FIRMAS

El futuro que nos espera. Por Joaquín Hernández

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Mientras el Lincolm presidencial avanzaba lentamente por la Avinguda de Francesc Maciá, el Honorable Arthur Más, entornados los ojos, media sonrisa en su apacible y noble rostro, dejaba volar su imaginación muchos años atrás; hasta los difíciles tiempos de la crisis. El pueblo catalán le había demostrado una fidelidad increíble, pese a los grandes recortes sociales, a la perdida de la educación y la sanidad pública, había conseguido la independencia de los “países catalanes”. La debacle del PP en el año 2016 y la entrada en el gobierno del Foro 15M unido a la caída de la monarquía, en lo que se llamaba Estado Español, propició la O.E.I., es decir la Organización de Estados Ibéricos, un organismo creado con el noble fin de reforzar los lazos de amistad, cooperación económica, intercambio cultural y vínculos espirituales entre los distintos países de los Pueblos Ibéricos, que bajo el terror del franquismo, se había llamado absurdamente España, sin más. Y hoy, el 20 de noviembre del año 2035 se iba a realizar la solemnísima inauguración de la Primera Asamblea de la O.E.I.

Eran miembros natos de la O.E.I., es decir por derecho propio y como socios fundadores de la Organización, Catalunya, Euzkadi, Cantabria, O Pobo Galego (Galizia) Las Canarias (islas mayores y menores), La Rioja, el Estado Bético (Andalucía Occidental), el País Valenciá, el enclave autonómico de Fregenal de la Sierra, el Cantón de Cartagena y la Federación Manchega. A titulo de observadores, ya que todavía no reunían los requisitos para ser admitidos como socios de pleno derecho de la O.E.I., participaban también en la Asamblea representantes de Andalucía Oriental, Soria- Las Batuecas- Campo Charro, la Alianza Astur-Leonesa, la Unión de tierras del Segura y el Municipio Libre y Autogestor de Venta de Baños y Adyacentes.

Una suave brisa mediterránea acariciaba las banderas de todos estos Países Ibéricos, incluso de los que asistían meramente como espectadores, que ondeaban en los mástiles del Palau. Para evitar suspicacias se habían colocado por orden alfabético, empezando desde la izquierda, como era lógico. El espectáculo multicolor resultaba muy hermoso; junto a las cuatro barras de la senyera, el pendón crucífero de la ikurriña; el morado de los Estados mesetarios con diversas variedades en cada uno de ellos (un león rampante, una torre almenada, un airoso madroño); los béticos colores verdiblancos; la senyera con franja azul del País Valenciá; la banderola tinta con sifón de la Rioja; la verdiblanca vertical, en vez de horizontal y con una rama de olivo en el centro de Andalucia Oriental…

Se repartían folletos ilustrativos, que la masa apiñada en las aceras leía con avidez, donde se explicaban los antecedentes históricos, geopolíticos y raciales de los distintos países, miembros o aspirantes a serlo, de la O.E.I. y se daba cuenta, también, de las peculiaridades de algunas de banderas y escudos, poco conocidas todavía. Así, por ejemplo, la enseña de la Federación Manchega, blanquinegra, con la imagen de D. Quijote en el ángulo superior derecho y la de Sancho Panza en el inferior izquierdo, acreditando el sentido democrático de aquel país. Y la del Municipio Libre y Autogestor de Ventas de Baños y Adyacentes que representaba un conjunto de vías férreas entrecruzándose sobre el fondo azul esmeralda, reivindicando el paso del Ave por su Estado.

Tres días antes del señalado para la inauguración de la I Asamblea de la O.E.I. había podido resolverse, al fin, el gravísimo problema suscitado en cuanto a la designación de presidente. Porque primero se pensó que el cargo recayera en la persona de más edad, entre los dignatarios de los diversos países de la Organización; pero había empate de viejecitos entre el Honorable, el Lendakari, el Mandamás de Andalucía Oriental y el Mandamás de Cantabria. D. Ricardo (Asesor de Derecho Internacional y Administrativo de la O.E.I.), sugirió entonces que se acudiese al mayor rango por antigüedad de cada país; pero, aunque al principio parecía que nadie podía discutir la primacía catalana (desde Jofre el Pelut, en Castilla Wifredo el Velloso) los gallegos su indudable entronque histórico con los celtas, vándalos y alanos (etnias evidentemente autónomas ya en el siglo VI) y complicaron de tal manera la cuestión, que se desecho el sistema.

