SINC.- En el Informe Mundial del Alzheimer 2011: Los beneficios de un diagnóstico e intervención tempranos, los expertos muestran la efectividad del tratamiento de la demencia en sus primeras fases. El nuevo documento hace una llamada a los gobiernos para que afronten con sus políticas este síndrome que afecta a 36 millones de personas en todo el mundo.
Tres cuartas partes de los 36 millones de casos estimados de demencia en el mundo no se diagnostican en los servicios de atención primaria. Así lo indica el Informe Mundial del Alzheimer de 2011, publicado hoy a partir de los datos recopilados por la federación ADI (acrónimo inglés de Enfermedad de Alzheimer Internacional).
En muchas ocasiones, los síntomas se consideran, erróneamente, propios de la edad e intratables
“Este es el primer informe que analiza de manera sistemática la bibliografía mundial de diagnósticos e intervenciones tempranas en esta enfermedad, y la importancia de los mismos”, señala a SINC Sube Banerjee, del equipo del King’s College de Londres, designado por la ADI para realizar el documento.
En muchas ocasiones, los síntomas se consideran, erróneamente, propios de la edad e intratables. La tardanza en el diagnóstico limita el acceso a la información, al tratamiento, a los cuidados y al apoyo necesario tanto para los pacientes como para sus familiares, cuidadores y médicos.
Los expertos subrayan la necesidad de que los estados desarrollen estrategias que impulsen la detención temprana de la demencia. Un diagnóstico precoz permitiría ahorrar alrededor de 10.000 dólares por cada paciente en los países enriquecidos, según las estimaciones de los investigadores.
“Mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y de sus cuidadores reduce la depresión, la institucionalización de los enfermos y, al final, disminuye los costes sanitarios”, afirma Banerjee.
Según el estudio, un tratamiento a tiempo (con medicamentos o con intervenciones psiquiátricas) dota al paciente de mayor autonomía, ralentiza el deterioro cognitivo y mejora su calidad de vida. Además, el apoyo a los cuidadores reduciría los daños psicológicos que sufren, y retrasaría la institucionalización de personas con demencia.
Las formas más comunes de demencia en los ancianos son la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular. Pese a que sus síntomas son irreversibles, sí que pueden ser manejados para proporcionar una mejor calidad de vida a los pacientes y a sus familiares y cuidadores.
Especializarse en el diagnóstico. En los estados enriquecidos sólo se detectan de un 20 a un 50% de los casos. En los países de ingresos medios o bajos el dato desciende a un 10%. Por ello, el ADI recomienda la creación, en los países en los que sea posible, de redes de centros especializados en el diagnóstico para detectar las primeras fases de la demencia y diseñar planes de intervención.
Los expertos también solicitan una mayor preparación de los trabajadores de centros sanitarios primarios para detectar la demencia y el aumento de financiación en investigación de los posibles tratamientos.
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