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‘A sangre fría’: El perfecto reportaje de investigación. Por Carmen Merino

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¿Que pasó en la granja de la familia Clutter la noche del 15 de noviembre de 1959? Truman Capote se apoya en el asesinato de los cuatro miembros de dicha familia a manos de dos ex presidarios, suceso ocurrido en la pequeña localidad de Kansas, Holcomb, para inaugurar el género de la novela de no ficción, marcar un hito para el nuevo periodismo norteamericano y elaborar lo que, todavía a día de hoy, se puede considerar como el reportaje de investigación perfecto.

No resulta difícil discernir lo que la obra de Truman Capote tiene de Periodismo y lo que tiene de Literatura. Es obvio que al menos buena parte de la descripción detallada del diálogo que mantienen los asesinos sin testigos de terceros es parte de la ficción novelística, así como la narración igualmente minuciosa de las andanzas de ambos por diversas partes de Estados Unidos tras cometer su brutal matanza. Se observa igualmente en el texto una faceta novelística muy acusada en la descripción de los paisajes y lugares, en ocasiones con un lenguaje lírico que choca con la objetividad y la crudeza que destila la obra en términos generales.

Pero el grueso del libro es un excepcional ejercicio de periodismo puro y duro que no deja ningún ámbito del problema sin escudriñar ni ninguna fuente sin exprimir. Eso, unido a la pormenorizada descripción física y psicológica de muchos de los personajes que intervienen en los hechos investigados desde los distintos ángulos y un escrupoloso distanciamiento de los mismos, le permite proporcionar al lector todos los datos posibles para que se forme su propio juicio, no solo sobre lo que ocurrió aquella noche en la granja de los Clutter, sino también sobre porqué pudo llegar a ocurrir un suceso de tales características.

La técnica

En términos estilísticos, el reportaje es una suerte de entramado tejido en base a saltos en el espacio y en el tiempo realizado con la maestría suficiente para no caer en el riesgo de extraviar al lector. Además, hace un uso exhaustivo de background para proporcionar mayores elementos de juicio al lector, sobre todo en cuanto a la personalidad de los asesinos. Solo al final del texto deja un poco de lado esta técnica para centrarse por un momento en un debate concreto, el de la pena de muerte, tema que aborda en profundidad pero, en términos morales, deja igualmente abierto al juicio de los lectores.

La figura del narrador no tiene un definición estricta, porque se alternan con frecuencia la narración directa e indirecta con la realizada en primera persona y e incluso con el estilo informativo más formal, especialmente este último en la última parte de la novela.

En términos periodísticos, el autor -que se instaló durante un tiempo en la localidad de Holcomb para conocer de primera mano el ambiente donde ocurrieron los sucesos- desarrolla una técnica que consiste en conseguir el acceso a todas las fuentes imaginables: desde las más cercanas a las más lejanas, desde las oficiales a las oficiosas y todas ellas en un espectro capaz de recoger todos los puntos de vista posible. Asimismo apoya su trabajo en un ingente trabajo de documentación, aspecto este que se observa más claramente en lo referente al ámbito judicial y legal.

Dada la magnitud de la empresa, el trabajo supuso para Truman Capote cinco años de investigación, unos términos temporales inoperativos para el Periodismo real y que harían justificado que el trabajo se convirtiera en una novela aunque inicialmente partiera de un encargo de la revista The New Yorker.

Retrato social

De una novela de la que se vendieron 300.000 ejemplares (en términos del año 1966), fue llevada al cine solo un año después, recibió el Premio Edgar y encumbró a su autor al podio de los grandes novelistas norteamericanos se ha dicho ya casi todo. Pero lo que tal vez se ha repetido con especial énfasis es que se trata de un fiel retrato de la sociedad norteamericana. Y es así porque constituye una especie de collage de los modos diferentes y tan contrapuestos de existir que convivían en el país en aquel determinado momento.

