos a centros hospitalarios, con sus mascarillas, sus guantes y sus trajes de protección, han sonado emocionantes porque su motivación ennoblece la dedicación de quienes los reciben.
Este Día Internacional de la Enfermería, instituido en honor del aniversario del nacimiento de Florence Nightingale, considerada la creadora de la enfermería moderna, tenía esta consideración singular de ser conmemorado en un marco universal de preocupación y de asistencia sanitaria global en centros de salud, residencias de mayores, clínicas y hospitales. En todos esos sitios, siempre hubo una mano amiga de un enfermero, de una enfermera.
La actual presidenta del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), Annette Kennedy, escribió para la ocasión un texto muy emotivo:
“Hay más de 20 millones de enfermeras en todo el mundo y cada una de ellas tiene una historia. Entienden de esperanza y valor, alegría y desesperación, dolor y sufrimiento, así como de vida y muerte. Al ser una fuerza siempre presente para el bien, las enfermeras escuchan el primer llanto de los bebés recién nacidos y son testigos del último aliento de los moribundos. Están presentes en algunos de los momentos más preciados de la vida al igual que en algunos de los más trágicos. Las enfermeras sirven a la humanidad y, mediante sus acciones, protegen la salud y el bienestar de las personas, las comunidades y las naciones.
En todo el mundo, la población reconoce habitualmente a la enfermería como la profesión más honesta y ética de todas: las personas confían y respetan instintivamente tanto a las enfermeras como la labor que llevan a cabo. Sin embargo, lo que los ciudadanos entienden por enfermería varía considerablemente y a menudo es objeto de distorsiones. Las imágenes de las enfermeras como ángeles de la misericordia son comunes, pero van acompañadas de retorcidos estereotipos sexuales. Y predomina la idea anticuada de que las enfermeras de alguna manera están subordinadas a los médicos. El caso es que muy pocas personas comprenden la amplitud de las funciones y responsabilidades de las enfermeras modernas, lo cual significa que no aprecian verdaderamente el extraordinario valor de la enfermería para cada persona en el planeta”.
Su abnegación, su sacrificio, su entrega deben ser ponderados, son acreedores de un reconocimiento. Entendieron, seguro, que ayer, su Día Internacional, poco había que celebrar. Su sitio estaba donde eran necesarias las prestaciones. Una sola palabra: ¡Gracias!
Día 59 de la alarma
Llueve en las primeras horas de la mañana. Un chubasco. Como casi siempre, viene bien. Se agradece. Luego despejó y un sol tibio acompaña a quienes prefieren la cafetería abierta para desayunar. Cola ordenada en el exterior de la oficina bancaria de enfrente. El quiosco de prensa reabre y se incorpora a la cotidianeidad. Ya solo falta Ángeles Álamo Armas en el suyo de loterías, en la otra esquina. Dos parejas de extranjeros –eran esas sus apariencias- pasean respetando las distancias. Lo contrario de lo que hace luego una local. No escarmentamos. Es uno de los debates subsiguientes a la primera jornada de la fase 1, con las secuelas de lo ocurrido con el avión de Ibería que unió a Madrid con Gran Canaria y que están siendo objeto de denuncia por la Guardia Civil y FACUA-Consumidores en Acción, una organización no gubernamental, sin ánimo de lucro, dedicada desde sus orígenes a la defensa de los derechos de los consumidores. ¿Es así como quieren que no rebrote el virus?
Manuel Artiles cuelga una foto en redes sonriente y con aspecto de sensible recuperación. Él mismo escribe que tiene ganas de volver: la cámara es lo suyo.
Hablando de televisión: el Cabildo Insular ha decidido cerrar el suyo, que venía emitiendo desde el mandato anterior. En realidad, se fue apagando solo, sin contenidos y sin motivación. La Asociación de la Prensa de Tenerife (APT) se posicionó públicamente en su momento después de una reunión con los responsables de la puesta en marcha del medio que ni de lejos, tenemos la impresión, cumplió las expectativas que habían trazado.
Lo de Donald Trump no tiene remedio. En el Telediario se ve imágenes de su última boutade: replicar a una periodista de apariencia asiática, invitándola a que pregunte a a los chinos sobre el origen de la pandemia, y cortar la rueda de prensa en los jardines de la Casa Blanca. Nada nuevo en el imperio.
El asunto es abordado en una intervención radiofónica en Ycoden Daute Radio, el multimedia del noroeste que dirige Narciso Ramos. Criticamos el comportamiento, que ni siquiera es prepotencia, sino un supremacismo anacrónico y mal entendido. El presidente norteamericano se irá sin entender nada de lo que la pandemia está suponiendo para su país y para toda la humanidad. No hay que dar más vueltas: ese liderazgo sigue menguando.
El profesor portuense Damián Marrero Real se entusiasma con las respuestas y las demandas que recibe ante la aparición de su próximo libro, Crónicas del aire. Ha decidido lanzarla desde la plataforma facebook, sin perjuicio de que en el futuro sean factibles encuentros presenciales donde firmar ejemplares y compartir impresiones. Suerte, Damián. A triunfar.
Los vecinos han dejado de aplaudir a las siete. Es noticia. Igual dan por terminado el ciclo.
La jornada termina con la reproducción de una información que firma María Luisa Moleres en La Vanguardia, ilustrada con una sugestiva foto de un lateral de la plaza de Europa, a cargo de la ya mencionada Ángeles Álamo Armas. Se titula “La lección de la tormenta en Puerto de la Cruz” y rememora una breve estancia en la ciudad en septiembre del pasado año. “El clima sorpresivo de Tenerife –escribe- invita a reflexionar sobre el factor imprevisible de la naturaleza, en momentos en que se muestra de forma contundente con la pandemia”. Se dio cuenta, dice, cuando no llovió pese a que todo había ennegrecido de repente, de que la naturaleza es imprevisible y el hombre, insignificante.

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