También es de coña que estos mismos que exigen respeto a su tendencia sexual son los mismos que no guardan el más mínimo por la Iglesia, haciendo burla constante y sonante contra los obispos y las monjas. ¿En qué quedamos? Si se quiere abogar por la integración, hagámoslo desde todas las vertientes, no sólo desde la que a estos miembros del lobby gay les conviene.
Seguramente más de uno me llame carca y retrógrado, pero, de verdad, ¿es necesario que salga el señor Juan Antonio Alcalá a proclamar a los cuatro vientos que es homosexual? ¿Le han hecho algún reportaje a los miles de periodistas que pueden ser heterosexuales? Encima, en el caso del señor Alcalá se da la circunstancia de que vuelve a meterse en otro charco: primero lo del dopaje, luego lo de la compra de partidos y ahora viendo conspiraciones para evitar que deportistas de élite salgan del armario. De verdad, es de coña marinera.
Conozco a gays y lesbianas que esta fiesta del orgullo no sólo es que se la traiga al pairo, sino que están hasta los mismísimos de que se les encasille como unas locazas. Que Jorge Javier Vázquez quiera hacer el indio año tras año en esa cabalgata de Chueca es su problema, pero él no puede convertirse en el modelo de los homosexuales del mundo mundial. Ahí tienen ustedes al juez Marlaska, muy gay él, pero jamás ha dado un escándalo o se ha dado el lote en público con su pareja. Maneras de vivir.
Esa cosa procede de los fondos de inversión globalistas donde va todo en el mismo paquete, prostitución, mafias de trata y millonarios que fomentan esto, emitiendo en todos los medios de masas todo esto. Políticamente correcto es decir que sí a todo lo que fomentan estos fondos de inversión, si dices que te parece antinatural y que atenta contra la intimidad de los ciudadanos te tachan de homófobo y conservador.