Es sordo el que no quiere oír y ciego el que no quiere ver, obviar la voluntad de los catalanes a decidir su futuro con España es una tiranía digna de un sistema dictatorial y bananero.
Discutir sobre el número de personas que asistieron a la manifestación, conocida como “la V” en el día de Catalunya, si sobrepasaban los dos millones o no llegaban al millón se me antoja querer echar balones fuera del verdadero problema, que no es otro que el deseo del pueblo catalán a decidir por mayoría su salida del marco legal del Estado Español.
La Constitución Española, que cabe recordar que los catalanes fueron los que más la votaron de toda España, no reconoce otra nación que la propia del Estado. Por lo tanto España es indisoluble y eterna por la Gracia de Dios, a menos que Dª Ángela Merkel le de órdenes a su lacayo Marianito Rajoy y tal como hizo anteriormente con Zapatero, modifique la Constitución y permita por el ORDENO Y MANDO la reforma en cuanto a la celebración de un plebiscito donde se determine la libertad de los pueblos de España para decidir su futuro.
La negativa al pacto Estado/Cataluña puede representar la vuelta atrás de una película de terror que creíamos tener acabada, terminada o próxima a terminar, el último capítulo del terror Etarra puede empezar en Cataluña de una forma aun más virulenta, atroz y terrible. Someter a los Catalanes a la voluntad de una política absurda y mediocre con un dialogo de besugos sin dar la palabra a todos los catalanes y decidir con su libertad de conciencia a pertenecer a un Estado, que se nos antoja ejerce una dictacracia, o sea una dictadura disimulada en una democracia inútil e inservible, es un peligro inminente.
Reformar la Ley de Leyes española no es nuevo ni sería descabellado hacerlo nuevamente. En el año 1992 se produjo la primera reforma constitucional, el 7 de julio los partidos PP, Psoe, Convergencia i Unio, Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, CDS, PNV y Grupo mixto, presentaron conjuntamente una proposición de reforma que consistió en añadir, en el artículo 13.2, la expresión «y pasivo» referida al ejercicio del derecho de sufragio de los extranjeros en elecciones municipales, en 1992, para adaptar la Constitución a una exigencia del Tratado de Maastricht..
Posteriormente, en el año 2011 y a propuesta de la “troika” se vuele a reformar la Constitución Española, en su artículo 135 estableciendo en el texto el concepto de “estabilidad presupuestaria”. La reforma contó con el apoyo de los dos partidos mayoritarios PP y PSOE y también de UPN.
Puesto que PSOE y PP tenían conjuntamente más del 90% de diputados y senadores, y al tratarse de una reforma por proceso ordinario, no fue necesario un referéndum; tampoco ha sido solicitado por un 10% de los representantes de una de ambas cámaras, dentro del plazo previsto que concluyó el 26 de septiembre de 2011.
Ya no se trata de reformas, ahora se trata de renovar la Carta Magna Española. Todo en esta vida necesita adecuarse a las exigencias de un mundo que tiene más amplitud de criterios y rechaza el estancamiento en rancias políticas ancestrales. Poner en manos del pueblo el verdadero poder de decidir su manera de vivir, su destino como pueblo no es una anarquía, ni significa un ataque a nada ni a nadie. Dejar a decisión del pueblo de qué forma quiere ser administrado, que no gobernado, no es un desatino, ni siquiera una insumisión, simplemente es aplicar la Constitución Española en cuanto se refiere al Título Preliminar, artículo 1, apartado 2, que dice:
“La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”
Transformemos, renovemos pues lo que se tenga que renovar y actualicemos el derecho permanente que nos asiste; ser soberanos de nuestro destino como pueblo. Aceptemos que la gente se exprese libre y de forma pacífica y democrática como quieren vivir y con quien quieren vivir. Propongamos nuevas alternativas que convengan a todos los pueblos de España, a catalanes y canarios, a vascos y andaluces, creando una España Federal con un sistema moderno de federalismo, que nos permita estar entre los países más libres y demócratas del planeta, logrando una mayor igualdad social y solidaridad entre todos. No se trata de utopía, todo esto se hará realidad pese a quien pese, y más pronto que tarde, lástima que no pueda existir una revolución sin sangre.
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