FIRMAS Francisco Pomares

A babor. Cinco horas perdidas. Por Francisco Pomares

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Cinco largas, interminables e inútiles horas duró la reunión que el miércoles mantuvo la Comisión de seguimiento del pacto entre Coalición y el PSOE, para ocuparse de las situaciones creadas en La Laguna y Lanzarote. La lectura obvia de esas cinco horas es que no se va a romper el Pacto entre el PSOE y Coalición (nadie lo esperaba, no toca), y que los socialistas van a hacer los gestos procedentes para contentar a sus socios. En mi opinión, son gestos de pura filigrana, con escasa entidad práctica. Los problemas que hay siguen enquistados. No sólo los de Lanzarote y La Laguna, todos los que se crearon en la etapa de constitución de municipios y cabildos, también.

En La Laguna, el PSOE no ha conseguido que Javier Abreu, principal responsable de la percepción de bloqueo en el Gobierno municipal, deje de estar enrocado, negándose a firmar un acuerdo de cuyas canonjías y sinecuras sin embargo disfruta. La posición de Abreu responde a su rabieta por no haber conseguido que las cosas en La Laguna salieran como él quería (es decir, con él de alcalde), y a su voluntad de liderar la oposición interna al pacto con Coalición, en el PSOE tinerfeño. Abreu es un tipo muy listo, pero hasta para él, experto monaguillo en estas cuestiones, va a resultar muy difícil estar en la misa del Ayuntamiento y repicando al mismo tiempo contra el Pacto. De momento, se ha decidido que el acuerdo municipal lo suscriba Nicolás Jorge, uno de los sargentos de Patricia Hernández. Es una extraña solución. Pero menos da una piedra.

Lo de Lanzarote tampoco se ha cerrado bien: Coalición ha asumido que el PSOE se mantenga en la oposición en el Cabildo, siempre y cuando se comprometa a «garantizar la gobernabilidad» de la corporación insular, suscribiendo un acuerdo de no agresión con Pedro San Ginés. Otra decisión surrealista, otro estar dentro y fuera al mismo tiempo, otro acuerdo en el que se pospone la verdadera resolución del conflicto a una improbable restitución en su cargo del jefe de la Oficina del Plan Insular, Leopoldo Díaz, destituido por San Ginés.

O sea: después de días de tensiones y recados en los que se ha implicado incluso el presidente del Gobierno, negándose a concluir los nombramientos de su propio ejecutivo, el PSOE constata públicamente que no es capaz de meter en cintura ni a Abreu ni a los socialistas conejeros. Y la ejecutiva regional pasa del asunto. Lo mejor es el final de fiesta con declaración de Julio Cruz sacando pecho contra Fernando Clavijo por haber dicho que la división en el PSOE no facilita las cosas en el pacto. Una declaración impropia de un presidente, pero tan real como la vida misma.

Porque si hay una lectura de las cinco horas de calvario de los negociadores, es que el PSOE debe resolver cuanto antes sus problemas internos de liderazgo y cohesión. Coalición ha aceptado que Patricia Hernández se haga cargo de garantizar La Laguna y Lanzarote, pero eso es pura entelequia, si no es Patricia Hernández la que manda en el PSOE. La situación actual no se sostiene: ojo, pues. Este pacto empieza raro.

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