Murió Gabriel García Márquez y con él desaparece una de las figuras más importantes e influyentes de la literatura universal. Perteneció al grupo de narradores que impulsaron la narrativa hispanoamericana en los años 60. Constituyó, sin duda, el más conocido de los nuevos narradores.
El realismo mágico, la incorporación del subconsciente, una temática mítico-alegórica, la presencia de la muerte, la ruptura de la linealidad temporal, la ilogicidad, la experimentación con el lenguaje y el sentido sagrado del cuerpo constituyen los elementos más significativos de la nueva novela hispanoamericana que surgió a partir de los años sesenta, cuando se experimentó el denominado Boom de la novelística hispanoamerica, recogiendo las obras de García Márquez toda esa serie de elementos.
Desde los años cincuenta compaginó su actividad periodística con la escritura de cuentos y novelas cortas. A su primera novela, La hojarasca, siguió el reportaje novelado Relato de un náufrago, novelas cortas como El Coronel no tiene quien le escriba o La mala hora. Todas ellas anticipaban el rico universo mítico-literario de su novela cumbre, Cien años de soledad (1967).
Posteriormente continuó publicando obras geniales: El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, etc. En 1982 fue galardonado con el premio Nobel de Literatura. Y en los últimos años se dedicó a escribir sus memorias: Vivir para contarla e Historia de mis putas tristes.
García Márquez fue capaz de crear toda una serie de personajes a través de los cuales el lector que se ha aproximado a los mismos ha podido disfrutar con los argumentos y situaciones narradas por el gran escritor colombiano. Atrás quedan personajes como: Santiago Nasar (el coronel), Aureliano Buendía, Melquíades, Mamá Grande, Florentino Ariza y Fermina Daza, etc. Toda una serie de personajes utilizados en sus más exitosas obras y que vienen a ser parte del propio universo creado por el premio Nobel de Literatura.
Se fue la máxima figura del llamado «realismo mágico». Logró tejer como nadie una literatura viva, una literatura que respiraba. Con García Márquez hemos perdido al hacedor de uno de los mundos narrativos más densos de significados que ha dado la lengua española en el siglo XX. Muere el escritor, pero su obra permanecerá viva siempre. Descansa en paz.
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