Mientras a Alberto Delgado ni está ni se le espera. O mejor, no lo espera Paulino Rivero, la maquinaria puesta en marcha para el tijeretazo a los presupuestos de 2012 destinados a Cultura sigue imparable su marcha anunciando el final inevitable de un modelo que, por razones que espero a nadie se le escape, augura un año apocalíptico en cuanto a fastos (y gastos) culturales se refiere.
Me inquieta, en este sentido, cómo nos están preparando ante el panorama que se avecina. También, obviamente, por cómo se invertirá la patética cantidad que le tocará gestionar a la Viceconsejería que hasta ahora dirigía Delgado. Tengo, no obstante, la esperanza de que eso animará a los agentes implicados del sector –el desatado y el indiferente ante todo este follón– a investigar y fiscalizar en la medida que puedan por dónde se moverán unos recursos públicos que ya no pueden repartirse entre tanta gente.
Espero, con la mano en elcorazón, que eso obligue a detener el despilfarro de viajes con todo incluido que abonaba el departamento que gestionaba hasta ahorita mismito Delgado para acudir a festivales como el de San Sebastián, por poner un ejemplo, en el que no se hacía nada salvo el dejarse ver entre tanta estrella y estrellado.
También la de que por una vez alguien se digne a explicarnos para qué sirve el programa Septenio –que de los tres millones que contó en 2011 pasa a gestionar 800 en 2012– para promocionar la Cultura canaria en el mundo mundial, entre otros poco juiciosos drenajes realizados.
Y a todas estas, mientras tanto, Alberto Delgado ni está ni se les espera.
Él, que fue quien levantó la liebre y puso nervioso a los que integran un movimiento que, mucho me temo, al final va a optar por el sálvese quien pueda.
De todas formas –y está escrito sin ruda ironía– Alberto Delgado igual sorprende y se nos vuelve un hombre fuerte, disciplinado y experto en las artes de la alta diplomacia. Así que cuando se levante del lecho y se mire frente al espejo llamará por teléfono a Paulino para cantarle las cuarenta.
– Hazme caso, Paulino, hazme caso. Mira que si no te boto a la calle a los culturos…
Tiembla Paulino… Tiembla… Que no sabes la que te espera…
O sí sabe la que le espera y quizá eso explique el inexplicable empeño por dotar de más dinero a ese invento que llama Policía Canaria.
Paulino dobla de dinero y recursos a los aspirantes a polisía (con s) casi como si quisiera que salieran a la calle para repartir estopa a esos chicos malcriados que una vez se creyeron aquello de que en Canarias y bajo el paraguas del Gobierno de Canarias era posible lo de “mamá, quiero ser artista.”
No sé dan cuenta, criaturas, que el mensaje sufre ahora una violenta metamorfosis.
Lo dejó caer, y quiero pensar que con la peculiar voz de Gracita Morales, la consejera de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda, Inés Rojas:
– Niños, el modeeelito cambia en 2012.
Así que ahora solo cabe gritar: “¡mamá, yo lo que quiero ser es de la polisía canaria!”
Y los más listos, como siempre, “¡mamá, yo lo que quiero ser es director de la Televisión Canaria!”
¿Por qué quieres ser poli, mijo?
Porque me gusta la curtura y vigilar al que tengo al lado.
¿Por qué quiere ser director de la Televisión Canaria, mijo?
Porque quiero ser como Willy.
Saludos, vacaguaré, desde este lado del ordenador.
Eduardo García Rojas en http://www.elescobillon.com
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