Entonces, el Honorable tuvo una feliz idea y propuso, con su generosidad característica, que presidiera la Asamblea, en orden inverso a la prioridad prevista inicialmente, el más joven dignatario del país miembro de la O.E.I., por ello recayó el nombramiento en el sindico mayor del enclave de Fregenal de la Sierra, llamado Eutropio Poyatos, que contaba solamente 19 años de edad. Hubo que comprarle, apresuradamente en un chino un traje oscuro y dos camisas beige, porque el muchacho tenía previsto acudir a las sesiones en tejanos y camisetas con la publicidad de un queso de vaca de Camportillo del Pinar, del negocio familiar, y a pesar del talante liberal de la O.E.I., de cara a los otros países europeos hubiese resultado escasamente representativo semejante vestimenta en todo un señor presidente de la Asamblea.

El departamento de Relaciones Públicas de la Organización de Estados Ibéricos perfilo con todo detalle el programa de actos de la I Asamblea, muy especialmente la sección inaugural. Se descartó interpretar los himnos de todos los países asistentes, porque en un cálculo optimista la audición podría durar más de dos horas; además algunos miembros de la O.E.I. todavía no gozaban de himno nacional, si bien tenían convocado el oportuno concurso entre compositores de cualquier nacionalidad.

Para obviar la falta de un adecuado fondo musical, David Bisbal, David Bustamante y Pepe Benavente junior, trabajando en equipo, alumbraron una partitura colectiva que se tituló Himno de los países Ibéricos (aunque los graciosos le apodaron enseguida la “Interregional”) y fue adoptada como himno oficial de la O.E.I., con carácter definitivo. La letra era, así mismo, obra colectiva; colaboraron en ella hijos y nietos de prestigiosos letristas: José Luis Perales Jr., Víctor Manuel Jr. y el nieto de Isabel Pantoja conocido como Paquirrín III.

Llevaban colocados los auriculares para la traducción simultánea y gracias a ellos pudieron entender todos (incluso los vascos) las palabras en recio euskera del Lendakari y la breve pero sustanciosa interpretación del Primer Mandatario de Galizia, que vino a decir (con un acento digno de Rosalía) que sí, pero quizá no, aunque probablemente, quien iba asegurar nada. Cerro el turno de salutaciones, tras un corto parlamento, muy ceceado del Mandatario de Andalucía Oriental, el Honorable, vitoreado con especial entusiasmo, probablemente para enmendar la plancha del maestro de ceremonias, que al anunciar su intervención se confundió lastimosamente y le dio el tratamiento de Venerable.

Después de tan solemne sesión inaugural, aquella misma tarde comenzó a desarrollarse, en un clima de admirable fraternidad las sesiones de trabajo. El tema de las franquicias aduaneras entre los distintos países de la Organización de Estados Ibéricos fue aprobado sin problemas (alguien apuntó la conveniencia de sustituir el término “franquicias” que se prestaba a equívocos) como asimismo la eliminación del pasaporte que sería sustituidos por los meros Documentos de Identidad de cada país. Se admitía la doble y aun la múltiple nacionalidad para quienes fuesen descendientes de oriundos de otros Países Ibéricos.

La ponencia “intercambios deportivos” que parecía de puro trámite llevo consigo, sin embargo, muchas horas de discusión, alcanzándose cotas dogmáticas verdaderamente importantes en los debates. A la inicial propuesta de la Mesa, de que el Campeonato de Futbol de la Liga mantuviera su carácter supranacional (es decir con la participación conjunta de los equipos de los distintos países de la O.E.I., todos contra todos), opuso una enmienda el Sr. Laporta (hijo del fallecido ex presidente del club blaugrana) pretendiendo que hubiese tantas Ligas como Países Ibéricos o, al menos, que els paisos catalans jugasen una para ellos solos, de manera que en su torneo únicamente participaran “onces” pertenecientes a ciudades, pueblos o aldeas que dependieran de la jurisdicción de Catalunya.

Semejante proposición fue derrotada, ya que estaba claro que lo que pretendía el Sr. Laporta era que el Barça, compitiendo con el Sabadell, Manresa, el Tarrase, el Girona, el Lleida, el Hospitalet de Llobregat y equipos similares (el C.D. Español, por razones obvias, quedaba fuera del torneo) pudieran ganar finalmente la liga.

–¿Y qué hacemos con las quinielas ?– planteó el representante del País Valenciá.

