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SIN COMPLEJOS. No sólo cada cuatro años. Por Ángel Llanos

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La participación activa en la política vía convocatoria electoral ya no es suficiente, ni para satisfacer el deseo de influir en las decisiones que crece entre los ciudadanos, ni para movilizar a los abstencionistas (mayoría en Santa Cruz de Tenerife).La discrecionalidad de los gobernantes para tomar decisiones, debe hacer olvidar la idea de que los ciudadanos disponen de una ¿inmejorable? ocasión cada cuatro años para opinar, para obligar a los dirigentes a rendir cuentas y para quitarles el poder (aunque eso no siempre es así, gracias a los pactos de gobierno). Muchos proponen fomentar la participación ciudadana en las instituciones, pero ¿qué medidas concretas se ponen en marcha para ello?

No se trata de promover una democracia directa  como la de Atenas (500 a 300 a. de C.) o Ginebra (siglo XVIII), ni el modelo asambleario municipal de la Nueva Inglaterra en los EEUU del siglo XVI. Los entes locales (y por supuesto las grandes ciudades), disponen de fórmulas suficientes para gobernar teniendo en cuenta lo que opinan sus ciudadanos permanentemente, y no sólo cada cuatro años. Si la opinión del vecino sólo es escuchada el día de las elecciones, la clase política seguirá encabezando el principal motivo de preocupación en las encuestas Veamos tres fórmulas viables.

Primera: las Juntas de Distrito. Denominadas Tagorores en la capital, quedaron parcialmente paralizados como medio de participación ante la falta de recursos por la crisis. Aunque la participación ciudadana debe influir en el destino de los fondos públicos, su aportación no se ciñe a la crematística, por lo que tienen futuro en la organización municipal actual.

Segunda: la consulta ciudadana. Formalmente realizada y no como meros sondeos, incentiva la movilidad intelectual de los contribuyentes alrededor del día a día municipal. Para ello es fundamental la oficialidad de la convocatoria (vía web, referéndum o consulta popular), y el compromiso institucional de materializar la elección ciudadana.

Tercera: el Consejo Social. En ocasiones la solución la tenemos en las narices, y este órgano (que hace 5 años que no se reúne), dispone de la herramienta para conciliar posiciones enfrentadas entre los diferentes sectores chicharreros. No es necesario aplicar las soluciones de la ‘democracia consociativa’ de  Arend Lijphart, pues el municipio no es excesivamente heterogéneo; pero sí se pueden establecer cauces estables de participación permanente, definidos, transparentes y eficaces, pues a la gente ya no le basta que el cauce sea cada cuatro años.

Ángel Llanos. Ex portavoz del PP en el Cabildo de Tenerife y en el Ayuntamiento de Santa Cruz

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