Envidiaba el coche de Antonio, la casa de Gloria, el jardín de Fernando, el sueldo de Natacha… Se sentía como obligado a, por lo menos, igualar todo eso para sí. Y poco a poco lo fue logrando, aunque para ello Antonio, Gloria, Fernando, Natacha … fueran desapareciendo de su vida. Y encontró a Garoé. A ella la superaba en todo… lo material, pero tenía muchísimos más amigos que él. Era un ¿envidioso reto? Claro. Y también lo conquistó. Eso sí, con un sorprendente añadido: desapareció el gran coche, la enorme casa, el precioso jardín y el lujoso sueldo. La envidia también puede ser sana.
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