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El bar de Pepe. Volver a empezar. Por Joaquín Hernández

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Si alguien tenía duda sobre la incapacidad mental de los políticos españoles llevada al esperpento, al ridículo mundial, ya no tiene por qué preocuparse; la política española es una especie de sopa de letras donde no puedes encontrar las apropiadas para escribir la palabra «lógica».

La mediocridad se ha instalado no solamente en el Partido Popular que es por si mismo el campeón en eso del patetismo nacional, del chulo bobo que se cree el mejor de todos los mejores, ahí tienen un ejemplo en Rafael Hernando Fraile, descendiente de gobernadores civiles, que lleva desde el año 1983 del pasado siglo chupando de la teta pepera, o sea que jamás ha hecho nada más que dedicarse a no hacer nada.

No obstante le están saliendo competidores en la «nueva casta», personajes como Xavier Domenech, mano derecha de Ada Colau con la que subió a los reinos de Taifas con Común y que ahora verá preocupado como va a dejar su escaño vacio y con su frio culo volverá a intentar decirnos «que sí, pero a lo mejor no es el momento y que mañana será posible si es que se dan las circunstancias para llegar a un acuerdo, aunque lo ve difícil ya que…»

La situación que nos han dejado esta serie de personajes, incapaces de ponerse de acuerdo en nada, excepto en repartirse poltronas, es preocupante. La que se avecina es de órdago y es necesario un gobierno fuerte que sepa manejar el timón en plena tormenta perfecta, en pleno tsunami.

Por un lado los bancos pidiendo agua por señas, no pueden esperar ni un día más sin un gobierno funcionando. El Santander empieza cerrar oficinas y a despedir personal, recortes en el convenio colectivo de la banca, subida de comisiones por servicios prestados, etc.

Se supone que la crisis que motivó solicitar el rescate para España a la Unión Europea, que sirvió para limpiar la mierda y las estafas de mafiosos disfrazados de banqueros, es un juego de niños en comparación para el crac que se nos viene encima. La bolsa en quiebra será lo próximo. Con esta perspectiva, la responsabilidad de todos los integrantes del Parlamento español exigía llegar a un acuerdo de unión nacional, dejarse de líneas de colorines y de orgullo de raza, dejar las maletas, con el sucio equipaje lleno de corrupción, en las puertas de la sala de reuniones y entrar en ella desnudos, sin más ambiciones que el servicio público al pueblo que dejó en sus manos su destino. ¿Qué nos espera, qué podemos esperar de estos individuos que, ante la grave situación de millones de españoles hundidos en la miseria, no son capaces de llegar a un acuerdo de mínimos?

La desilusión ante la apatía de Pablo Iglesias, incapaz de hacer el esfuerzo suficiente dejando aparte las fobias y filias, las ideas o ideales, pasará factura a Podemos. Sin lugar a dudas, la inmensa mayoría de los 5,3 millones de votantes del partido nacido de los indignados del 15-M no volverán a votarle. El desencanto por el patético comportamiento de la cúpula de Podemos ha sido el revulsivo para que gran parte de los militantes de este partido político estén pensando en cambiar su voto por otra opción y los que más en abstenerse y dejar pasar el 26-J en la playa o pensando en las musarañas antes de seguir dando vueltas a las neuronas en un laberinto sin salida.

Por otro lado Pedro Sánchez desgañitado, puteado por los que se suponían sus compañeros de viajes ideales, pidiendo que se deje apartado el asunto del referéndum para mejor ocasión y apoyar definitivamente, de una puñetera vez, su investidura ha comprobado como Albert Rivera ha sido un buen compañero de partida de mus. Una partida que empezó con un acuerdo, más de intenciones que programático, donde el 70% coincidía con las expectativas del Psoe e incluso de Podemos. Todos estaban de acuerdo, y digo todos los partidos políticos del arco parlamentario, en que el enemigo a batir era Rajoy y el Partido Popular, el problema está en que Rajoy, gracias a Iglesias y compañía, ha quedado vivito y coleando. El gallego ha ejercido como tal y brindando al sol se ha paseado por la “plaza de toros”, de la Carrera de San Jerónimo de Madrid, cómo si con él no fuera la corrida.

La solución, espero equivocarme, llegará de manos de Rajoy que volverá a ganar el 26-J y esta vez con la mayoría suficiente para gobernar de la mano de Ciudadanos. La abstención, superior al 70% será determinante en el triunfo del PP donde manteniendo los 7 millones de votantes tendrá más que suficiente para echar un órdago a la Cámara.

Si cristaliza la función de Izquierda Unida con Podemos aún más claro está el tema, o sea vayámonos preparándonos para soportar y aguantar a Rajoy y su “sequito” otros 4 años más.

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