No cabe duda. Rubalcaba perdió el debate electoral frente a Mariano Rajoy, pero no tanto por los méritos del candidato del PP, sino porque el líder socialista se llevó un mandoble tremendo en la primera media hora. En Génova sabían que la clave era salir en tromba con los datos económicos y, qué duda cabe, 5 millones de desempleados eran un capital demasiado goloso como para que el líder conservador no aprovechase a zurrarle la badana una y otra vez. Desde luego, si hubiese sido un combate de boxeo al uso, es posible que el uppercut al socialista habría sido de tal calibre que no se habría levantado de la lona.
Sin embargo, después del aturdimiento que tuvo que sufrir Rubalcaba, es verdad que a Rajoy se le fueron difuminando las ideas, la claridad a la hora de sentenciar las acusaciones de su adversario. Le pasó con la ley de matrimonios homosexuales o con la educación público. En el primer punto fue incapaz de defender la tesis de que el PP no es el bicho del pantano y que, fuera de que se niega a llamar matrimonio a lo que no es, de resto no va a seccionar ningún derecho a las parejas gays. En cuanto a la educación, pasó por alto comentar, cuando el socialista se refería a Esperanza Aguirre y sus tijeretazos en la enseñanza pública, que los hijos de altos cargos del PSOE (Montilla o Blanco) van a exclusivos centros escolares, en algunos casos con un coste superior a los 400 euros.
También es verdad que se notó en exceso que se habían pactado muchas cuestiones. El terrorismo, ni de puntillas y los casos de corrupción, como si no existieran, y eso que había arsenal de sobra. El PSOE al PP le podía haber acorralado con el caso Gürtel y los conservadores, por ejemplo, podían haber atacado con el llamado caso Campeón. Pero ni unos ni otros decidieron sacar este tema, tapándose las vergüenzas mutuamente. Lo curioso es que ya verán como en el resto de mítines de campaña salen a relucir las plumas del Faisán, los trajes, las gasolineras o las prebendas de Matas a Urdangarín.
En definitiva, que Rajoy, si es por el debate del lunes, no sólo ganará en las urnas, sino que seguramente arrasará en las urnas, pero el mérito tendrá que ponerlo en el haber o debe de Zapatero, que ha dejado una herencia mortal y diabólica a Rubalcaba, quien también tiene culpa de esta situación porque ha sido el que ha consentido esta situación durante siete años y ahora, lamentablemente para él, es imposible convencer al electorado de lo contrario, de que él no era corresponsable de esas políticas de la improvisación. Es como querer tapar el sol con un dedo… que rima curiosamente con Alfredo.
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