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Jaque mate a la Universidad. Por Odalys Padrón*

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La presión a la que se está sometiendo por parte del Gobierno de la Nación a la Universidad Pública está afectando a la calidad de la enseñanza superior, así como, a la excelencia en la investigación. Los recortes a las universidades canarias superan con creces a los que se están aplicando al resto de las universidades del territorio español. Desde que comenzaron los ajustes en 2010, hasta la actualidad, ha sido el colectivo más vulnerable de la comunidad universitaria, los alumnos, el que más está sufriendo los cambios en el sistema de financiación universitaria.

Así es, el aumento del precio de las matrículas, la reducción en el número y cuantía de becas, así como el endurecimiento para obtenerlas, está llevando al límite al colectivo de alumnos y alumnas más necesitados. El abandono de estudios es un hecho, la caída en el número de matriculas, -la Universidad de La Laguna ha perdido más de 2.000 alumnos desde 2010-, está provocando un efecto de aulas vacías que complica la justificación a través de la carga horaria de varios puestos de trabajo. Pero este no es el efecto más grave, lo peor es la fractura social que se produce en el seno de la sociedad canaria al dificultar hasta extremos impensables en una sociedad moderna y democrática como la española de principios del Siglo XXI, el acceso a la enseñanza superior a un gran número de chicos y chicas que ven frustradas sus expectativas de construirse una vida profesional digna.

El Gobierno de Canarias ha sido especialmente duro e injusto con las universidades públicas, el recorte ha sido del 8,34 % superior al resto de las Consejerías del Gobierno en torno a un 7 %, afectando a los gastos de Personal y Gastos Corrientes (Capítulo 1 y 2) en un 5 %, cantidad superior a la que se está llevando a cabo en el resto de las Comunidades Autónomas. Es decir, en un ámbito territorial como el canario con las tasas más elevadas de desempleo estructural del país (37 % de la población activa), precisamente por su baja cualificación, se penalizan a las instituciones responsables de reducir dichas cifras. No podía ser un despropósito mayor. Los recortes implican congelación, cuando no reducción de las plantillas de jóvenes investigadores, becarios, ayudantes doctores, colaboradores y contratados doctores. Además, se ha eliminado parte de la ayuda a la gestión de proyectos que se realizaba mediante la Oficina de Apoyo al Personal Investigador. Se han cancelando las becas FPI que pertenecían a la Agencia Canaria de Investigación y Desarrollo.

La universidad de La Laguna envejece. La paralización por falta de financiación del programa de prejubilación voluntaria, lleva al aumento de la edad del profesorado de los departamentos hasta alcanzar la cifra de 50 años como media. Una universidad que mire al futuro no puede depender de unas plantillas donde la media de edad de su profesorado este entorno a dicha cifra. No porque no sean excelentes, sino porque como cualquier institución pública o privada que se deba la sociedad que le financia, debe de optimizar todos sus recursos humanos. No hay Plan Estratégico que soporte dicho planteamiento. Los jóvenes que forman parte de grupos de investigación no encuentran su futuro como investigadores en una universidad que no incentiva los contratos de formación científica. Pero si este panorama tan desalentador procede de la dimensión científica, tiene su plasmación más cruda en la docencia. ¿Donde está la regeneración de las plantillas cuando ni si quiera se están cubriendo las bajas por jubilación?, ¿se verán abocadas las universidades canarias a un panorama de cabezas blancas y aulas vacías?

Edificios sin terminar, ajustes en el Capítulo de Gastos Corrientes que tienen su expresión más evidente en el cierre al completo de la universidad en periodos vacacionales. Proyectos de investigación que por su dimensión necesitan el funcionamiento permanente de equipos complejos, pruebas de laboratorio que se ven paralizadas. No es posible someter a los centros de investigación superior a más recortes. La insensibilidad del Gobierno de Canarias con las universidades esta mediatizando el futuro de la sociedad isleña. No se están formando a las generaciones futura

La presión a la que se está sometiendo por parte del Gobierno de la Nación a la Universidad Pública está afectando a la calidad de la enseñanza superior, así como, a la excelencia en la investigación. Los recortes a las universidades canarias superan con creces a los que se están aplicando al resto de las universidades del territorio español. Desde que comenzaron los ajustes en 2010, hasta la actualidad, ha sido el colectivo más vulnerable de la comunidad universitaria, los alumnos, el que más está sufriendo los cambios en el sistema de financiación universitaria.

