Marisol Ayala

Los niños fantasmas de “Maca”. Por Marisol Ayala

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La realidad supera la ficción. ¿Se imaginan hoy, a estas alturas de siglo, que alguien en una ciudad moderna, con un régimen político consolidado, con un sistema educativo y social afianzado, que dos niños vivan durante nueve años al margen de la ley…?. Al margen de la vida, al margen de un sistema que debe velar por su protección…Yo, no. La semana que ha finalizado nos ha dejado un caso tremendo de desprotección infantil, una historia de marginalidad y delincuencia más propia de una sociedad destartalada.
Un mujer, Macarena –“Maca”- Arteaga, de 32 años ha tenido cinco hijos según unas fuentes y seis según otras. Dos de ellos no han figurado en el Registro Civil de manera que hasta ahora han sido “niños fantasmas”, sin derecho a sanidad, a una protección a escolar, a nada. Es más; si durante esos nueve años uno de ellos hubiera fallecido podían muy bien haberles sepultado sin que nadie los reclamara y a otra cosa. Legalmente, no existían. Empiezo este artículo diciendo que la realidad supera la ficción y no me equivoco ni un tanto así.

La historia de Macarena, “Maca”, es la historia de una vida al límite, de una madre irresponsable de y una familia igualmente caótica, que ha permitido lo que ha permitido. Conocí a Macarena en abril del 2002 y la conocí porque alguien me contó el caso ocurrido en el Hospital Materno Infantil. Se trataba de una joven toxicómana ingresada en el Materno que había sido trasladada desde Salto Negro para dar a luz. Una vez parió y su bebé fue trasladado a la Unidad de Neonatos del centro médico “Maca” decidió, con la complicidad de sus amigos de correrías, acceder a esa unidad y llevarse al bebé cuyo estado de salud era delicado.

Dos contactos me permitieron llegar a ella. A ella y a sus padres; su padre, Nicolás y su madre, invidente. Vivían en un tercer piso destartalado del polígono de San Cristóbal y allí me reuní con ellos.
En mi agenda personal de aquel año leo una anotación referente al caso: “Chica que robó a su bebé del Materno; ha estado en la cárcel. Un desastre”. Pero en esta profesión del corre, corre, la dinámica es hacer el reportaje, publicarlo y guardarlo en la recámara. Y ahí queda, olvidado, salvo que con el paso del tiempo algo active la historia. Justo eso es lo que ha ocurrido con “Maca” y sus padres.
El viernes pasado sonó el móvil. Una compañera me pregunta: “¿Sabes algo de una chica que sacó a su hijo del Materno en el interior de una maleta en el 2002?”, “no lo recuerdo…”, le digo. Dice la policía en su nota, me recordó, que la prensa local le había hecho una entrevista en el año 2002 donde reconocía que se había llevado al bebé y pienso que tal fuiste tú”.

“Ni idea…yo no fui”. Pero esa compañera, que me conoce bien, me dejó una horita para que hurgara en mi memoria. “¿Dónde pasó eso, Ángeles?, (Jefa de Sociedad del Canarias-7 y amiga persona?)…”, en el barrio de San Cristóbal…”¿se llama Maca…?”, le pregunté. Efectivamente la había entrevistado, había hablado con sus padres, había estado en su casa y conocía muy bien el caso. Pero siempre pensé que después de aquél episodio tan truculento de sustraer a un bebé de un hospital, Maca había ordenado su vida. Me equivoqué.
De manera que de pronto, como un incontenible vómito, recordé aquél día, la casa, el dolor del padre, la cara de “Maca” y todo lo que ya sabemos de ese caso tan duro y, ya ves, tan real. Una vez conocido el suceso la pregunta que nos hacemos son dos, una; ¿cómo es posible que estas criaturas hayan vivido nueve años de su existencia sin cobertura sanitaria, viviendo como fantasmas en una ciudad y con una familia que no velaba por ellos?.¿Nunca se pusieron enfermos?, ¿falsificaron datos para llevarlos a médicos…?. Y, pregunta número dos: ¿De haber fallecido estas criaturas quien los hubiera echado de menos, salvo su familia?. Más preguntas ¿Solo esos dos niños vivieron en el limbo o nació alguno más…?. La Policía tiene aquí un hueso duro de roer porque hay muchas dudas en un suceso que nos asalta, nos preocupa y nos desconcierta.

Estos días he hablado varias veces con la familia de “Maca”. Los niños (al menos tres de ellos) están ingresados en un centro de acogida, en proceso de ser adoptados. Los que viven con su madre se encuentran relativamente bien atendido pero la situación económica de la familia es extrema. “Maca” ha vivido hasta hace unos meses de un trabajo municipal pero ahora está en el paro. Habría que echarle una mano y no por ella, no, por sus hijos.

Marisol Ayala

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