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ENTREVISTA. Luis Cola: «Santa Cruz de Tenerife tiene méritos para volver a ser la única capital de Canarias»

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Elblogoferoz / Mónica Ledesma.-Dicen que una ciudad sin memoria es una ciudad sin historia, pero Santa Cruz de Tenerife puede sentirse segura de tener en Luis Cola la memoria de su historia. Hablar con él es como pasear, sin moverse del sofá, por el pasado de una ciudad que ama, defiende, adora y también critica cuando considera que las cosas no se hacen bien.

Mientras charlamos, el sol se cuela por la ventana del salón de su casa para jugar caprichoso con el blanco de su pelo, canas que aparte de la edad también son reflejo de la sabiduría que este santacrucero posee sobre una ciudad que, hace seis meses, le distinguió como su cronista oficial. Un cargo que «ha sido una palmadita en la espalda» y que habían desempeñado antes personajes de la talla de Alejandro Cioranescu o Gilberto Alemán, entre otros.

Cola Benítez nació en 1933 en el seno de una familia arraigada, tanto cultural como políticamente a la capital tinerfeña. Su abuelo fue Anselmo Benítez, fundador del museo de Villa Benítez, y su padre, además de varios tíos, fueron concejales y hasta alcaldes de la ciudad. Desde que era adolescente, Luis Cola creció rodeado de historia, aunque nunca estudió para ello y como él dice «siempre me ha quedado esa pena». Durante muchos años trabajó como agente de seguros y comercial, aunque siempre robaba minutos al día para poder seguir con una pasión que comenzó siendo un niño: investigar sobre la historia de Santa Cruz de Tenerife.

Investigaciones que le han llevado a publicar más de un millar de artículos en prensa, así como la publicación de un total de 13 libros alusivos a diferentes momentos de la historia de la capital tinerfeña, entre los que destacan la transformación del barranco de Santos desde que fuera punto crucial en la Conquista de la Isla, que describe en su libro Barrancos de Añazo;  la victoria de las tropas del general Gutiérrez sobre el almirante británico Horacio Nelson, en su publicación 1797, cinco días de julio; las trágicas consecuencias de las epidemias que azotaron la capital entre los siglos XV y XX, recogidas en Santa Cruz, bandera amarilla;  o la firmeza e independencia de uno de los personajes capitales de la ciudad, el abogado, político y periodista Miguel Villalba Hervás, bajo el título Un repúblico íntegro.

Asimismo, ha sido reconocido con varias distinciones, entre las que destacan el premio periodístico de Investigación Histórica Antonio Rumeu de Armas en el año 2000 y el II Premio de Periodismo Mare Nostrum Resort en 2004. Aparte es miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, del Instituto de Estudios Canarios y miembro de la Tertulia Amigos del 25 de Julio. Una serie de reconocimientos al que hay que sumar, desde el pasado noviembre, el de cronista oficial de Santa Cruz de Tenerife, según decreto del actual alcalde, José Manuel Bermúdez.

La derrota de las tropas de Nelson por el general Gutiérrez en las costas de la capital en 1797.
La derrota de las tropas de Nelson por el general Gutiérrez en las costas de la capital en 1797.

 «Es una pena que alardeemos de miles y miles de turistas que llegan a través del puerto y luego Santa Cruz no tenga la capacidad de retenerlos»

-¿Cómo nació su interés por la historia de Santa Cruz de Tenerife?

-Creo que influyó que mi abuelo, Anselmo Benítez, fuera el fundador del museo más importante que tuvo durante muchos años la capital. Un gabinete decimonónico donde había y cabía de todo. Por tanto, pienso que heredé de él este interés por la historia. Recuerdo que cuando tenía 14 años, arranqué todos los cromos de un álbum y comencé a pegar recortes de prensa que hablaban de la historia de aquí, escritos por Buenaventura Bonet o Elías Serra, entre otros, y que se publicaban en La Tarde. Los periódicos de antes tenían un papel muy grueso y yo pegaba los artículos con una especie de almidón que me hacía mi madre. Por aquel entonces viviamos en un caserón muy viejo en Villa Benitez y, como no tenía espacio en mi habitación, guardaba mi álbum en el sótano. Mi sorpresa fue cuando pasado un tiempo bajé a por él y vi como mi primer archivo de prensa había sido devorado por los ratones.

