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Ciencia, faltaría más. Por Ce Castro

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Nadie ahorra halagos a la hora de posicionarse con respecto a la ciencia. Todos apostamos por la investigación, el desarrollo y la investigación; y si estiramos un poco la cuerda, hasta podríamos llegar a escuchar a más de un dirigente público afirmando que mataría por potenciar el tan deseado crecimiento inteligente. Ahí están «nuestros» logros en campos tan variados como la astrofísica, la biotecnología, la gestión de recursos hidráulicos o la investigación oceánica.

El Observatorio Español de I+D+i ha puesto de relieve que la Comunidad Autónoma de Canarias se encuentra «a media tabla», por ejemplo, en producción científica y que, por ejemplo, el porcentaje de colaboración internacional de «nuestros científicos» es, con una tasa del 44,9, el más alto del país. Además, el 52,2 por ciento de las publicaciones científicas gestadas en las Islas son publicadas en revistas de alta calidad.

Siendo estos datos ciertos, también lo son los ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística correspondientes a 2013 y que relegan al Archipiélago a ocupar «la cola» en ciencia. Canarias dedicó un escasísimo 0,5 por ciento de su PIB a I+D y fue la segunda región del país que menos invirtió en esta materia. Asimismo el gasto cayó un 4 por ciento, cuando la caída media nacional fue de un 2,8; y también el personal contratado se redujo en un 7,9 por ciento. Aunque parece que en este último apartado, el empleo, los indicadores se están recuperando lentamente, sin olvidar que no siempre la reducción del número de parados va aparejado milimétricamente al aumento de ocupados.

Quizá lo peor de estas cifras no sea este parón inversor, sino las consecuencias que traerá consigo. La pujanza científica siempre viene acompañada por la constancia y los trabajos a largo plazo. Así, las comunidades del norte del país llevan apostando por la investigación décadas y lo han hecho con regularidad y de forma decidida. En las Islas, en cambio, esta empresa ha sido liderada fundamentalmente por las universidades y las administraciones públicas, mientras la iniciativa privada se quedaba dormida (en 2012, realizó sólo el 20,5 por ciento del gasto, mientras la media estatal alcanzó el 52). En este escenario es harto complicado competir, aunque Canarias lo ha venido haciendo en determinados campos del conocimiento con relativa solvencia.

El quid de la cuestión radica en que, siendo consciente de que invertir en I+D es fundamental para el desarrollo y el bienestar de la sociedad, se han desaprovechado irremediablemente los siete largos años de crisis para generar un cambio real en el modelo económico del Archipiélago. Se optó por perpetuar un sistema, pero implementando la precariedad. Así, «los hachazos» asestados a la ciencia y el conocimiento en las Islas tardarán en sanar por lo que, pónganse cómodos, la dura travesía por el desierto continuará si nadie se lo toma, de una vez, en serio.

@cecastroramos

 

 

 

 

 

 

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