De nuevo Venezuela encara unas elecciones que marcarán su futuro para los próximos años, las elecciones presidenciales que deberían celebrarse en octubre del año próximo. En ellas que concurren dos circunstancias inéditas en el largo periodo de mandato chavista, sobre el que me ocupé en un artículo reciente. De una parte, Hugo Chávez encara su posible reelección gravemente enfermo y por la otra, la oposición concurrirá con un candidato único, elegido en unas primarias entre al menos cuatro aspirantes, a celebrar en febrero del año entrante.
La situación económica y social de Venezuela ha sido ya comentada y es bien conocida. Son las incógnitas políticas que se ciernen sobre su futuro de las que quiero ocuparme ahora. A pesar de los esfuerzos y de las cautelas iniciales para ocultarlo, ya nadie duda hoy de que Chávez está gravemente enfermo, pero como es habitual en los regímenes personalistas, sobre su enfermedad existen algunas certidumbres y numerosas incógnitas. Los efectos de la quimioterapia y de la cortisona y/o de sus derivados hacen inocultable que padece un cáncer, probablemente maligno, cuya exacta naturaleza se desconoce. Si se trata de un carcinoma retroperitoneal, pancreático o de otro tipo solo pueden hacerse especulaciones, a falta de un diagnóstico veraz y fidedigno, así que será mejor evitar cualquier especulación, más allá de la evidencia de que en Cuba fue operado de lo que fue calificado como un absceso pélvico y que necesitó una segunda intervención, vistos los malos resultados y/o las complicaciones de la primera intervención.

Hoy un cáncer, por maligno que sea inicialmente, no tiene necesariamente un pronóstico fatal a corto plazo, por lo que es previsible que Chávez tenga aún una supervivencia de no se sabe cuánto tiempo. Puede llegar con vida hasta las próximas elecciones o no. En ese caso, la situación sería radicalmente distinta. A pesar de lo fundadas de otras opiniones, para mí es incuestionable que Hugo Chávez conserva el apoyo de una parte importante de la sociedad venezolana, nadie sabe si mayoritaria o no en estos momentos. Probablemente no, en opinión de algunos analistas, opinión que personalmente comparto en alguna medida. En estas circunstancias, Chávez puede llegar con una relativa salud a las elecciones, muy disminuido o puede morir en los meses próximos. Son tres escenarios distintos pero posibles. En el primer caso, poco o nada cambiará, acaso trataría de acelerar el proceso de su revolución bolivariana para hacerlo irreversible. En el segundo caso, un poco más de lo anterior, pero con plomo en las alas, en expresión de un amigo venezolano informante. En el caso de su desaparición, y a menos que desde Cuba sea impuesta otra cosa, se abriría una lucha por el poder entre los más significados chavistas del momento. El sustituto lógico y natural sería su Vicepresidente, Jaua, pero a pesar de las frecuentes y prolongadas permanencias de Chávez en Cuba, no delegó en él su presidencia ni un solo minuto, lo que hace pensar que no goza de su entera confianza. Además, ya lo ha nominado, a dedo, como candidato a gobernador del Estado de Miranda, con lo que le desplaza y libera su puesto para otro posible candidato. El actual canciller, Nicolás Maduro, le acompaña en todos sus viajes a Cuba y la esposa de éste, Cilia Flóres es vicepresdente del PSUV, Partido Socialista Unificado de Venezuela. Ambos son muy influyentes. Por último, no podría descartarse una solución “a la cubana”, con el acceso al poder del hermanísimo, Adán Chávez, hipótesis a mi juicio menos verosímil.
No hay que olvidar a otros posibles aspirantes, como Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz o el propio José Vicente Rangel, de edad ya avanzada pero que goza de buena salud. En todo caso, ni de lejos, ninguno de los mencionados goza del prestigio y del carisma que tiene Hugo Chávez entre sus seguidores.
Un elemento importante para el análisis viene dado por las incógnitas sobre el papel que jugaría el ejército ante una eventual desaparición del líder de la revolución bolivariana. Los militares de mayor graduación en las actuales FFAA venezolanas se declaran incondicionales seguidores de la Revolución, especialmente Rangel Silva. Pero sobre algunos de ellos pesan las sospechas de sus relaciones con las FARC colombianas y han sido denunciados por sus posibles vínculos con el narcotráfico. En todo caso, como me dice uno de mis interlocutores venezolanos, “los militares son fieles hasta que dejan de serlo” y hay descontento en algunos sectores del ejército.
No debe descartarse que surja un “outsider” con credibilidad, para dirigir un periodo transitorio, como ya ocurrió con Ramón J. Velásquez cuando el procedimiento de “impeachment” de Carlos Andrés Pérez. En mi opinión la Venezuela de hoy es muy diferente a la de entonces y esta hipótesis es poco o nada verosímil.

Por el lado de la oposición, la situación hoy es mejor que nunca antes durante los años de mandato de Hugo Chávez y todas las fuentes consultadas, tanto en amigos más o menos vinculados a ella, como en algunos contactos que mantengo con sectores que en un momento u otro fueron afines al chavismo, hay una coincidencia generalizada de que han aprendido de los errores del pasado, no pocos en mi opinión, y los distintos sectores que convergen en la MUD, Mesa de la Unidad Democrática, presentarán un candidato único con un programa común, capaz de hace frente con posibilidades de éxito al oficialismo chavista, sea cual sea éste bajo cualquiera de las hipótesis que he resumido. Más por pragmatismo y por madurez que por convicción derivada de una afinidad ideológica, ese acuerdo de las fuerzas políticas representadas en la MUD se cumplirá. Algunos precandidatos se han apartado para despejar el terreno a favor de los mejor valorados en las encuestas. Tal sería el caso del veterano Eduardo Fernández, que conserva un considerable prestigio internacional y en sectores de la sociedad venezolana; y el de Antonio Ledezma, vencedor en las últimas elecciones municipales a la alcaldía de Caracas. Quedan en liza cuatro candidatos, en torno a los 40 años de edad, con experiencia y méritos suficientes, con los que he hablado personalmente en varias ocasiones. Capriles Radonski, actual gobernador del Estado de Miranda; Pablo Pérez, gobernador del Zulia; Leopoldo López, ex alcalde de Chacao, y María Corina Machado, una mujer valerosa que ha liderado el movimiento ciudadano Súmate. Entre ellos se dirimirá un proceso de elección en una novedosa experiencia de primarias, del que saldrá un candidato único y común de la oposición.
En palabras de un analista amigo con amplia experiencia, es posible que la exposición de la actual situación política venezolana pueda arrojar más confusión que claridad, pero así están las cosas. En resumen, Chávez afronta su reelección no solo gravemente enfermo, sino debilitado políticamente. Sabe que la oposición se ha organizado mejor y está fortalecida, pero no dudará en utilizar los muchos recursos a su alcance para imponerse en las urnas. Otra cosa es que lo haga de manera trasparente y limpia. He perdido la cuenta de las veces que he sido observador en algunos de los muchos procesos electorales celebrados en Venezuela durante los últimos 15 años y aunque nunca hemos hecho una denuncia formal de actuaciones fraudulentas, en una situación de extrema necesidad, en mi opinión esa posibilidad no puede ser descartada. Ahora ya no existe un Baduel capaz de imponer en la madrugada de Miraflores el veredicto de las urnas.
Fernando Fernández
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