FIRMAS Francisco Pomares

OPINIÓN | A babor | Ocurrencias con el aborto | Francisco Pomares

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Tener que discutir a estas alturas qué es el aborto parece un absoluto disparate. No creo que haya ninguna mujer que considere que abortar sea una fiesta. El aborto es un drama y una solución muy dura y difícil de asumir para interrumpir un embarazo no deseado. Pero no es sólo eso: es también el derecho legal a una prestación sanitaria muchas veces inevitable, como resultado de la ausencia de educación en materia de salud sexual y reproductiva.

Frente a ese derecho, que existe, es legal y está ampliamente reconocido, la derecha española se ha lanzado a una campaña de ocurrencias masculinas, plagada de ignorancia y mentiras. No me parece que la más grave de esas mentiras sea la puesta de manifiesto por un político mediocre incapaz de comprender por sí mismo la diferencia entre abortar y asesinar a un niño. Suárez Illana ha demostrado una abismal falta de preparación, una incompetencia monumental para el ejercicio del servicio público, pero el hombre no pasa de la categoría de ser un bocachancla conservador con poco seso. Más grave que sus tonterías de lector indigestado con el Reader’s Digest, me parece el discurso subyacente de la derecha atávica española, que pretende vendernos ─con la ayuda de alguna asociación provida─ que el derecho a ser madre de las mujeres españolas está en peligro por la existencia de leyes que regulen el derecho al aborto. Eso es rotundamente falso. Ni está en peligro ni lo ha estado jamás. Asegurar que sí lo está, como he escuchado en los últimos días a algunos dirigentes del PP sofronizados por la marcha provida de hace diez días en Madrid, es mentirle a la gente.

Lo que hoy podría correr peligro no es el derecho a la maternidad, sino la actual legislación sobre aborto basada en plazos y superadora del sistema de supuestos aprobado por el Gobierno de Felipe González. Esa legislación podría correr peligro si llegará a gobernar alguien que considere ─como el número dos de Casado, Teodoro García Egea─, que las mujeres españolas tienen muchas opciones y fórmulas para abortar, entre otras «viajar fuera de España». De verdad que el nivel de estos nuevos políticos aturde un poco.

Pero tampoco nos alarmemos más de la cuenta: que Casado le pretenda explicar a las mujeres lo que significa abortar, o que García Egea y Suárez Illana suelten sus ocurrencias sobre el aborto, no significa necesariamente que el PP vaya a moverse en esa dirección. De hecho, ya han reculado. El PP frenó hace cinco años la pretensión de Ruiz-Gallardón ─alguien mucho más preparado que este trío─ de endurecer los supuestos a la hora de abortar. Eso fue en 2014, y Gallardón tuvo la decencia de dimitir entonces como ministro de Justicia de Rajoy.

Si alguien tiene dudas sobre lo que piensan la mayor parte de las mujeres españolas de este debate ridículo y forzado, ajeno a cualquier cosa que no sea sacar pecho frente a la tetosterona de Vox, no tienen más que escuchar lo que piensan mujeres del PP ─generacionalmente tan distintas─ como Cayetana Álvarez de Toledo o Celia Villalobos. Por suerte, el nuestro es un país más moderno y mucho más sensato de lo que creemos.

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