FIRMAS Marisol Ayala

La Pasionaria de la Isleta. Por Marisol Ayala

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Entró en el Partido Comunista en 1936, y hasta su muerte en el 2011 con 97 años mantuvo intactos sus ideales; sólo fue tres meses a la escuela, pero en la cárcel de Barranco Seco leía las cartas a los presos políticos.

En Tenerife, una iniciativa trata de recuperar la vida de quien fue la militante más antigua del PC en Canarias.

La presente entrevista fue publicada en La Provincia en el 2008 y ha servido como arranque para reconstruir su apasionante vida. En una exposición sobre mujeres valientes que está en marcha en Tenerife figurará Isabel con este reportaje.

Isabel Sánchez Martín

Isabel Sánchez Martín

Al borde de los 90 años, Isabelita Sánchez Martín, la militante más antigua del Partido Comunista de los Pueblos de España en Canarias, guarda intactas dos cosas: sus ideales de izquierdas y su memoria. Asombrosa la lucidez de esta mujer como lo es su vitalidad y su interés por la vida política de las islas. Personaje impagable para un periodista, doña Isabelita, que vive desde el año 1955 en el tercer piso de ‘Las Casas Baratas de La Isleta’, ingresó en el PC en el año 1936 y ha sido fiel a esa militancia; guarda como oro en paño su carné del PC, y teniendo sobradas razones para el rencor (dos hermanos suyos murieron en la guerra civil, luchando en distintos bandos) y su marido fue condenado a muerte por rojo y más tarde a cadena perpetua, no sabe nada de ese sentimiento tan doloroso como mezquino. Finalmente su marido José Mujica Fleitas estuvo ocho años en la cárcel de Barranco Seco.

La vida de Isabelita ha sido pues una vida dedicada al más absoluto compromiso social. Es La Pasionaria de la Isleta. Nació en el barrio de La Isleta en 1918 y en 1931, con 13 años, dice que escuchó en las calles del barrio el sonar de voladores lanzados por republicanos, una escena que ella vincula a sus inicios en la lucha. Militó en el Socorro Rojo, movimiento clandestino, claro, que ayudaba a los presos políticos, “sobre todo a los peninsulares que no tenían a nadie aquí” , así que cuando el PCPE decidió hace un año condensar en el libro Memorias imprescindibles, vidas en la vanguardia a 24 comunistas históricos, Isabelita fue una de las elegidas.

Isabel Sánchez Martín entre sus fotos y posters

Isabel Sánchez Martín entre fotos y posters de sus ídolos

CON SUS ÍDOLOS.

Duerme con el Ché, Hebe de Bonafine, Pilar Bardem y Fidel porque en su modesta alcoba todo estos personajes y muchos más de la izquierda, lucen en la pared, en la mesilla de noche, en la biblioteca… Nada le gusta más a ella que la lectura y a pesar de que solo acudió tres meses a la escuela no hay libro “por gordo que sea” que se le resista. La edad de Isabelita, ya saben, a tres meses de los noventa años, solo le ha hecho mella en sus huesos, “que ya no dan para mucho” y poco más porque la vista aún le acompaña, “aunque un ojo anda así, así”. Menuda y vivaz gesticula y habla con vehemencia de un tiempo en el que luchó en la calle siendo una niña y no entiende a los políticos de hoy, estos “que no saben de honestidad, que se casan como el primero, que no tienen principio. En eso la izquierda comunista ha dado siempre un gran ejemplo”, dice con los ojos a punto de escapar de las gafas. Tres de sus siete hijos, Caridad, Mercedes e Isabel están pendientes de su madre porque físicamente ya no se vale por sí misma, “pero en tino nos da lecciones. Incluso nosotros le preguntamos por fechas que hemos olvidados, cumpleaños y esas cosas. Mi madre es un asombro”, decía Mercedes el día de la entrevista.

