Alguna que otra vez he hablado aquí de La Unión de Correctores (UniCo), una asociación de la que formo parte y cuyos fines son, entre otros muchos, promocionar nuestro oficio e informarnos sobre nuevos recursos con los que seguir aprendiendo. UniCo también dispone de un grupo de Google –una suerte de asamblea a golpe de correo electrónico– en el que los socios nos ayudamos mutuamente a resolver todo tipo de dudas. No les diré cuál es el importe de la cuota anual que pago a UniCo, pero les aseguro que el incesante caudal de conocimientos que recibo a diario de ese grupo de consulta la amortiza con creces.
Entro siempre que puedo al grupo de Google de UniCo, pero muchas veces permanezco callado y me limito a leer los correos que van entrando a toda velocidad para resolver cualquier duda ortográfica, ortotipográfica o gramatical que algún compañero ha planteado. Y me quedo callado por dos razones: la inmediatez de las respuestas es increíble y la contundencia de los argumentos que emplean mis colegas resulta apabullante.
Eso lo he podido comprobar también cuando he sido yo quien ha hecho una consulta. Antes de molestar a mis amigos de UniCo, busco soluciones en mis fuentes habituales (Real Academia Española, Manuel Seco, José Martínez de Sousa, Leonardo Gómez Torrego, María Moliner, Fundación del Español Urgente…), pero cuando no las encuentro me lanzo a esta asamblea electrónica, que siempre ha tenido respuestas para mis preguntas.
Quienes no se dedican a esto de la corrección de textos se sorprenderían de los asuntos que se tratan en este cónclave virtual. Por ejemplo, recientemente se habló de algo que tal vez muchos de ustedes desconocen: ¿sabían que cuando se escribe un número de cuatro cifras o más está de sobra poner un punto para separar los millares? Yo sí lo sabía, pero lo sigo usando a la hora de redactar, por ejemplo, un correo electrónico para un amigo, más que nada por no tener que dar explicaciones. En cambio, cuando corrijo un texto le digo al cliente que debería quitarlo y dejo la decisión en sus manos.
No se trata de una regla impuesta por la Real Academia Española. La cosa va más lejos y tiene que ver con las normas UNE (la sigla significa “Una Norma Española” y es un conjunto de preceptos sobre asuntos tecnológicos y de otra índole) y con lo establecido por la Conferencia General de Pesas y Medidas. No quiero resultar aburrido, así que solo les diré que la cuestión del punto en los números parece ser tan importante que el Gobierno de España la reguló en 1989 a través de un real decreto, según nos cuenta José Martínez de Sousa en su Ortografía y ortotipografía del español actual (Ediciones Trea).
Y lo que ordena ese decreto es lo siguiente: “Para facilitar la lectura, los números pueden estar divididos en grupos de tres cifras […]; estos grupos no se separan jamás por puntos ni comas. La separación en grupos no se utiliza para los números de cuatro cifras que designan un año”. Ese “jamás” suena muy tajante, pero lo cierto es que son pocos los que obedecen la orden. La agrupación de tres en tres se hace “en uno y otro sentido, a partir del signo decimal [si lo hay]”, según una de las normas UNE que cita Martínez de Sousa en su Ortografía y ortotipografía, y para separar los grupos se suele emplear el llamado ‘espacio fino’, ligeramente menor que el que se coloca habitualmente entre palabras, aunque ni en el real decreto ni en las normas UNE se habla de este singular recurso tipográfico. Solo se habla de “separación” y de “pequeño espacio”.
Por lo tanto, si queremos escribir la palabra ‘mil’ en cifras, lo tenemos que hacer así: 1 000 (aunque yo no he usado un espacio fino, sino el de toda la vida). No obstante, Martínez de Sousa recomienda hacer la separación únicamente en los números de cinco cifras o más, pues los de cuatro “no ofrecen dificultades para su lectura”. Según el maestro, ‘mil’ se escribiría así: 1000; y ‘diez mil’, de esta otra forma: 10 000.
En esto coincide Martínez de Sousa con la Ortografía de la lengua española de 2010 (Espasa). Sin embargo, las normas UNE dicen que se debe emplear con “números de muchas cifras”, sin dar más detalles. Y en cuanto al real decreto, dado que señala que el precepto no se aplica a “números de cuatro cifras que designan un año”, cabe pensar que sí se debe aplicar en los casos en los que las cuatro cifras no designan un año… Como suele suceder, a la hora de dictar leyes sobre el buen escribir cada cual tiene sus gustos.
Hay que hacer dos aclaraciones: por una parte, la Ortografía de la RAE no considera que este follón de los espacios y los grupos sea una regla, sino un uso “opcional” (prescindir del punto sí es obligatorio). Y por otra –y a cuenta del asunto de los años–, todo lo dicho anteriormente solo es válido si los números indican cantidades (‘Debo 10 000 euros’, ‘Eso ocurrió hace 10 000 años’), pero no cuando designan años (‘el año 10000 antes de Cristo’) o páginas de un libro (‘La cita está en la página 12300’) ni cuando se refieren a códigos (los postales, por ejemplo), teléfonos (ahí la cosa es más anárquica), etcétera.
En fin, me he ido por las ramas, aunque espero que esta historia de los números, los puntos y los espacios finos les haya resultado entretenida. Si no es así, no se preocupen: mañana mismo entro en el grupo de UniCo y les busco otra. Allí nunca faltan secretos de la escritura revelados con sorprendente maestría por mis compañeros correctores, a los que agradezco su sabiduría y la generosidad con la que la comparten.
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