Mi Camino de Santiago empezó el pasado domingo por la noche, cuando salí de Tenerife con destino a Madrid. Ahí puse a cero el reloj de la aventura con la esperanza de pasarlo de vueltas. Quiero que cada instante sea un momento de singularidad especial, que me aporte sensaciones intensas capaces de introducirse en mí a través de todos los sentidos. Estas primeras veinticuatro horas transcurridas, conforman la etapa cero preliminar con los ingredientes cinematográficos de una historia excitante y apasionante.
Me siento un reportero de lo cotidiano elevado a la categoría de protagonista de las propias historias que narro; aeropuertos, estaciones de tren, pueblos de novela, comida basura, cafés, cervezas, bocatas, parejas discutiendo, sensación de ser observado y, como equipaje, mi pesada compañera de viaje para los próximos ocho días, la mochila.
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