Luis Cola es el cronista oficial de la capital tinerfeña.
Luis Cola es el cronista oficial de la capital tinerfeña.

-¿Por qué ha centrado sus libros e investigaciones en Santa Cruz y no en otras ciudades de la Isla o de Canarias?

-Santa Cruz es la ciudad donde nací, es mi pueblo. Por otra parte, no tengo los suficientes medios para poder ampliar más el campo de acción. Es cierto que siento desconsuelo por ir al Archivo de Segovia o al de Simancas a ver cosas relacionadas con Canarias, como por ejemplo la documentación que hay en este último sobre las Milicias Canarias. Pero desplazarme hasta allí es mucho dinero y, aparte, dedicar muchos días a leer y buscar documentación quizás sin resultados, pues la investigación tiene la desventaja que a veces pasas mucho tiempo  leyendo y no encuentras nada. Es cierto que desde pequeño, quizás por la influencia de mi abuelo que tenía en su museo momias y restos guanches, siempre me apasionó el mundo aborígen, pero por falta de conocimientos científicos nunca he ahondado en este campo. También la influencia que ha tenido Canarias en América ha sido otra parte de la historia que me ha causado fascinación, pero sólo me he centrado en Santa Cruz quizás porque lo llevo en la sangre.

-De sus investigaciones, ¿qué destacaría?

-He hallado documentos inéditos o aspectos de la historia de Santa Cruz que no se conocían y que he publicado. Pero mi objetivo no es investigar para ser reconocido, sino es algo que me gusta hacer y me divierte. Es más, si alguien puede aprovechar algo de mis trabajos estoy encantado, nunca he tenido problemas en ceder mis investigaciones si son de utilidad.

-¿Qué esencia del Santa Cruz de antaño guarda aún la ciudad?

-Cuando el alcalde, José Manuel Bermúdez me nombró cronista oficial de la capital, el 24 de noviembre de 2011, el discurso que ofrecí en el Ayuntamiento se tituló El alma de la ciudad e hice referencia a tres valores que para mí son los más importantes de esta ciudad: el espíritu de servicio, la tolerancia y la solidaridad. Lo que tenemos hoy es consecuencia de estas tres premisas.

-¿Se merecería Santa Cruz recuperar definitivamente el estatus de capital de Canarias?

-Si lo fue en su día, porque no ahora. No obstante, creo que no sería el momento de reivindicarlo, a pesar de que actualmente la capitalidad es compartida entre las dos islas mayores. Pero méritos tiene Santa Cruz para ello. Los tuvo para ser en su día la única capital de Canarias (por un real decreto firmado por la Reina María Cristina de Borbón en 1833) y los sigue teniendo hoy en día. No sería un disparate. No obstante, el principal pecado de esta ciudad ha sido no saberse hacer valer nunca. Cuando Santa Cruz obtuvo el título de la capitalidad del Archipiélago no se le quito ni robó a nadie. Se le concedió este honor  porque era la sede de la Capitanía General, de la Real Hacienda, de la Administración del Tabaco y del Jabón e incluso se ubicó aquí la Delegación de Correos. Organismos que se instalaron no porque se les obligara, sino porque el puerto era el que tenía mayor movimiento y comercio.

-¿Cómo valora el nuevo Santa Cruz, con tantas obras de ampliación y su acercamiento al mar?

-El progreso siempre es positivo, pero bien orientado y respetando cosas que, en el caso de Santa Cruz, o no se han hecho o han sido en muy pocas ocasiones. Todo por un factor que arrastra esta capital, que nunca ha sabido darse el valor que se merece. Conservar hitos como el Correíllo ‘La Palma’, las chimeneas de la azufrera y de la antigua estación del tranvía e incluso Los Lavaderos son de suma importancia para mantener viva la historia de una ciudad. El caso de que se hayan salvado Los Lavaderos es un milagro, pues aunque se crea que no tienen importancia en ellos está la historia de medio Santa Cruz. Por tanto, quiero decir que la ciudad ha conservado muy poco de su pasado y hoy en día seguimos cargándonos el testimonio físico de nuestras raíces. Es una pena.

-¿Por qué el caso de Los Lavaderos es singular?

