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Ocurrió hace más de veinte años y se montó la de Dios. La vida es una caja de sorpresas y hace poco me dio otra “¿Eres tú…?”, me dice una voz ronca al teléfono. “Si…”, contesto sin saber quién llama. “Soy Mar, ¿te acuerdas de mí?” Confundida trato de ganar tiempo a ver si algún comentario activa mi memoria. La estrategia funcionó porque la persona que hablaba aportó tres datos: La Orilla de Sardina, Carmelo Ramírez y “el escándalo que se montó con mi casa”. A partir de ahí, como un alud, llegaron a mí los recuerdos de un caso periodístico que alcanzó notoriedad nacional en mayo de 1991 cuando el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria) se vio inmerso en un conflicto social muy mediático. Lean.
Un travesti de 24 años había tenido la osadía de solicitar una vivienda oficial. Vivía en una habitación con su pareja. Dar ese paso en los años noventa era insólito y el Ayuntamiento decidió rechazar la petición al considerar que habían peticionarios más necesitados y alejados de ese perfil. La negativa animó a Mar que entonces tocó en la puerta de Gobierno de Canarias y contra todo pronóstico sonó la flauta. Concedida. Me gustaría que el lector se situara en la época para entender el rechazo social con el que se respondió a esa concesión histórica. “¿Una casa para un travesti…?” Noticia de impacto. En la primera página de La Provincia de entonces veo al agraciado, Mar, feliz y orgulloso, posando en un sillón de orejas, muerto de risa.
Quienes no se reían tanto eran los vecinos que formaban el listado de peticionarios de un techo. Muchos consideraron el logro de Mar como un atropello a sus derechos. Los insultos que recibió fueron duros: “¿Hay que ser “maricón” para que te den una casa…?”, fue el más suave. Como entenderán la historia estaba borrada de mi mente pero no de la cabecita del protagonista. Vimos de nuevo el viejo reportaje y rememoramos aquellos días. Mar se ríe y con las alas que le dio el triunfo comenta que “los que querían que los maricones no tuviéramos una alcoba, se la envainaron”. “¿Sabes?”, le digo para que entienda el interés mediático de la época, “es que fuiste pionera en España”. Dudo que conozca el significado de esa palabra: “No, no, yo fui la primera travesti de España a la que le dieron casa”. Eso. Se ha casado dos veces y su polémica vivienda sigue habitada. Y dime, “¿cómo estás?” le pregunto. “Guapísima, con otro novio nuevo”.
Descarado, feliz.
marisol_@Ayala
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