FIRMAS Francisco Pomares

A babor | Ocho años después | Francisco Pomares

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La mayor parte de los seres humanos miden su propio pulso vital en años, lustros o décadas. Los periodistas que hacemos información política lo medimos en legislaturas: nuestro tiempo cotidiano, el espacio natural de nuestros afanes y relaciones, se expande en el férreo entorno que dan de sí cuatro años.

Y ayer hizo justo el doble de cuatro años que Adán Martín sucumbió al cáncer al que se enfrentó durante década y media. Un cáncer que esperó a que Paulino Rivero sacara a Martín del Gobierno regional para rematarlo. Ayer, justo ocho años después del día que murió Adán (el único de los presidentes de Canarias fallecido hasta ahora), el Parlamento celebró un pleno monográfico sobre la reforma del Estatuto de Autonomía que el expresidente puso en marcha en mayo de 2004.

Catorce años ha tardado el último de los Estatutos de «segunda generación» en hacer su recorrido de ida y vuelta desde que fue concebido en Canarias, hasta ser refrendado en Canarias. En el ínterin, cuando estaba a punto de ser aprobado por las Cortes, Rivero decidió suspender su tramitación para no enfrentarse a una casi segura modificación de la ley electoral que habría reducido sus posibilidades como candidato a la Presidencia, y todo tuvo que volver a su comienzo. Una pérdida extraordinaria de tiempo, que colocó el autogobierno de Canarias a la cola de las regiones españolas durante doce años.

En esta ocasión afortunadamente, no será la reforma del sistema electoral la que lastre o impida la aprobación del nuevo Estatuto, después de que Coalición Canaria haya asumido como mal menor sacrificar la ‘triple paridad’ antes que las mejoras que el Estatuto reformado aporta al actual. Pero no debe cantarse victoria aún: falta la aprobación definitiva por las Cortes -el Estatuto de Autonomía de Canarias tiene rango de ley orgánica-, y además el patio político anda lo suficientemente revuelto como para que aún quepa la sorpresa de un adelanto electoral que eche por tierra un esfuerzo de consenso al que sólo ha sido ajeno Podemos. Y es que en el debate plenario de ayer se produjo un fenómeno bastante inusitado últimamente por estos pagos: Román Rodríguez y Asier Antona, dos adversarios de colmillo retorcido, renunciaron a los juegos asesinos tradicionales en la Cámara para agradecer al nacionalista José Miguel Ruano el trabajo realizado todos estos años como principal valedor de las reformas, un trabajo de integración y seguimiento del Estatuto y sus claves fundamentales -blindaje del REF, «mar canario», desaforamiento político- que fue aplaudido, al menos, por quienes saben del esfuerzo ininterrumpido de Ruano para lograr un amplio acuerdo en torno al texto y hacer prosperar la propuesta.

Con el único voto en contra de Podemos, y el aplauso del resto de los padres y madres de esta región, la reforma quedó ayer en manos del Senado. Ocho años después de la muerte de Adán Martín, el presidente de Canarias que más esfuerzo dedicó a construir el futuro, el Estatuto ha quedado por fin visto para sentencia. Ojalá esta vez nada lo tuerza.

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