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El deber me llama, supongo. Por Ramón Alemán

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Hace un tiempo hablaba aquí de la importancia de las preposiciones, unas palabritas que parecen insignificantes, pero que en realidad son esenciales para que nuestro idioma funcione como un reloj de precisión. Hay un caso concreto en el que la ausencia o la presencia de una de ellas puede cambiar notablemente el sentido de una oración. Estoy hablando de la preposición ‘de’, que, añadida al verbo ‘deber’, modifica su significado. La ligereza de los hispanohablantes –algunos de ellos escritores de renombre– a la hora de ponerla y quitarla ha motivado que este asunto aparezca en todo diccionario de dudas que se precie.

¿Significan lo mismo ‘Juan debe estar arriba’ y ‘Juan debe de estar arriba’? No. En ambas oraciones nos encontramos ante una perífrasis verbal –y no ante una locución verbal, como afirma Manuel Seco en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa)– en la que confluyen el verbo ‘deber’ y un verbo en infinitivo. Pero en el primer caso al verbo auxiliar de la perífrasis (‘deber’) no le sigue la preposición ‘de’, y esta simple ausencia nos sirve para saber que estamos expresando una obligación, un deber: Juan tiene la obligación de estar arriba. En cambio, si añadimos la preposición, cambia radicalmente el sentido de lo que estamos diciendo, pues denotamos suposición, conjetura o probabilidad: es posible que Juan esté arriba.

Digo que no estoy de acuerdo con Seco porque en una locución verbal “la forma no personal no es sustituible por otras”, según afirma Leonardo Gómez Torrego en su Gramática didáctica del español (Ediciones SM), cosa que sí ocurre con las perífrasis verbales. Dicho de otra manera, la locución verbal tiene un significado por sí misma y no cabe en ella cambiar el segundo verbo. Por ejemplo, podemos decir ‘echar a perder’, pero no ‘echar a ganar’, nos recuerda Torrego. Sin embargo, sí podemos combinar ‘deber’ y ‘deber de’ con muchos verbos para dar lugar a perífrasis verbales.

Al margen de definiciones, hay que decir que Seco es uno de los guardianes de la lengua que con más ahínco han defendido la diferenciación entre ‘deber’ y ‘deber de’, aunque hace un año y pico ya reconoció, con motivo del cincuenta aniversario de su célebre manual, que consideraba esta lucha “una batalla perdida”. Y no son pocos los escritores que han ayudado a que la gramática esté a un paso de la derrota: en su diccionario, Seco cita a varios autores que emplean la forma ‘deber’ + infinitivo (sin la preposición) para expresar probabilidad o suposición, entre ellos Azorín, Pío Baroja, Ortega y Gasset y Camilo José Cela.

También la Nueva gramática de la lengua española (Espasa), de la Real Academia Española, habla de este hábito, que no considera exactamente un error y del que dice que “está sumamente extendido incluso entre escritores de prestigio” como Gabriel García Márquez y Julio Cortázar. Este manual parece coincidir con el Diccionario panhispánico de dudas (por algo ambos son hijos de la RAE), que se muestra bastante flexible con quienes eliminan la ‘de’ al querer hablar de probabilidad. “… con este sentido, la lengua culta admite también el uso sin preposición”, dice el Panhispánico, que pone como ejemplo una oración que escribió Vargas Llosa en La fiesta del chivo: “Marianita, su hija, debe tener unos veinte años”.

¿Quién sale en defensa del uso de ‘deber de’? Pues, para empezar, el propio Seco, que dice que, aunque “se considera, en la práctica, admisible” eliminar la preposición, “lo más recomendable es mantener la distinción establecida por la Academia”. Y, por supuesto, José Martínez de Sousa, que señala lo siguiente en su Diccionario de usos y dudas del español actual (Ediciones Trea): “… no parece pertinente dejar de considerar un significado para cada grafía”.

En lo que sí está de acuerdo todo el mundo es en rechazar la preposición cuando estamos hablando de obligación o deber, un fenómeno menos habitual que el inverso, aunque “se documenta en textos, clásicos y contemporáneos, con este valor”, señala la Nueva gramática. El Panhispánico aclara que la norma culta no acepta este uso y Seco lo considera vulgar. A pesar de ello, el maestro madrileño registra en su Diccionario de dudas esta fea costumbre en muchos autores célebres, entre los que nos volvemos a encontrar con Pío Baroja: “No debo de asustarme, sino estar muy satisfecho” (Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox).

Por último, Sousa es contrario a escribir ‘de’ tras el condicional ‘debería’, y yo estoy de acuerdo con el maestro. Por eso nunca me gustó el título de la canción de Fito Páez Tus regalos deberían de llegar, aunque la pieza me parece una obra de arte monumental. En mi humilde opinión, dado que este tiempo verbal de por sí puede implicar cierto grado de conjetura, es innecesario añadir la preposición. Además, la frontera entre deber y suposición resulta a veces difusa y, dado que la Academia no considera un pecado mortal prescindir de la preposición para ambos significados, ante la duda es mejor omitirla. “Sin ella dice lo mismo”, afirma Sousa, así que fuera la ‘de’.

En fin, creo que me he extendido demasiado, pero espero que me hayan entendido. Si no es así, debo de ser muy malo a la hora de resumir. En el próximo artículo debo ser más conciso.

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