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El día después de la Refinería. Por José Manuel Bermúdez Esparza

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El pasado mes de septiembre escribí en otro artículo sobre este mismo tema, acerca de la relación la relación entre Santa Cruz y la Refinería. Unos días antes había mantenido en el Ayuntamiento una reunión con el nuevo consejero delegado de Cepsa, a quien expuse nuestro propósito de vigilar, controlar y reclamar el cumplimiento estricto de toda la normativa medioambiental exigible, para que su labor se efectúe sin sobrepasar los parámetros de seguridad para la salud de la población. Desde entonces hasta hoy, durante los cuatro meses transcurridos, la sucesión de hechos respecto a la actividad de la instalación ha propiciado que se avive el debate ciudadano sobre su futuro en el municipio.

Tales hechos tienen que ver con el grado de cumplimiento de la legalidad en materia de emisiones a la atmósfera (el Gobierno de Canarias acaba de aprobar el Plan de Calidad del Aire de la aglomeración de Santa Cruz-La Laguna por dióxido de azufre); la escasez de información ofrecida a la ciudadanía en cuanto a determinadas incidencias sucedidas en la planta y las sucesivas paradas de producción efectuadas desde julio de 2013, alegando razones económicas. Por si fuera poco, la controversia se agudiza ahora por la inquietud expresada por los trabajadores de sus empresas auxiliares de servicios, que exigen a Cepsa que invierta lo comprometido para frenar el goteo de despidos, cifrado ya en un centenar de empleos.

Es más, afirman que los despidos se producen porque Cepsa no efectúa las mejoras que requiere la planta y temen que se haya entrado en un proceso de desmantelamiento de la industria. Esta conclusión la compartimos en el Ayuntamiento, donde observamos una serie de factores que inducen a pensar lo mismo y que no se deben, en modo alguno, a la interacción entre su explotación y la capital, tras muchos años de coexistencia con relativa normalidad. Son factores referidos a la obsolescencia de la instalación, por más que haya invertido en su modernización, en comparación con nuevas plantas de refino; las supuestas pérdidas económicas que está suponiendo su explotación; los cierres de actividad citados, inexistentes en otras refinerías, pese al encarecimiento del precio del crudo, y el difícil cumplimiento de las nuevas exigencias medioambientales, pese a la buena voluntad de la industria y las inversiones realizadas.

Con todo ello, el debate ciudadano en torno al futuro de la Refinería se ha convertido en un hecho. No tiene vuelta atrás y justifica mi disposición absoluta a liderarlo, como alcalde de Santa Cruz, tal y como he anunciado esta semana, después del encuentro que mantuve con las juntas directivas de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación y la Confederación de Empresarios (CEOE-Tenerife).

Reconozco que será un debate complejo. Soy consciente de que la Refinería está en manos de gente que vive muy lejos de Canarias, pero también de que su instalación ha terminado por anclarse en medio de la ciudad. Esto nos da todo el derecho y el deber de opinar y plantear propuestas sobre su futuro.

El propósito es convocar una gran mesa de debate, en la que estén presentes todos los agentes relacionados con este asunto –en ámbitos como el urbanismo, la economía, la industria, el turismo o el medioambiente–, para definir qué tipo de ciudad queremos sobre esa superficie de más de un millón de metros cuadrados, que a medio plazo marcará el crecimiento de nuestra capital. Por supuesto, la propia compañía tendrá un sitio en esta mesa, solo sea por los derechos de la propiedad privada que ostenta en dicho espacio, igual que sus trabajadores. El futuro de estas familias es una cuestión primordial: llegado el caso, exigiremos un plan para la recolocación, recualificación o prejubilación, de forma idéntica a como se ha hecho en otros sectores.

Conviene aclarar que el Ayuntamiento no está actuando de forma proactiva para que se vaya la Refinería. Solo hemos exigido que se cumpla la normativa medioambiental antes de entrar en el terreno de posibles consecuencias penales si no se cumple la legalidad. En paralelo, estamos preparando nuestra estrategia como Capital, porque entendemos que, por razones ajenas a la ciudad, estrictamente económicas y de intereses de los propietarios de la empresa, la industria está llegando a su última etapa de funcionamiento en Santa Cruz. Por eso tenemos que estar preparados para el día después y desarrollar ahí una de las líneas de crecimiento que definirán la nueva ciudad del mañana.

 

José Manuel Bermúdez Esparza

Alcalde de Santa Cruz de Tenerife

 

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