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OPINIÓN | A Babor | Bloqueo en Sanidad | Francisco Pomares

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Casi un mes después de que Ángel Víctor Torres fuera elegido presidente por el Parlamento regional, con la mayor parte de los departamentos ya operativos, y más de sesenta altos cargos ya ocupando sus nuevos puestos, el Gobierno no logra desatascar los nombramientos en la Consejería de Sanidad, la consejería más importante, que el PSOE convirtió en sus dos años y medio de oposición durante la pasada legislatura, en blanco de sus críticas más feroces.

La guerra venía de antiguo: de hecho, el Gobierno regional no se rompió -como se dijo- por la crisis abierta con el Fdcan -esa fue la excusa para declarar difunto un gobierno que había agotado las vías de entendimiento entre sus socios-, sino como resultado de las crecientes tensiones y conflictos entre Presidencia y la Consejería de Sanidad, dirigida por el médico Jesús Morera. Clavijo y Morera no se entendieron nunca, y ese desentendimiento acabó por contagiar también la relación entre el entonces presidente y Patricia Hernández, su vicepresidenta.

Tras la victoria del PSOE en las elecciones regionales y la elección de Torres como presidente, se especuló mucho con el nombramiento de Morera como nuevo responsable de Sanidad, pero esa opción no llegó a materializarse: Torres no hizo nunca el ofrecimiento, y el PSOE de Tenerife optó por proponer como consejera a Teresa Cruz, la diputada responsable de hacer el seguimiento de los asuntos sanitarios en el Parlamento de Canarias. El nombramiento fue recibido con sorpresa: Cruz es una mujer muy querida en el PSOE tinerfeño, pero su conocimiento de la Sanidad pública se había limitado a su trabajo parlamentario. Se pensó que el aterrizaje de Cruz en Sanidad podía ser tutelado por Morera -un médico brillante, conocedor de la Consejería y con año y medio de experiencia dirigiéndola-, pero la incorporación de Morera como voluntario camarlengo provocó ya los primeros roces, incluso en la transmisión de poderes. Cuando el ya exconsejero Baltar acudió a la reunión protocolaria de traspaso, se encontró en el despacho de Cruz con su antecesor Morera, que llevó la voz cantante en una reunión en la que la consejera no dijo ni pío, y de la que Baltar acabo yéndose bastante molesto.

Desde entonces, la Consejería ha perdido a dos de sus principales activos en el Servicio Canario de Salud, Conrado Domínguez, su exdirector, fichado por Chano Franquis como secretario general técnico de Obras Públicas, y al responsable de Recursos Económicos, Luis Márquez, que Román Rodríguez se ha llevado a Hacienda como director general de Presupuestos. En una consejería con 25.000 empleados y más de 3.000 millones de presupuesto, sólo se ha nombrado hasta ahora al secretario general técnico. Es cierto que los perfiles necesarios son muy técnicos y que la bisoñez de la consejera Cruz no acompaña, pero el Gobierno no puede tener su consejería estrella paralizada mucho más tiempo. Hoy hay Consejo de Gobierno y no deberían demorarse más los primeros nombramientos.

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