Ante el pueblo aparentando, pero con el mazo… dando. Tan dados que son en el Partido Popular (PP) al refranero, la asimilación del socorrido “A Dios rogando…” viene pintiparada para explicar la incomprensible postura de algunos de sus dirigentes a raíz del comunicado del cese definitivo de la lucha armada por parte de la banda innombrable, la misma que, in illo tempore, José María Aznar, aún presidente del Gobierno de España, llamó Movimiento Vasco de Liberación Nacional.
Mariano Rajoy, lo recordarán, muy en plan institucional, saludando el contenido y la decisión. A continuación, jaleados y apremiados por la caverna mediática que se abrió las venas por la Conferencia de Paz de San Sebastián y dedicó a algunos de sus participantes las más graves descalificaciones sólo al nivel de los vulgarismos tabernarios más insolentes, otros representantes del partido conservador, encabezados por Jaime Mayor Oreja, han reventado casi hasta el punto de clamar venganza. Entonces, una de dos: o lo que dice Rajoy les trae sin cuidado y no le hacen caso; o el candidato a la presidencia no ha sido capaz de llamar al orden -nunca mejor dicho- a los militantes rencorosos y descontentos que quieren algo más.
A los de la caverna, con su mazo, abanderados del extremismo, faltaría más, ni tocarlos, a diferencia de la crueldad con que ellos han castigado a los profesionales de RadioTelevisión Española. Les basta con asumir “Contra Eta escribíamos mejor”
La conclusión es que al PP disgusta el punto final, la llegada de la paz, la ausencia de terror, o, más simple, la esperanza de un nuevo ciclo en Euzkadi y en toda España, donde las pistolas y las bombas sean sustituidas por la palabra, el diálogo, el debate, el pluralismo y las urnas.
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