Suicidio nº1: Hay quien muere aplastado por su ego en la tarima de presentaciones. Lo lanza hacia arriba y queda prensado bajo el peso de su propia arrogancia. El público lo rechaza emocionalmente, aunque con la razón pueda concluir que el tipo “sabe”. Su mensaje no llega.
Suicidio nº2: Hay quien aplasta a sus oyentes con datos y cifras. Sabe, el pobre, tan poco sobre el público, que lo sumerge en un mar de cifras y lo ahoga…El público reconoce su memoria, pero su mensaje no llega.
Suicidio nº3: Hay también quien piensa que debe rellenar todo el tiempo de su exposición con sonidos, que no quede un espacio libre de palabras y, cuando no las encuentra, las empata arrastrando vocales y apoyándose en muletillas. Desconoce el preciado valor de la pausa, del silencio. El público, agotado, clama por un poco de aire. El mensaje no llega.
Suicidio nº4: Y hay quien cede, incauto, el protagonismo a sus diapositivas. Cree, el ingenuo, que su trabajo concluyó cuando dio por terminado su PowerPoint. Ya solo le queda, pues, leerlo ante el público. Y éste, su público, no consiente que lo desprecien de esa manera. Que para eso ya me leo yo. El mensaje, una vez más, no llega.
D.E.P.: Descanse en su Presentación
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