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El bar de Pepe. Estar y vivir en Canarias. Por Joaquín Hernández

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Desde la plaza de la Basílica del pueblo tinerfeño de Candelaria, en una terraza de uno de los bares del entorno, observaba los turistas extranjeros que, con una temperatura ideal y tostándose al sol de la isla, tomaban unas cervezas. Parecían felices y seguro que lo eran, sus rostros lo demostraban.

Comentaba con mi hijo Ramón el hecho de estar y vivir en Canarias, la gran diferencia de ser y estar en las islas a venir unos cuantos días a un hotel de 4 ó 5* con la pulserita del «todo incluido», paseando por nuestros inmejorables parajes naturales y absorbiendo todo el sol y la cerveza que su piel y barriga soportan. Me decía Ramón que este año y según todas las previsiones batiríamos el record en materia de llegada de turistas a nuestras islas, más de 14 millones de guiris de casi todo el mundo nos visitarán a lo largo de este año 2016. La entrada de dinero será enorme, increíblemente enorme, tanto que parece inaudito que estemos viviendo en la comunidad más pobre, junto con Extremadura y Andalucía, de la Unión Europea.

Porque estar viviendo en Canarias cada día se nos hace más difícil, menos llevadero y el coste insular se hace cada vez más insufrible. La realidad es totalmente distinta entre la percepción del turista que nos visita y lo que reamente sucede en estás «idílicas y paradisiacas islas del Atlántico».

Los canarios seguimos viviendo alejados, más que nunca, del continente europeo y cada día más cercanos, no solo geográficamente, con el africano. No voy a dar datos, ni caer en la tentación de aplicar estadísticas de la miseria, pero cualquier canario que lea esta columna estoy seguro que me dará la razón. Los canarios estamos siendo alejados de la Unión Europea hasta considerarnos europeos de 5ª categoría o africanos de 1ª, baste decirles que soportamos el mayor desempleo, la peor educación, la sanidad pública con listas de espera interminables y de pesadilla (18 meses de espera para la consulta de un especialista en dermatología), carencias de vivienda sociales, empleos en precario y salarios del miedo conforman el escenario del estar y vivir en Canarias.

Si a todo esto le unimos la desunión entre isleños con los mismos problemas, tendremos el coctel perfecto para que el silencio tácito entre los periódicos, radio o televisiones locales sobre las carencias evidentes de los canarios no sean «problemas de primera página». No importa que 20 mil ciudadanos estén firmando un documento para que las autoridades canarias, esos diputados y senadores canarios que dicen nos representen, exijan al gobierno central la obligatoriedad que las navieras que operan entre las Islas Canarias tengan un mínimo de garantías con la salud de los millones de canarios y turistas que se desplazan diariamente utilizando el barco como medio de transporte.

Es tercermundista las numerosas denuncias a la Naviera Armas por dejadez y desatención a sus pasajeros accidentados, hasta tal punto de hacer omisión a su deber de auxilio al accidentado dentro de su buque. Hoy en día si te da un infarto entre las islas de Tenerife y Gran Canaria en uno de los barcos de la Naviera Armas, date por muerto, no tienen ni un maldito desfibrilador cuyo precio no excede de los 2 mil euros, patético el comportamiento del personal de la compañía naviera que pasa olímpicamente del accidentado.

Una de las consecuencias del alejamiento de los canarios con los europeos, es la esperpéntica conexión con los envíos transportados por correos o mensajerías privadas con la península y viceversa. Se da el caso que una carta certificada y urgente enviada desde S/C de Tenerife a Madrid capital ha llegado a tardar 15 días en la entrega, la mayor parte de ese tiempo retenida en la aduana de Madrid. Ustedes se preguntarán ¿una carta certificada y urgente 15 días en llegar a su destino en Madrid y además pasando por aduana? Pues sí, así ocurre cada día, cada vez que se envía una carta certificada se retiene en la aduana madrileña.

Pero somos tan de 5ª categoría que un paquete enviado por DHL conteniendo 5 kilos de caracoles precocinados, su entrega prevista para 48 horas posterior a su depósito en la mensajería, ha sido retenida por la aduana y en está ocasión al cabo de los tres días abrieron el contenido del paquete, con lo cual se perdió la conservación del producto y se echó a perder el precocinado, entregándoselos al remitente dos días después con el envase abierto y un olor nauseabundo de podrido, alegaron que en el albarán de conduce del envío se puso «delicias de gourmet» ¡¡manda cojones!!

El final de la feria fue que el remitente de Barcelona pensaba que Canarias pertenecía a España y al final preguntaba desolada ¿me habré equivocado y Canarias es Marruecos? Porque no me digan ustedes que un ciudadano de Fregenal de la Sierra puede enviar unos chorizos de cantimpalo a Barcelona y no pasa por ninguna aduana y porque yo, canario de nacimiento no puedo enviar ni recibir un par de kilos de queso palmero y dos kilos de gofio a mi nieto en Barcelona y viceversa de munchetas con butifarra sin pasar por aduana y el andaluz sí.

¿Y después quieren que nos llamemos españoles y además europeos? ¡¡Váyanse a tomar por…!!

 

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