-Antiguamente, las mujeres humildes que vivían en Santa Cruz tenían que ir a los barrancos a lavar la ropa, sobre todo al de Santos. Pero cuando se prohibió lavar en este lugar, ya que por allí pasaban los ganaderos que llevaban las reses a sacrificar al matadero, la ropa se contaminaba y por tanto se obligó a ir al Bufadero o a Tahodio a lavar. Cuando en 1839 se construyeron Los Lavaderos, exigiendo que fueran públicos para toda la población de la ciudad, fue un hecho muy importante que marcó una nueva vida para las familias. Y ya en 1982 se reconvirtió este espacio en sala de exposiciones.

¿Y destacaría algún otro monumento o vestigio?

-La famosa pila de basalto de la plaza que lleva su nombre, también conocida como plaza de La Candelaria, fue la primera fuente pública que tuvo Santa Cruz, mandada a instalar por el capitán general de Canarias, Agustín de Robles y Lorenzana. Además, es el primer elemento ornamental que tuvo la ciudad y puedo afirmar que en nuestro patrimonio urbano civil no existe nada más antiguo a 1706, salvando las Iglesias, que se conserve como, por milagro, ha pasado con esta pila. Nos hemos cargado 300 años de historia y aquí no pasa nada.

-Con tantos extranjeros que llegan ahora al puerto capitalino a bordo de cruceros ¿No cree que sería importante reactivar el  Santa Cruz histórico a modo de oferta turística?

-Es una pena que alardeemos de miles y miles de turistas que llegan a la Isla a través del puerto capitalino y que luego Santa Cruz no tenga la capacidad de retenerlos. El turismo se dispersa hacia el Norte, Sur o a ver El Teide, pero son muy pocos los que se quedan en la capital y encima te los ves despistados con un mapa en mano sin saber a dónde ir. Santa Cruz, siendo la única capital que ha tenido el Archipiélago, siendo su puerto el principal de Canarias durante siglos y, encima, teniendo un montón de espacios verdes, no ha sabido atraer a ese visitante de paso. Este es uno de mis caballos de batalla.

En antiguo Palacio de Carta en Santa Cruz de Tenerife.
En antiguo Palacio de Carta en Santa Cruz de Tenerife.

«Los hitos marcan la historia de una ciudad, pero si hay desidia y desinterés poco podemos hacer. Una ciudad no se dinamiza sólo con tapas y copas»

 -¿A qué achaca que no se haya sabido retener al turismo en la capital?

-Los hitos marcan la historia de una ciudad y son a los que podemos aferrarnos los que en ella vivimos. Pero, si hay desidia y desinterés por parte de los responsables políticos pues poco podemos hacer. Una ciudad no se dinamiza solo ofreciendo tapas y copas, hay que hacer algo más y lo que se haga, hacerlo bien.

-¿Quiere decir que lo que se ha hecho por los hitos de la capital ha sido incorrecto?

-Por ejemplo, la fuente de Morales, por unas obras, se cambió en su momento de sitio para ponerla en un lugar totalmente inapropiado, dando la espalda al Museo de la Naturaleza. Luego se comenzó a restaurar y ahí se quedó parada. Otro caso es el de la fuente de Isabel II, en la calle de La Marina, que se ha convertido en un auténtico basurero. Y nadie hace nada al respecto, cuando fue la primera fuente monumental que tuvo Santa Cruz. Se lo he dicho a los responsables políticos del Ayuntamiento para que la arreglen, que es algo que no cuesta tanto dinero, pues entiendo que tampoco son momentos de obras faraónicas. Pero sí creo que es importante que poco a poco se vayan rehabilitando y dotando de agua a las fuentes que tiene la capital. Rincones pintorescos que llamarían la atención de los turistas. Otro caso lo encontramos en el Parque García Sanabria, concretamente en el paseo de las pérgolas, donde una de las esculturas que conforman las Cuatro Estaciones está decapitada. Pero aquí da lo mismo. Igualmente, la fuente de La Alameda, que la desgraciaron al subirla de nivel con la obra, perdió los delfines que la coronaban y no se han vuelto a poner, caso que también ocurre en la antigua Escuela de Comercio, donde su frontón sigue hueco. Ahí iba el relieve de Imeldo Serís, el cual se cayó hace años y sigue sin reponer.

-¿Y como cronista oficial de Santa Cruz no puede hacer nada al respecto?

