Propensión al ahorro. Inevitable. Claro que la demuestran quienes pueden. Y eso repercute en los hábitos y comportamientos de la ciudadanía. La depresión, la gran depresión, transforma, vaya que sí.
Sólo basta echar un vistazo a las conclusiones del undécimo Observatorio del Ahorro elaborado por Inverco, la patronal de fondos de inversión. Una de ellas: el porcentaje de españoles que ahorran «para prevenir posibles gastos imprevistos ante una situación de crisis» se ha doblado en los últimos dos años, pasando del 14 al 31 por ciento.
Otra: el perfil de los ahorradores, que se va haciendo cada vez más conservador. A la hora de invertir, incluso en la modalidad de la deuda pública, en un ambiente generalizado de riesgo, en el presente año un 55% de los ahorradores se autodefine como conservador y el 40% como moderado, cuando en 2009 el número de ahorradores de perfil conservador apenas alcanzaba el 25%.
Y una tercera conclusión: un 31% de los que pueden ahorrar busca cubrir imprevistos; un 25% mejorar su jubilación; y un 22% conseguier beneficios fiscales.
Los porcentajes son los suficientemente altos como para deducir que, en efecto, los hábitos de quienes menos sufren la crisis están modificándose sensiblemente. De ahí que se acentúe esa tónica de conservadurismo: entre noticias diarias (a veces horarias) negativas, entre sombras e incertidumbres que se alargan y entre carencia de alternativas o soluciones, hay que prevenir. Menos consumo: los depósitos bancarios, los planes de pensiones y los fondos de inversión se llevan la palma. Son la prueba de que los hábitos se van transformando y empiezan a ser otros.
Y es que las orejas del lobo, por lo que se ve, mejor dicho: por lo que se ahorra, obligan.
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