FIRMAS Joaquín 'Quino' Hernández

OPINIÓN | El bar de Pepe a puerta cerrada | Hora de reflexionar | Joaquín Hernández

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Siempre lo he dicho, nunca podría dedicarme a la medicina, al cuidado de la salud de los demás, soy valiente conmigo mismo y muy cobarde con las enfermedades de los que me rodean. Puedo resistir cualquier prueba a la que sometan mi cuerpo, soy fuerte y tengo salud, sin embargo cuando las dolencias físicas o psíquicas son de otra u otro soy un cobarde, no aguanto el sufrimiento humano.

Hay profesiones que son, o mejor dicho deben ser de carácter vocacional, y una de ellas o la más necesaria de serlo es, sin lugar a duda alguna, la medicina.

Desde luego y desgraciadamente no todos lo son, pero si lo son la inmensa mayoría, el 90% son personas que han elegido vocacionalmente la profesión más hermosa y gratificante cual es salvar la vida de sus congéneres, son voluntarios de la salud,

Los he visto trabajando en condiciones de verdadero peligro, en el continente africano han estado y están en constante estado e alarma, de alerta, allí donde parece que la vida del ser humano no vale un céntimo, ahí están ellos, agrupados en Ong´s o bien por su propia cuenta y riesgo, ellos los médicos y sanitarios dando todo su saber por salvar una vida que, seguramente, de no ser por ellos no tendría posibilidad alguna de seguir viviendo.

Ahora, en estos momentos de pánico, de paranoia, de psicosis colectiva por el miedo a lo desconocido, son ellos, los sanitarios de todo el mundo, los que están a nuestro lado dándonos los cuidados que pueden, incluso a riesgo de su propia integridad física.

Creo que los aplausos son poca cosa para agradecer la dedicación de los miles de médicos/as, enfermeros/as, ats, celadores, personal subalterno de los hospitales públicos y privados, ambulatorios españoles que están al limite de sus posibilidades físicas, trabajando, como lo hace mi sobrina, 18 ó 20 horas diarias de lunes a lunes y siempre con la sonrisa en su rostro,sin pedir nada a cambio.

Jamás, desde 1939, un Gobierno de España se había encontrado en una tesitura como la actual. Luchar contra una pandemia mundial es el peor escenario para cualquier gobernante.
No es el momento de criticar aptitudes ni actitudes, es el momento de aunar esfuerzos y pensar que cada uno de nosotros, de todos los habitantes de este mundo, tenemos que ser soldados, marines, en pie de guerra en contra de un enemigo invisible, la única estrategia y táctica eficaz es aislarlo, permanecer en nuestras trincheras, escondidos, camuflados, hasta erradicarlo de nuestro planeta o blindarnos ante su efecto letal.

Seguro habrá alguien que criticará las acciones del gobierno, estoy de acuerdo en que algo se podría y podrá hacer mejor, pero dejemos las criticas para cuando hayamos vencido al enemigo, para cuando llegue la paz.

Ahora que cerramos ventanas y puertas, echamos el cerrojo al exterior y nos confinamos en el interior de  nuestras viviendas, es bueno echar una mirada a  nuestra mente y pensar que algo muy malo estamos haciendo con nuestro mundo, con este maravilloso mundo al que poco a poco lo hemos ido convirtiendo en apestoso, asqueroso y cruel.

Quizás haya llegado el momento de decir, todos los 7 mil millones y pico de habitantes de este planeta, stop a la autodestrucción masiva, al suicidio colectivo, decir basta ya a la contaminación medio ambiental, a la especulación de la mafia en la construcción que conlleva a acabar con la naturaleza de este planeta.

La pandemia del Covid-19 no es una cuestión casual, para nada ha sido casualidad, hemos sido tan torpes que seguimos creando bombas nucleares a pesar de saber que en un instante podemos eliminarnos los unos a los otros y viceversa, sabemos que un error en una planta nuclear puede suponer, como sucedió en Chernobyl en Rusia y Fukushima en Japón y seguimos explotando la energía del átomo como solución a nuestros problemas, utilizamos toda el petroleo que produce el efecto invernadero y lluvia acida, el carbón que su combustión genera problemas ambientales que con el gas natural también contribuye de manera alarmante al cambio climático. A pesar de todo seguimos adelante con la autodestrucción del planeta.

Somos tan poco inteligentes que a sabiendas que existen alternativas limpias como son los recursos naturales de energía, seguimos haciendo caso omiso a lo que la naturaleza nos ofrece y mirando nuestro apestoso ombligo y nuestra cartera de valores bursátiles, hacemos oídos sordos, vista ciega y nos recreamos en nuestra propia mierda, haciendo de este planeta un mundo hostil y destinado en pocos años a la destrucción de su especie animal.

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