En estos días preñados de noticias negativas acerca de la economía del planeta, observo con cierta incredulidad cómo responsables financieros nos alientan a un mayor consumo para evitar una recesión mundial de incalculables consecuencias. Producir más productos transformados es equivalente a una mayor contaminación y a un deterioro progresivo de las condiciones de vida necesarias en la tierra.
En mi opinión, hemos creado un gigante con pies de barro. La famosa globalización por la que tantos gobernantes apostaron -auspiciados por la administración (como no) americana- está mostrando su inseguridad y su vulnerabilidad es un sistema que se me antoja mal diseñado, muy desigual y que solo responde a los intereses lucrativos de los más ricos.
El anterior sistema que teníamos no generaba las alarmas, el catastrofismo y el desasosiego que nos genera éste. Anteriormente cualquier país podía tener problemas y se resfriaba sin contaminar excesivamente al resto. El resfriado de ayer se ha convertido con este nuevo modelo en una pandemia capaz de traspasar cualquier frontera.
»]
Según mi criterio, vivimos en una sociedad que hace de los absurdo su modus vivendi. Trabajamos en lo que no nos gusta para comprar cosas que realmente no necesitamos. En una sociedad más racional y con mayor sentido común gran parte de lo que en estos momentos producimos sería perfectamente prescindible. Basta con darse una vueltita cualquier día por los contenedores de basura para darse cuenta lo que en ellos se deposita.
Ciertas estadísticas nos indica que aproximadamente el 20% de la población mundial pasa hambre, mientras que un tanto % más elevado de residentes en este mal llamado primer mundo están sobre alimentados, y tienen serios problemas de salud debido a la obesidad y enfermedades asociadas.
Desde luego, hemos creado unas “sociedades del bienestar” profundamente injustas e insolidarias. Giramos en la rueda del consumo a toda velocidad. La compra compulsiva e irracional ocupa nuestro tiempo de ocio. Lo insustancial genera tristeza e infelicidad a una población a la que le sobra casi todo. Hay grandes laboratorios farmacéuticos que se están poniendo las botas a base de vender ansiolíticos y antidepresivos. La opulencia de unos contrasta gravemente con las carencias de otros.
Lo he repetido en muchas ocasiones, pero seguiré haciéndolo hasta que no vea un verdadero cambio y un nuevo orden mundial basado en la igualdad, la justicia y la equidad. Este mundo desigual adolece de un soporte vital que mantenga sus constantes en movimiento regular. A ver si a alguien se le ocurre investigar en la creación de un suero que contenga semillas de inteligencia y racionalidad. Inyectado en vena, a través del torrente sanguíneo llegará muy rápido al cerebro. Aunque pensándolo bien, no sé si sería muy comercial. Tendría como competidores a la frivolidad y la estupidez, y estos últimos cuentan con muchos adeptos.
En estos momentos me acuerdo de mi amigo Antoñito, que ha inspirado con su forma de vida basada en un consumo razonable y coherente, junto a una forma de vida disciplinada y solidaria, parte de este artículo.
¡Mari!, alcánzame el libro que me voy a dormir.
Valerio Felipe
LA VORAGINE ACTUAL QUE ENVUELVE AL SER HUMANO Y EL APEGO AL DINERO DE UNOS CUANTOS IMBECILES, MINIMIZAN EL EFECTO DEL SUERO A LA INTELIGENCIA SOLIDARIA. SALUDOS A «ANTOÑITO». VALERIO UNA VEZ MAS FANTASTICO.- BRAVO.-
Es claro y brillante en sus pensamientos y en la forma de compartirlos. Este tipo merece la pena
Me parece que da en el clavo con lo que dice. Asi esta todo el mundo siendo infeliz.
El suero que comentas hace falta urgentemente. Mileurista (166.386 pesetas) es un término despectivo referido al que no gana lo suficiente para vivir bien. Acaso mil euros no son suficientes para vivir como describes?
O cambiamos todos de mentatidad o esto se va a la porra de la peor manera posible me temo.
Gracias Valerio por insistir.
Como siempre Valerio,no sobra ni una letra de lo que escribes.
Saludos