Isabel conoció a su marido en sus idas y venidas a la cárcel cuando ya estaba implicada en los movimientos de izquierdas. “¡Muchos viajes di a esa cárcel, uf!…Y allí estaba José que formaba parte de un grupo de Arucas condenado a muerte aunque después le conmutaron la pena”. “Él era casado y yo le leía las cartas que recibía. Con el tiempo enviudó y nos casamos”. Muestra una foto que recientemente ha encontrado la familia de Isabel y en ella se ve a su marido en el patio de Barranco Seco con otros condenados a muerte. “Yo empecé en la militancia con trece años. Cuando se instituyó la Segunda República y sentí voladores en la Casa del Pueblo de La Isleta pensé que todo iba a cambiar, que los pobres, los que pasábamos miserias íbamos a vivir mejor; en mi casa comíamos del fiao porque mis padres no tenían dónde caerse muertos pero, eso sí, todo lo repartían con los que eran más pobres que nosotros”. Pero Isabelita, que en ese ambiente de pobreza pocas posibilidades tenía de ir a una escuela, estuvo tres meses en una, lo que le sirvió para aprender algo que a lo largo de su vida le ayudó a formarse y conocer historias de personas que “apostaron duro por los demás”. Dice que en casa de unos tíos que vivían en su barrio había muchos libros que allí “me fajaba a leer”. En esa época se tropezó con la biografía de Mariana Pineda y supo entonces cómo fue condenada a muerte en Granada por bordar la bandera republicana. Cuenta que cuando estalló la guerra ya se metió de lleno en la lucha. “Iba a la cárcel de Barranco Seco a llevarle comida, cartas, a hacerle compañía, etc., a los presos peninsulares porque nosotros sabíamos que ellos no tenían familia y que los habían trasladado a las islas para apartarlos de su familia y castigarlos. Pero nos tenían a nosotros”. Dice que como activa militante comunista siempre tuvo suerte con la policía porque jamás la detuvieron: “A veces en la guagua que iba a la cárcel subían policías pero nunca se dieron cuenta de que las mujeres que estábamos a su lado íbamos a llevarle dinero y comida a los presos”.

LISTAS.

Isabel fue en las listas al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con su admirado Fernando Sagaseta en cabeza. Había muerto Franco y se celebraban en el país las primera elecciones generales. Era 1977: “Yo me quedé muerta cuando Fernando, ¡qué gran tipo!, me lo dijo. Yo era casi una analfabeta, pero él era un gran seductor así que me entusiasmó y me presenté, ¡qué ilusión más grande!… Todo lo que pensaba lo expresé en los mítines pero lo llevaba todo escrito porque me daba seguridad”.

Cuba en el corazón. Una de las asignaturas que no ha podido aprobar Isabelita ha sido conocer Cuba y eso que incluso queridos amigos, entre ellos Alvarado Janina, le quisieron regalar el viaje, pero no se animó. “Hubiera sido maravilloso porque la revolución cubana yo la viví intensamente en mi casa a través de la emisora Radio Habana Cuba pero, claro, no podíamos alegrarnos delante de la gente, nos detenían los grises. De esa lucha se me quedó la figura del Che Guevara, un personaje increíble, extraordinario que ha pasado a la historia, lo mismo que Fidel, ¡qué cabezas!”.

Enfatiza Isabel al contar que días antes del fallecimiento del camarada Fernando Sagaseta fue a verlo al Sabinal y le dijo: “¡Fernando no puedes morirte, nos haces falta en el partido…!” y que él , sorprendido por la vitalidad de su amiga, contestó; “Isabelita, graba eso (la charla)”. Produce ternura este relato porque por esas fechas ella ya tenía setenta y pico años. Cuando la entrevista ya entra en el terreno de la charla amigable, Isabel saca de un bolso su documentación más querida. El carné del PC y con él se hace una foto: “Yo no he cambiado nunca. Crecí y moriré comunista”. Fiel.

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