Así es, el aumento del precio de las matrículas, la reducción en el número y cuantía de becas, así como el endurecimiento para obtenerlas, está llevando al límite al colectivo de alumnos y alumnas más necesitados. El abandono de estudios es un hecho, la caída en el número de matriculas, -la Universidad de La Laguna ha perdido más de 2.000 alumnos desde 2010-, está provocando un efecto de aulas vacías que complica la justificación a través de la carga horaria de varios puestos de trabajo. Pero este no es el efecto más grave, lo peor es la fractura social que se produce en el seno de la sociedad canaria al dificultar hasta extremos impensables en una sociedad moderna y democrática como la española de principios del Siglo XXI, el acceso a la enseñanza superior a un gran número de chicos y chicas que ven frustradas sus expectativas de construirse una vida profesional digna.

El Gobierno de Canarias ha sido especialmente duro e injusto con las universidades públicas, el recorte ha sido del 8,34 % superior al resto de las Consejerías del Gobierno en torno a un 7 %, afectando a los gastos de Personal y Gastos Corrientes (Capítulo 1 y 2) en un 5 %, cantidad superior a la que se está llevando a cabo en el resto de las Comunidades Autónomas. Es decir, en un ámbito territorial como el canario con las tasas más elevadas de desempleo estructural del país (37 % de la población activa), precisamente por su baja cualificación, se penalizan a las instituciones responsables de reducir dichas cifras. No podía ser un despropósito mayor. Los recortes implican congelación, cuando no reducción de las plantillas de jóvenes investigadores, becarios, ayudantes doctores, colaboradores y contratados doctores. Además, se ha eliminado parte de la ayuda a la gestión de proyectos que se realizaba mediante la Oficina de Apoyo al Personal Investigador. Se han cancelando las becas FPI que pertenecían a la Agencia Canaria de Investigación y Desarrollo.

La universidad de La Laguna envejece. La paralización por falta de financiación del programa de prejubilación voluntaria, lleva al aumento de la edad del profesorado de los departamentos hasta alcanzar la cifra de 50 años como media. Una universidad que mire al futuro no puede depender de unas plantillas donde la media de edad de su profesorado este entorno a dicha cifra. No porque no sean excelentes, sino porque como cualquier institución pública o privada que se deba la sociedad que le financia, debe de optimizar todos sus recursos humanos. No hay Plan Estratégico que soporte dicho planteamiento. Los jóvenes que forman parte de grupos de investigación no encuentran su futuro como investigadores en una universidad que no incentiva los contratos de formación científica. Pero si este panorama tan desalentador procede de la dimensión científica, tiene su plasmación más cruda en la docencia. ¿Donde está la regeneración de las plantillas cuando ni si quiera se están cubriendo las bajas por jubilación?, ¿se verán abocadas las universidades canarias a un panorama de cabezas blancas y aulas vacías?

Edificios sin terminar, ajustes en el Capítulo de Gastos Corrientes que tienen su expresión más evidente en el cierre al completo de la universidad en periodos vacacionales. Proyectos de investigación que por su dimensión necesitan el funcionamiento permanente de equipos complejos, pruebas de laboratorio que se ven paralizadas. No es posible someter a los centros de investigación superior a más recortes. La insensibilidad del Gobierno de Canarias con las universidades esta mediatizando el futuro de la sociedad isleña. No se están formando a las generaciones futuras con las suficientes condiciones de calidad como para que puedan garantizar la continuidad del sistema productivo y la generación de riqueza. En los años venideros, por la miopía de los que deben redistribuir los recursos, nos veremos abocados a un empobrecimiento, no solo económico, sino lo que a mi juicio es más grave cultural, social y democrático. Pensar en una sociedad cohesionada, será entones una quimera.

*Secretaria General de Socialistas por Tenerife en Santa Cruz

 

 

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