Scott Verdini, el joven alemán que provocó accidentalmente el incendio de La Palma, ha desaparecido de los medios. En lo más tórrido de este tórrido mes de Agosto, con la crisis política y los Juegos como únicos asuntos de interés nacional, la figura del joven detenido y esposado, conducido al juzgado, abrió informativos nacionales y fue repetida hasta la saciedad. Supimos que vivía desde hacía unos meses en una cueva -o un pajero, según versiones- en La Palma, que había llevado su naturismo hasta el mínimo consumo, obsesionado por no contaminar y evitar la degradación de su entorno. Supimos también que tiene 27 años, que nació en Frankfurt, que no se habla desde un lustro con su familia, y que antes de instalarse en La Palma habías vivido dedicándose al malabarismo callejero o mendicando en Gran Canaria y Tenerife. En una información se le acusó de haber protagonizado la noticia que todos los redactores jefes ponen como ejemplo: haber mordido a un perro. Es verdad que era un perro pequeño, en Maspalomas (la noticia incorporaba foto de perro), y que el perro, según la información sobrevivió al asalto. En otra noticia, una concejal de Arona aseguraba haberle dado para comer cuando andaba pidiendo a las puertas de un supermercado.
Durante una semana, mientras duró el fuego y la devastación se extendió por la isla, la imagen de Scott se convirtió en el mantra del incendio. Se informó de su ingreso en prisión, sin fianza, de su negativa a comer y beber, de su intención de dejarse morir sin defenderse, y las redes vivieron un efímero debate que enfrentó a piadosos y justicieros. Los piadosos recordaron la obviedad de que el joven Scott no es un delincuente, y que fue un descuido bienintencionado el que inició la fogalera, a lo que los justicieros respondieron recordando sus antecedentes con el perro, su supuesta adscripción antisistema y -sobre todo- que en el incendio -además de arder media isla- murió una persona.
Luego, con la implacable velocidad con la que los medios pasamos a otra cosa, el fuego y su desastre pasó a segundo plano, y Scott se esfumó de los titulares. Suponemos que sigue en prisión, sin fianza, sine die, pero no sabemos mucho más. La Justicia le ha convertido en responsable del incendio, y le ha aplicado el rasero con el que se trata a las personas peligrosas, aunque no parece que este chico responda a un perfil criminal. No se entiende la prisión sin fianza, si el incendio fue fruto únicamente del descuido de Scott. ¿Lo fue? ¿No hubo otros factores -temperatura, abandono de los montes, descoordinación inicial en los trabajos de extinción- que influyeron en la expansión del incendio? ¿No pueden existir otras responsabilidades, como las que se buscan cuando no hay un responsable de partida, sea intencional o casual? Un colega me explicaba hace un par de días que la Justicia ha querido mandar un mensaje claro a los pirómanos e incendiarios, pero yo eso no lo entiendo: ¿Actúa la Justicia con móvil preventivo? ¿Deja la Justicia de ser justa para ser ejemplar? Es cierto que no sólo se han quemado miles de hectáreas. También hay un muerto, y los suyos -dicen las redes- reclaman reparación. Pero… ¿es Scott culpable de esa muerte? Y si lo es… ¿en qué grado? ¿Es razonable que siga en prisión hasta que haya un juicio?
Hay dramas irreparables, como la muerte de Francisco José Santana, que ya no tienen arreglo. El futuro del joven Scott, del que ya no encontramos noticias en los medios, sí está en nuestras manos. No debe seguir siendo el olvidado chivo expiatorio de esta monumental desgracia…
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