-Yo estoy a disposición de Santa Cruz y me da igual que la Corporación sea de un signo político o de otro, pues lo que quiero es que se hagan cosas por esta ciudad y por su pueblo para mejora el nivel de vida. Y claro que digo, desde el alcalde hacia abajo, las cosas que se deberían hacer…pero ahí seguimos esperando. Hace años escribí un itinerario histórico de la capital, el cual hasta ahora no existe. No es una guía turística ni un callejero, sino un libro en el que propongo diversos recorridos por los hitos más importantes de la capital. Lo he entregado al Ayuntamiento en correspondencia por la distinción que me han dado como cronista oficial y, por tanto, es mi regalo a Santa Cruz. Ahora, me he enterado de que este proyecto va por buen camino. Son más de 40 puntos visitables de la ciudad, desde la plaza de la Pila, pasando por la Iglesia de la Concepción hasta llegar a San Andrés, la iglesia de Taganana y el valle de Salazar.

-También la Tertulia de Amigos del 25 de julio está haciendo cosas por Santa Cruz. ¿En qué están ahora trabajando?

-Tenemos muchas ideas en mente y poco a poco vamos logrando cosas. Ya hemos conseguido financiación para publicar todos los hitos y fortalezas de la capital, ya que Santa Cruz fue el único puerto y plaza fuerte que tuvo Canarias y nunca se ha reconocido este hecho. De esta época no queda ya casi nada en pie, sólo el Castillo de San Juan en la Casa de la Pólvora, la Torre de San Andrés derruída, Paso Alto, adulterado, y las marcas en el piso que muestran el emplazamiento de la gran muralla que defendía la costa, la cual bordeaba todo el litoral desde el Castillo Negro hasta Paso Alto. Pero apenas quedan vestigios. Otro de los objetivos de la Tertulia que se ha conseguido es trasladar el busto del general Gutiérrez, ubicado al final de la calle Imeldo Serís, porque ya los coches le han dado varios golpes y rompieron la placa. Igualmente, otro reconocimiento será al busto del general Leopoldo O’Donell, actualmente, en el Parque García Sanabria. Queremos buscarle una nueva ubicación para dignificar la figura de este hombre, que fue el único tinerfeño  que llegó a ser jefe de Gobierno en toda la historia de Canarias.

Dibujo antiguo del castillo de San Andrés.
Dibujo antiguo del castillo de San Andrés.

El investigador ha regalado a Santa Cruz un itinerario guiado que recoge más de 40 hitos históricos de la capital, un libro que confía salga pronto a la luz

-Eso viene a reflejar que le damos más valor a los de fuera que a los nuestros…

-Santa Cruz peca de ello. No nos hacemos valer y mientras otros enarbolan banderas y hasta se inventan cosas de la Historia, aquí no nos damos importancia. Algo que no es nuevo, sino que viene de atrás. Hasta el siglo XVIII Santa Cruz era un pueblo humilde de pescadores y no sería hasta la llegada de los comerciantes extranjeros cuando se comenzó a sembrar la idea de que teníamos que ser alguien y merecer un respeto.

-Pueblo de pescadores del que derivó lo de chicharreros. ¿No es así?

-La verdad  es que he encontrado algo curioso investigando las matrículas de mar,  unos listados que hacía antiguamente la Autoridad donde se anotaban todos los nombres de los ciudadanos que tenían relación con el mar, como pescadores o tripulantes de barcos, para en caso de una alarma o un asalto saber con quién se podía contar. En dichas matrículas he encontrado más pescadores censados en La Laguna que en Santa Cruz, pese a ser el puerto de La Laguna que, por aquel entonces, era la capital de la Isla. Todo porque en estos listados se incluían más zonas costeras laguneras, como Bajamar, Punta del Hidalgo, etcétera.

-¿Pero entonces serían más chicharreros los de La Laguna que los de Santa Cruz?

-Hoy en día casi todos los tinerfeños nos denominamos chicharreros. Otro motivo más por el cual Santa Cruz reparte todo y no defiende sus raíces. Aún así, la primera vez que salió escrita la palabra chicharrero en un documento fue sobre el año 1750, cuando se terminó de construir el Palacio de Carta en la plaza de La Candelaria.Este edificio tiene un torreón en lo alto, un mirador donde el señor Carta, que era naviero, acudía a observar a los barcos que llegaban a Santa Cruz y fue en ese entonces que se puso de moda una copla, según recoge el regidor Anchieta y Alarcón de La Laguna, la cual decía: “La torre de Carta es un confite, acudid chicharreros que se derrite”.

 

 

 

 

 

 

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