De la casi perfecta familia Clutter a la pareja de inadaptados sociales que acaba con la vida de cuatro de sus miembros por un botín de 40 dólares, por las páginas de la novela reportaje pasan todo un fresco de personajes que permiten hacerse un retrato fiel de cómo era la sociedad norteamericana cuando ocurrieron los crímenes. Las familias de los asesinos, tan distintas entre sí; la del principal policía que se ocupa del caso, Dewey, sujeta a las presiones del mismo; la del ayudante del sheriff del condado, cuya mujer se convierte en la más amable de las carceleras: el juez recto y neutral; las clases acomodadas del lugar, que tratan de tomar distancia de lo ocurrido… Y sobre todo ello, el retrato de un pueblo, Holcomb, cuyos vecinos viven atenazados por el miedo y hasta cambian sus costumbres a raíz del asesinato de los Clutter, por otra parte un hecho no precisamente extraordinario en el país tampoco en aquellos momentos, tal y como señala el novelista.

La novela refleja también el importante papel que ya jugaban los medios de comunicación en la investigación en aquellos momentos, hasta el punto de que el autor toma algunas veces como fuente a sus propios colegas. Sin embargo, se infiere del relato de Truman que son unos medios que todavía no han perdido del todos los escrúpulos y dedican su investigación a los hechos sin invadir el espacio privado de las familias afectadas.

Retrato psicológico

Aunque el retrato social es muy importante, si en algo se esmera el autor es en el diseño del perfil psicológico de los asesinos, tan diferentes entre sí como lo era su extracción social. Esto tiene su razón de ser en la necesidad de comprender la motivación de lo que se denominó un crimen sin razones aparentes, asuntos que ya entonces estaban en la preocupación de los psiquiatras y de los especialistas en el ámbito criminal.

Páginas y más páginas del libro están dedicadas a recoger detalles que dejan al descubierto las profundas contradicciones de carácter de Perry Smith, el autor material de los disparos a los cuatro miembros de la familia Clutter -padre, madre, hijo e hija en la primera juventud- que se encontraban en River Valley la noche del crimen, y el del autor intelectual del asalto a la granja, Dick Hickock.

Smith aparece como una especie de perro callejero, miembro de una familia desestructurada, al que uno de los expertos que testificaron en los tribunales llego a calificar de “esquizofrénico paranoide” y que alterna la crueldad extrema y los sentimientos más tiernos. Hickock es el hijo de una familia honrada y humilde que un día pierde el norte por asuntos de importancia menor pero terminará por quedar atrapado por el sistema carcelario y a merced -se confiesa pederasta y violador- de sus perversos instintos. Ambos serían declarados como aptos para ser juzgados por sus crímenes por un tribunal ordinario, pero fuera del ámbito judicial, los mismos expertos dictaminarían que aunque Dick era plenamente consciente de sus actos, Perry se encontraba a merced de sus padecimientos psíquicos.

Retrato legal

A sangre fría contiene asimismo un retrato de las leyes estaudounidenses y sus sistema judicial, a cuyo Tribunal Supremo acudirían repetidamente los condenados intentando escapar de la pena de muerte. Este tema último tema, el de la pena muerte, tiene un amplio tratamiento desde los distintos puntos de vista -condenados, familiares, jueces, abogados, periodistas, policías y sociedad en general- pero el autor evita posicionarse y se limita a poner sobre el tapete la discusión que todavía está viva en Estados Unidos y en el Mundo entero.

El relato de las relaciones en el corredor de la muerte entre los asesinos de los Clutter y entre otros de los reos que allí se encontraban constituye el epílogo de la novela, a cuya trama pone fin el ahorcamiento de Perry y Dick más de 2.000 días después de haber ingresado en aquellos aposentos. Este debería haber sido además el final del libro en términos objetivos, por cuanto constituye la culminación de los hechos que se vienen investigando en sus páginas. Sin embargo, el autor sucumbe a la vena novelística y acude a un nueva finta espacio temporal para rubricar la novela con una escena destinada a transmitir a los lectores cómo la vida sigue, incluso en lugares como Holcomb y para personas que han tenido que pasar por el trauma de unos asesinatos de tal naturaleza en su entorno.

http://carmenmerino.wordpress.com/2013/09/01/a-sangre-fria-el-perfecto-reportaje-de-investigacion/

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