Lo que nos faltaba para el euro. El juez estrella y estrellado, Baltasar Garzón, el magistrado que cuece en todos los guisos y quiere ser la reina de todas las salsas, se ha lanzado ahora por la deriva del perroflautismo y se apunta al movimiento 15-M. El puñetero (por lo de las puñetas, obviamente) alaba al movimiento indigente que dejó la Puerta del Sol como un verdadero estercolero. Asegura que es una corriente que se ha de seguir y además aboga por su carácter permanente. Pues nada, hombre, a ver si le montan el campamento de ratas, chinches, pulgas y diversos coleópteros delante de su casa para que disfrute del espectáculo en primera persona y en primera fila.
Lo desternillante de este personaje, apartado temporalmente de la carrera judicial, es que busca el protagonismo como sea y al precio que sea. Ahora viene a darse cuenta el juez jienense de que las instituciones no funcionan como debieran, que existe un inconformismo en la sociedad, pero él, para que lo sepan los perrosflautas, ha mamado procelosamente de ese sistema que ahora denosta. Claro, cuando los bolsillos y la cuenta corriente tienen un saldo muy favorable, posiblemente con seis ceros a la derecha, es muy fácil ponerse el disfraz de revolucionario y de antisistema, pero en el fondo no me veo yo a Garzón con dos cartones (el del suelo y el de Bodegas Carrión en la mano) haciendo acampadas nocturnas en Sol.
Este juez es demasiado pijo, excesivamente bon vivant, como para renunciar a sus cuantiosas dietas que percibe de aquí y de allá. Sólo hay que ver como manejaba su despacho. Aquello no era una instancia judicial. Aquello era un mercadillo veneciano donde se comerciaba absolutamente con todo. ¿Qué había que empurar a Botín por sus problemas contables en el Santander? Nada, Baltasar lo arreglaba de tal manera para librar a su ‘amigo’ Emilio de tener que comparecer ante la Justicia, pero a cambio le financiaba al cero por ciento de interés unas conferencias en Nueva York. Trapiche por trapiche.
De verdad, con la mano en el corazón, ¿alguien cree de verdad que Garzón puede pertenecer al llamado grupo de los indignados? Bueno, en cierta medida sí, porque son más de uno los que con el dinero de papá han estado haciendo el rastafari, el vagabundo pijo-progre y metiéndose de todo durante todo este tiempo. Pero está claro que el magistrado no puede ir contra el sistema porque él ha sido parte del mismo y aún lo es, por la obra y gracia de este Gobierno que cuando no le da lo de la memoria histórica, le da no sé que misiones especiales por Sudamérica. Todo sea por mantener el saldo de ceros a la derecha del hombre que una vez creyó ser el justiciero del mundo mundial y de parte del Universo.
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