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TACORONTE | Homenaje a Doña Carmita (1881-1981), la maestra de Óscar Domínguez

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EBFNoticias | Está considerada la responsable de la transformación cultural de Tacoronte, especialmente por ser la maestra que guió los primeros pasos en el mundo de la pintura del principal representante del surrealismo en Canarias, Óscar Domínguez. Su nombre es Carmen Castro Hernández, conocida como Doña Carmita, quien por si fuera poco también ejerció de profesora de Juanita Dorta, una de las mejores pintoras de su época.

Ahora el Ayuntamiento de Tacoronte ha querido rendirle un merecido homenaje con la colocación de una placa metacrilato sobre su tumba en el Cementerio de Santa Catalina, el 13 de diciembre. Un homenaje por el que lleva luchando desde hace varios años su sobrino, José Antonio Castro, tras haber donado un importante número de los recuerdos de esta artista al municipio. Parte de los mismos están expuestos en una Sala de la Casa de la Cultura que lleva el nombre de Dorta desde 2006. De esta manera se quería recordar la memoria de una singular maestra y creadora a quien se le atribuye haber transmitido sus conocimientos y valores a los tacoronteros con inquietudes artísticas de aquellos tiempos.

Durante el acto intervino el sobrino para recordar que ésta era una de “las tareas” pendientes que tenía en su vida y de hecho llevaba durante los últimos años intentando que se realizara este sencillo homenaje a su tía.

El alcalde de José Daniel Díaz Armas cree que el acto dignifica de forma “familiar pero no menos relevante” a una persona cuya huella hoy en día sigue patente. “Todos aquellos que son maestros de maestros merecen, sin duda alguna, un lugar en nuestra historia”, dijo el alcalde quien recordó sus vínculos familiares con la labor docente. “Por ello, no hay duda de que debemos dignificar a estas mujeres que lucharon en un mundo con mayores diferencias de las que existen hoy. Tal vez por ello buscaron en el arte la belleza no se encontraba en el Tacoronte de aquellos días”.

Díaz Armas agradeció a la familia que hubiese dado a los miembros de la Corporación la posibilidad de participar en este acto de reconocimiento de una de las mujeres más destacadas de la ciudad. “Pero lo importante no es llevar a cabo estas celebraciones con el único fin de agradar a la familia sino sobre todo de dignificar a quienes así se lo merecen. A quienes son parte de lo que hoy somos”.

El primer teniente de alcalde, Carlos Medina resaltó la tenacidad de la familia para que se llevara a cabo este reconocimiento, en cuya celebración el propio concejal ha tenido mucho que ver. “Lo cierto es que el trabajo municipal nos ocupa el día a día y se nos escapan gestos como éste que pone en valor una figura como la de esta pintora y que si no hubiera sido por la tenacidad de su sobrino no se habría celebrado. Nunca me importó que me llamara todas las veces que fuera necesario porque me parecía imprescindible llevar a cabo un acto tan sencillo como éste”.

El historiador y fotógrafo, Enrique Acosta Dorta recordó que el sobrino lleva desde 2005 intentando que “por fin llegara este día”. Señaló que cinco calles de otros tantos alumnos de la homenajeada llevan sus nombres excepto el más destacado de todos ellos, el propio Óscar Domínguez. Por lo que propuso que se le dé esta denominación a la actual Avenida V Centenario, en cuyo inicio existe una escultura del pintor.

Entre las anécdotas de la vida de Doña Carmita que vienen recogidas en el díptico publicado por la Corporación local y firmado por Acosta Dorta, se recuerda cuando el propio Domínguez estando en París escribió una carta a su maestra guiado por la admiración que sentía por su forma de pintar las transparencias de vidrios y cristales. En la misiva el pintor surrealista llegó a aconsejarle que viajara al barrio parisino de Montparnasse para ampliar sus conocimientos. Domínguez mantuvo inalterable la admiración por su profesora pese a que los caminos artísticos de ambos resultaron notablemente diferenciados. Frente al realismo colorista, detallista y casi oriental, de la profesora, él optó por los experimentos pictóricos y oníricos que marcaron la vanguardia artística de aquellos tiempos. Una corriente a la que se sumó con todo el entusiasmo del mundo pero sin abandonar el cariño por su tierra.

Doña Carmita nunca llegó a viajar a la capital francesa más que nada por las limitaciones que en aquellos años, principios del siglo XX, imponía ser mujer y de los que Domínguez quiso liberarla. Pero como consuelo queda que, al menos, Tacoronte pudo seguir disfrutando de su talento y su innegable don para enseñar esta disciplina a otros pintores como Inocencio Rodríguez Guanche, Antonio Pallés, Valerio J. Padrón o María Belén Morales.

Dentro de esta cadena de talentos transmitidos, ella ejerció de alumna aventajada de Teodomiro Robayna, autor del altar mayor de la iglesia del Cristo. La primera vivienda en esta ciudad es la casa que albergó el Museo Casilda. Aquí sería donde Doña Carmita comenzó a dar clases de piano y de pintura en el salón principal a niños y jóvenes.

Acosta Dorta no duda en señalar que fue en este lugar donde la hoy homenajeada, «comenzó a transformar culturalmente a Tacoronte». Y la mejor prueba de ello es el genio de Domínguez quien en su época se codeó con la élite del movimiento surrealista de toda Europa. Pero también en aquellos tiempos resultaba difícil vivir solo del arte y gracias a su vocación para la enseñanza hizo de dar clases de bordado junto con su hermana Rosarito su medio de vida. Al lado de donde actualmente se sitúa Telefónica en la carretera Nueva se trasladaron ambas cuando murió su padre en 1928. Este lugar se ha convertido en icónico para todos aquellos tacoronteros que tenían inquietudes musicales o pictóricas.

Ya en la década de los años cincuenta del pasado siglo se mudaron a una vivienda situada justo enfrente, en lo alto del Cine Capitol. Un inmueble de tres plantas que no resultó demasiado apropiado para vivir con la comodidad que ya requería su edad. Por lo tanto, las hermanas marcharon a la casa de su sobrino a Santa Cruz de Tenerife, donde Doña Carmita moriría en 1973 cuando ya tenía 92 años. Sus restos, junto con los de su hermana fallecida en 1981 a los 84 años, fueron trasladados al Cementerio de Tacoronte. Aquí se llevó a cabo el viernes el homenaje, en presencia de su sobrino quien ha heredado el gen de la longevidad que parece caracterizar a esta familia.

Acosta Dorta no duda en señalar con rotundidad que la ciudad «culturalmente hablando no hubiera sido lo mismo sin la presencia de las hermanas Castro». En el caso de Doña Carmita su nacimiento tuvo lugar en el mes de abril de 1881 en Santa Cruz de Tenerife, aunque al ser su padre natural de Tacoronte decidieron trasladarse a este municipio. El motivo no fue otro que sufrir una dolorosa enfermedad que lo dejó sin vista y que al final causaría la quiebra de sus empresas.

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