Resulta conmovedor ver como hay personas que siempre tienen que vender su discurso y denostar el de los demás. El argumento de estos lumbreras suele ser el de siempre, «no sé de qué habla usted, pero desde luego no tiene ni la menor idea». En España es muy propio ese deporte de zurrarle la badana a los que saben de un tema. Normalmente, en el fútbol, son 46 millones de españoles los que saben de técnica, táctica y estrategia, pero es que en política empiezan a salir auténticos frikis, gente que se creen en posesión de la verdad absoluta y que, de remate, te escriben un correo para decirte que la persona que ha intervenido en tu tertulia no tiene ni puñetera idea del tema que está exponiendo. Insisto, el argumento es el de siempre, «es que usted no tiene ni idea», pero no te dan razones de peso para rebatirlo.
El caso es que la Ley Electoral, tan de moda cada vez que pasan unos comicios, ha sido objeto de debate en diversas cadenas y emisoras. En Periodista Digital tuve a dos especialistas en la materia, pero a alguien no le gustó lo que se opinaba porque, lisa y llanamente, se arremetía contra una norma que beneficia descaradamente a los partidos nacionalistas. Virginia Ródenas, contra la que este sujeto parece tener una inquina exacerbada, simplemente exponía algo que es de lógica aplastante, que no era posible que Amaiur, con poco más de 300.000 escaños tuviese 7 diputados y UPyD, cuatriplicando la cifra, se quedase en 5 escaños. El dato era objetivo e irrefutable, salvo para un lector que, ocultándose en una simple dirección de correo, pone en tela de juicio las más sabias y acreditadas opiniones.
Nos guste o no, en España hay que proceder a un cambio urgente de la ley electoral y el PP tiene una ocasión de oro para hacerlo, además encontraría el apoyo de UPyD e incluso de Izquierda Unida. Los nacionalistas han aprovechado este resquicio para convertirse en los artífices de los mayores chantajes, corsarios de las transferencias, fulminadores de la idea de nación, gracias entre otras razones a un Zapatero que se plegó a los caprichos de estos mini partidos con mentalidad regionalista, localista y, en algunos casos, independentistas-secesionistas. Este festín tiene que acabar porque eso sí que es pervertir la voluntad democrática. Desde luego, copiando el lema de los del 15-M, esos sí que no nos representan.
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