La difícil cuestión consumió toda una mañana de discusiones para finalmente, y como mal menor, aceptar que se mantuviera la organización centralista prorrateándose el reparto de beneficios de las quinielas en relación con los ingresos habidos por ellas en los distintos Países Ibéricos.

Otra ponencia resolvió sin especial conflicto el tema de las traducciones literarias, dramáticas y cinematográficas. Quedaba libre todo gravamen el derecho a verter a las distintas lenguas ibéricas los frutos del ingenio ajeno sin más requisito que la autorización expresa de los autores, salvo caso de ser ya del dominio público.

O sea que, como preciso el Sr. Buhigas, ponente por la Generalitat, la traducción al catalán, por ejemplo, del repertorio de Pere Calderó o de Raymón de la Creu podía hacerse sin mayor tramite; para adaptar a Josep Echegaray o a Cinto Benavent, haría falta, en cambio, el permiso de los derecho-habitantes. Fue muy celebrada la intervención del ponente de Andalucía Oriental, que comentó:

-¡Digo! Pues ya le gustaría a servidor de ustedes presensiar una representación de El Patio o de cualquier otra funsión con repajolera grasia de los hermanos Quintero hablada en vascuence; quiero desir, y ustedes dispensen, en eúskaro…

Dentro de la perfecta organización de esta I Asamblea de la O.E.I., cada noche se servía una cena a cargo de los distintos países, y fue de ver el admirable espíritu competitivo que presidió los banquetes que, en noble puja, cada nacionalidad procuro achantar a las demás. Sería injusto proclamar una triunfadora en tan singular torneo gastronómico. Euskadi ni que decir tiene, entusiasmo con un menú a base de cocochas, chipirones y chuletón; ¿pero qué decir de Galizia que ofreció percebes, centolla y lacón con grelos? Catalunya se esmeró presentando un bacallá a la llauna amb seques y una butifarra de Vich con bolets inolvidable. Y el País Valenciá, naturalmente, sirvió un arroz; pero un arroz asombroso, un rosexat seguido de llomello en fabes, que incluso fue aplaudido.

Los congresistas, que habían engordado varios kilos en tres días, aguardaban con singular expectación el anunciado alarde de los Países Ibéricos Mesetarios que preparaban un cocido madrileño apabullante.

Pero ese festejo final no llegó a celebrarse motivado por una inesperada huelga de hostelería.

Total que desde la Plau cerdá hasta la de Europa y en todas las carreteras, calles, avenidas y caminos inmediatos al Palau, el tráfico se colapsó de manera absoluta. Fue el mayor atasco de la historia de Catalunya (y quizá del resto de los Países Ibéricos), lo que motivó el gozoso comentario de uno de los líderes de UGT.:

-Hemos batido un record en eso de joder al personal…

Conscientes de sus obligaciones democráticas, los asambleístas de la O.E.I., no pretendieron, en absoluto, hacer valer sus prerrogativas. Regresaron al Palau con la intención de tomar allí unos bocatas; pero los empleados de la cafetería estaban solidarizados con la huelga y habían plegado, según aclaró el maître. Entonces, decidieron volver a sus respectivos hoteles a pie, a pesar de lo difícil que les resultaría eludir la presión de la masa estacionada en las calles. Y de que el hotel más próximo quedaba a 6 kilómetros. No vamos a negar que los asambleístas estuvieran hechos la puñeta; pero no salió de ninguno de ellos una sola palabra de queja, ni aun menos de recriminación. Pagaban con gusto, en definitiva, el precio de la democracia.

También es verdad que, cuando, cercana la medianoche fueron llegando a sus hoteles y cayeron derrumbados en las camas, no pudieron reprimir (en la intimidad) ciertos desahogos verbales. Y el representante manchego farfulló:

-¡Esto es la leche!

Y el ponente de Canarias (Islas Mayores), meliflua pero duramente, dejo escapar:

-¡Me cago en ellos!

Más irritado que nadie, porque estaba citado a las nueve con una chavala del puticlub Irma la Dulce, que, naturalmente, se había marchado tres horas antes, el delegado del Enclave Libre de Fregenal de la Sierra gritó, sin poderlo remediar:

-¡Que les den por culo a todos!

Pese a tan momentáneas y naturales excitaciones, al siguiente día todos firmaron (como los demás asambleístas) una nota de adhesión “a la tan justificada protesta de los trabajadores de la hostelería, que de manera unánime y espontanea han querido dejar constancia pública de su repulsa a los métodos fascistas que, desdichadamente, siguen aplicando algunas empresas capitalistas en su relación con los obreros reprimidos”

 

 

 

 

 

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