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Los cruceros de turismo. Por José Manuel Ledesma

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A finales de siglo XIX, las actividades portuarias se consolidaron con el auge del turismo ya que los trasatlánticos impulsados por la expansión imperialista europea comenzaron una industria que potenciaría a las Islas en gran medida. 

Favorecería este desarrollo, entre otras causas, la condición de Puerto Franco, la regulación de los servicios marítimos, el auge de la navegación a vapor y el nuevo papel asignado a las Islas como estación de carboneo internacional. Además, las cualidades sanitarias del clima, el interés científico de su geología, flora y fauna, la fuerza de sus paisajes exóticos y costumbres de sus gentes, serían divulgados en Europa a través de la literatura de viajes, las guías turísticas para forasteros y la prensa.

La primera etapa del turismo marítimo fue un privilegio de minorías. La naviera Peninsular and Oriental (P & O) fundada en 1837, que conectaba las naciones de sus colonias a través del comercio, fue la que inició los servicios de pasaje. Los vapores iban con las cámaras completas de turistas que viajaban junto a los oficiales del ejército y funcionarios del gobierno. A los buques de bandera británica se unirían las nuevas líneas de vapores a puertos de África, India, Australia y Nueva Zelanda, afirmando con su presencia el establecimiento en Santa Cruz de bastantes navieras.

En 1887 llegaron 800 turistas ingleses, procedentes de Liverpool y, en 1898, el Lusitania, en su primer crucero de turismo de Londres a las Antillas, sesteó durante dos días en la bahía santacrucera para que los numerosos pasajeros tuvieran la oportunidad de recorrer el Norte de la Isla. Años más tarde, al considerar las compañías navieras a Santa Cruz de Tenerife como puerto de escala de primera categoría, y aprovechando los itinerarios comerciales de sus buques a África, promocionaron el tráfico de pasajeros con billetes conjuntos de viaje y estancia en la Isla.

En el siglo XX, los Liners de la P.& 0. (Peninsular & Oriental Steam Navigatión Company) Morea y Malva, los mayores y más lujosos del mundo, junto con los trasatlánticos de la célebre Royal Mail, La Plata y Amazon, fueron transformados para realizar la línea de Australia, con escala en Tenerife. Siguiendo el ejemplo de ambas navieras, la Transport Maritimes de Marsella modernizó el Ile de France, que en su primer viaje (1907) incluyó a nuestro puerto en sus itinerarios. Sería el primer caso de turismo en grupo, en el que llegaron 103 extranjeros que realizaron excursiones a La Laguna en las diligencias de Camacho Excursión. Ese año comenzó se creó el Centro de Propaganda y Fomento de Tenerife, habilitando una caseta en el muelle para informar a los visitantes a los que se repartían planos de la ciudad y álbumes con 48 vistas. El éxito de estos viajes haría que, en 1910, treinta y seis compañías navieras tomaran a Santa Cruz como puerto de escala, con lo que se lograba la llegada de turismo selecto.

Con la I Guerra Mundial los trasatlánticos dejaron sus servicios de paz y artillados se aprestaron para la lucha. Una vez finalizada la contienda, y aún pintados de gris y artillería antisubmarina, las navieras británicas y alemanas renovarían sus escalas.

El 24 de febrero de 1922, en su viaje inaugural de la línea del Plata llegó, por primera vez a Tenerife, El Cap Polonio de la Hamburg-Sudamerikanische, el cual disponía de acomodación para 356 pasajeros en primera, 250 en segunda y 949 en tercera, mientras que la tripulación -de capitán a paje- era de 430 personas. Diez años más tarde, ya con el Cap Arcona de compañero, comenzarían a realizar periódicos cruceros de turismo.

El 29 de septiembre de 1924, hizo escala el Arcadian, de la Mala Real inglesa, hecho que coincidió con la demostración del hidro monomotor Junkers que, tras despegar en el Muelle Sur, evolucionó sobre la ciudad. Esta década la cerraría el Lancastria, de la Cunard, con 800 pasajeros norteamericanos que serían los primeros turistas de dicha nacionalidad que llegaron al Archipiélago. A lo largo de los años 30, la Cunard Line realizaría sus viajes turísticos en pura competencia, la Peninsular and Oriental Line.

En su viaje desde Nueva York al Mediterráneo, hizo escala en Tenerife el viejo France de cuatro chimeneas, con 217 metros de eslora y acomodación para 534 pasajeros en primera, 442 en segunda, 250 en tercera, y 800 en tercera económica. La tripulación la formaban 500 marineros, la mayoría paleros y fogoneros pues las 19 calderas que poseía consumían 720 Tn. de carbón por singladura.

El 24 de Julio de 1934, llegó el Ceramic en su viaje desde Australia a Inglaterra repleto de pasajeros para asistir a la coronación del Rey Jorge VI. Ese mismo día arribó, por primera vez, el alemán Columbus, con la cámara completa (1.600 turistas).

Después de la II Guerra Mundial muchos trasatlánticos siguen eligiendo nuestro puerto como punto de destino o escala en su viaje inaugural, tradición que todavía continúa. Estos palacios flotantes, con camarotes de distintas categorías, constituían un lujo ostentoso de los dueños del universo al disponer de todas las comodidades a bordo: piscinas, tiendas, discoteca, púb., teatro, cine, guardería, gimnasio, casinos, restaurantes, etcétera.

Entre los años 1847 a 1974, los cruceros de turismo compartieron su protagonismo con los trasatlánticos de la emigración al nuevo continente, de la Naviera Ibarra que viajaba a Argentina y Venezuela con escala en Tenerife con sus famosos Cabos (San Antonio, Hornos, San Vicente, San Roque, Buena Esperanza). La línea C, que unía Europa con América a través del puerto tinerfeño con sus buques Anna, Andrea, Bianca, Franca, Enrico, Eugenio, Federico) y la naviera Aznar, con sus Montes (Toledo, Granada, Anaga, Arucas, Esperanza).

En 1966, el naviero noruego Fred Olsen puso en servicio tres ferries turísticos-fruteros (Black Prince, Black Watch y Blenheim) que en la temporada de zafra realizaban viajes quincenales con una media de 400 pasajeros y las bodegas frigoríficas repletas de tomates paletizados.

Aunque el atractivo de los cruceros invernales en Canarias, desde 1989, lo tienen las navieras Cunard Cruises, Royal Caribean, Costa Crociere, y la P&O.

Desde noviembre de 1995, el puerto tinerfeño está considerado como base de cruceros de turismo de Canarias, ofreciendo a los visitantes la opción combinada de avión-barco-hotel.

En el siglo XXI, el auge de los cruceros de turismo continúa aumentando, y así, de los 194 cruceros con 159.535 pasajeros de 2001, hemos pasado a 319 cruceros con 667.690 pasajeros en 2012.

 

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