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Anoréxica Ana, un mediometraje de Pablo Martin. Por Eduardo García Rojas

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Guión y dirección: Pablo Martin. / Dirección de producción: Kerson León. / Asistente de dirección: Misha Müller-Thyssen / Dirección de fotografía: Luis Adern / Sonido y música original: René Martín. / Script: Chantal Celiz. / Dirección de arte: Miriam Sáez. / Maquillaje y peluquería: Yurena Cazorla y Jesús Rodríguez. / Estilismo: Sarai Díaz. / Montaje: Darby Guzmán, José Luis del Barrio y Rafa Rodríguez. Intérpretes: Tamara Ramos, Alexia Perdomo, Silvia Escudero y Anna Duque.

Resultó una de las presentaciones más insólitas de cuantas he asistido en mi ya regular carrera como espectador y consumidor de productos audiovisuales realizados en Canarias.

Escribo insólito porque el preestreno de Anoréxica Ana, una película del actor y también director Pablo Martin, estrenada el miércoles 20 de noviembre en TEA Tenerife Espacio de las Artes en Santa Cruz de Tenerife, estuvo más cerca del espectáculo evangelista que de una presentación de un corto, medio o largometraje rodado en las islas con un presupuesto que no da ni para comprarse una bolsa de pipas.

Aunque el preestreno contó con un austero coctel antes de la exhibición, sesión de fotografías y los nervios habituales que rodea al equipo artístico y técnico cuando se enfrenta a la gran verdad: a visualizar el trabajo acabado. Y son esos mismos nervios a los que responsabilizo de la demora en la proyección –prevista a las 20 horas aunque no se apagaron las luces de la sala hasta bien entrada las 21– problemas con el visionado que, afortunadamente, se resolvieron, y un discurso largo y reiterativo de Pablo Martin.

Como aperitivo a lo que se asemejó más a una fiesta de fin de curso que a una sesión de cine en toda regla, se pudo ver un cortometraje rodado en Venezuela, La audición, basado en un texto de Chejov, con el objeto, imagino, de precalentar a los espectadores.

Tras esta experiencia, que no pasará a la historia, la pantalla del salón de actos de TEA se iluminó para revelar Anoréxica Ana, un mediometraje que forma parte del ciclo formativo de actores realizado por el Centro Internacional de Estudios para el Desarrollo Artístico en Canarias (Ciedac), iniciativa que pretende incentivar y proyectar a nuevos talentos desde las islas.

Desgraciadamente, y eso que parte de una idea atractiva como es la de abordar la realidad de la anorexia y la bulimia, el trabajo de Pablo Martin no responde a las expectativas. Resulta demasiado balbuceante e ingenuo.

El relato, además, chirría peligrosamente hacia la ternura más ramplona y no llega a conmover aunque se note los intentos de su director por conseguirlo.

Ya es malo que un mediometraje termine por resultar involuntariamente un largo, pero si a ello sumamos que el vehículo se le va de las mano nada más iniciarse la película, es natural que el espectador no avisado y sin ninguna ligazón sentimental con quienes han levantado este proyecto, se aburra con amargura cuando lo que ve no responde a sus expectativas porque, ya se ha dicho, el producto resultante balbucea entre sus buenas intenciones y la incapacidad por darle unidad y emoción en pantalla.

Anoréxica Ana no conecta con el espectador. Es más, hay momentos en lo que uno se plantea si lo que está viendo va en serio. No funciona como vehículo de entretenimiento ni tampoco como artefacto sentimental con mensaje, o denunciar los efectos de una enfermedad cuyas raíces son demasiado complejas para intentar resumirlas en un relato que encima se hace confuso, no sé si porque su director y guionista da por entendidas situaciones y relaciones que no explica.

La cinta está protagonizada íntegramente por alumnos del Ciedac, como Tamara Ramos, Alexia Perdomo, Silvia Escudero y Anna Duque, y si bien narra unos fragmentos supuestamente basados en hechos reales, no explora, insistimos, en las razones que degeneran en esta enfermedad, tan virulenta en unos tiempos cuya cultura se basa en la apariencia y cuyos cánones de belleza promocionan una delgadez cadavérica detrás de la cual hay un falso mensaje de superación.

Solo el amor y el afecto a los suyos, quiere explicar Pablo Martin en el mediometraje, hará posible que su protagonista escape de su infierno personal.

Rodada en el Puerto de la Cruz y en La Orotava, entre otras localizaciones, esperamos que su director y guionista aprenda de los errores cometidos en Anoréxica Ana y centre su voluntad como cineasta y actor –trabaja en la actualidad en la última película de Manuel Gómez Pereira, La ignorancia de la sangre, rodada en Canarias, Sevilla, Marruecos y Madrid, con Paz Vega y Juan Diego Botto como protagonistas y basada en una novela de Robert Wilson– y defina, así como dé coherencia, a su carrera como cineasta.

Saludos, hemos dicho, desde este lado del ordenador.

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