Tuve ocasión de escuchar varias conferencias del gran intelectual tinerfeño Juan Marichal. Conocía por diversas obras suyas su indudable erudición y valía. Pero en las conferencias me encantó su sencillez, su tranquilidad, su verbo pausado, sus explicaciones claras y nítidez, sus palabras amables y conciliadores, su tinerfeñismo, su canarismo, su españolismo. Estábamos ante un isleño universal. Sin duda, uno –si no el más importante- de los intelectuales canarios que han dejado huella en el siglo XX.
Don Juan correteaba en su juventud en las inmediaciones de la santacrucera Plaza de Toros, ya que vivía muy cerca de allí; sin ir más lejos, justo enfrente.
Estudiante brillante en el colegio de Los Salesianos, desde pequeño fue un gran lector. Pasaba, en ocasiones, tardes enteras, mientras acompañaba a un amigo enfermo, y ambos se pasaban las tardes…leyendo.
También pasó en su juventud temporadas en Tacoronte. La casa del pintor Óscar Domínguez no le fue ajena.
Su familia se exilió voluntariamente a finales de la II República, pero…no por motivos políticos, sino porque su padre Juan López Marichal debía ir a Madrid, por motivos profesionales. Su tío Rubén Marichal era diputado en Cortes por el Partido Republicano Tinerfeño (antes lo había sido su también tío Domingo Pérez Trujillo, del PSOE, que se había casado con la hermana de su madre, Carmen Marichal).
¿Quién le iba a decir a Juan Marichal que cuando partió para la Península en 1935 con sólo trece años de edad, ya no regresaría a queridas Islas, a su querido Tenerife cincuenta años más tarde?
En un artículo, sin embargo, Don Juan Marichal bajo el título “El exilio español fue una fortuna”, se considera un privilegiado, en el sentido que como consecuencia del mismo, pudo vivir muchas situaciones que de otra forma no hubiera podido haberlas vivido, estar y estudiar en diversas ciudades españolas –Madrid, Valencia, Barcelona- o extranjeras – Casablanca (Marruecos), Mexico o Harvard (EE.UU.).
Tras pedir consejo al insigne Blas Cabrera, y siguiendo los mismos don Juan estudia la carrera de Historia en la Universidad Autónoma de Mexico. Continúa sus estudios haciendo el doctorado de la mano de uno de los grandes historiadores del siglo XX español, Américo Castro en Princeton (EE.UU.). Años más tarde, consigue la cátedra en la prestigiosa universidad norteamericana de Harvard, en Boston, donde permanecería hasta su jubilación en 1988.
Estudioso de la vida y la obra –entre otros- de Juan Negrín, Manuel Azaña, de Miguel de Unamuno y del poeta Pedro Salinas –su suegro (don Juan se casó con su hija Solita), toda su magna obra es un destello de rigurosidad, buen hacer, compromiso, conciliación, y amor por su trabajo y por su país.
Siempre tuvo a Tenerife en su corazón, en cualquier lugar del mundo donde se encontrara, y en las conferencias que dio en Santa Cruz de Tenerife, siempre contaba anécdotas de su juventud chicharrera.
Su labor fue reconocida en vida. Obtuvo el Premio Canarias en 1987, y el Premio Nacional de Historia en 1996 por su obra “El secreto de España”.
Don Juan Marichal, pasión por la historia, pasión por España, pasión por sus maestros, pasión por sus alumnos. Ejemplo para generaciones de maestría intelectual, de erudición –conocía perfectamente el inglés, el francés y el español- , de rectitud, de cariño por los suyos, de isleño internacional.
Un lujo para Canarias.
Jesús Pedreira Calamita
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